Isapres y situación financiera
Las isapres pretenden hoy hacer sentir culpable a otros por su propio estado financiero. Bien pudieron, en los años recientes, haber recordado el viejo adagio: el que guarda siempre tiene.
La buena salud de estas empresas parece hoy estar corriendo una suerte distinta. A los lamentos de sus ejecutivos respecto a la sustentabilidad financiera de la industria, y la incertidumbre con la que enfrentan las próximas definiciones políticas del país, se suma un nuevo "golpe" para las hasta hace poco prósperas isapres.
El fallo de la Corte Suprema vuelve a establecer un precedente respecto a las alzas unilaterales de los planes. Con esto, el ajuste queda sin efecto y obliga a las compañías a devolver los ingresos percibidos por el 7,6% aplicado por cada institución. El máximo tribunal justificó su resolución en el carácter arbitrario de las alzas, que además no son fundamentadas.
De acuerdo a los ejecutivos del sector, el momento negativo por el cual atraviesan podría generar una suerte de intranquilidad en los afiliados. Dicho de otro modo, los ejecutivos que antes posaban sonrientes para informar acerca del sólido desempeño financiero de sus empresas, hoy responsabilizan a otros de la insólita amenaza de quiebra de la industria.
La crisis de los últimos tres años golpeó a millones de chilenos. Muchos de ellos no pudieron esperar a ver colapsar sus emprendimientos o economías domésticas, ante la disminución de los ingresos, el alza en el costo de la vida o el término de las ayudas estatales. Mientras, las grandes corporaciones se felicitaban por espléndidos balances financieros durante los primeros 2 años de pandemia.
Esas familias chilenas hoy deben salir adelante por sí solas. Sin ayudas estatales y vetada la posibilidad del retiro de fondos previsionales, ninguno de los miles de chilenos que hoy se acogen a instrumentos como la ley de quiebras ha tenido la oportunidad de compartir su realidad con autoridades o contar sus dramáticas experiencias en los medios.
Sí lo han hecho las isapres, que hoy, después de años de ganancias, acusan de estar al borde del colapso. Sin dudas, en ese período de bonanza olvidaron la enseñanza de prepararse para los años malos. Así como muchos chilenos lograron sortear la crisis apretándose el cinturón y echando mano a ahorros, vendiendo bienes o trabajando el doble, las isapres podrían haber tenido una actitud previsora.
Luego de años de jugosas ganancias, sus reclamos, hoy, parecen una burla para todos aquellos afiliados que incluso tuvieron que judicializar sus casos para que los prestadores dieran cumplimiento a lo estipulado en los mismos planes que hoy deben reajustar para no quebrar.
Ricardo Ibáñez
Día Internacional de la Juventud
Pensar la juventud es detenerse en una de las categorías sociales más valoradas a lo largo de la historia de la humanidad, ser joven es un privilegio, es algo que se desea y se aspira, y por tanto, existe toda una gran industria del entretenimiento, del hedonismo, del consumo asociado a ellos.
Si bien se ha intentado homogeneizar socialmente la categoría de joven, lo que muestran las Ciencias Sociales y también la disciplina sicológica es que es un grupo sustantivamente heterogéneo y diverso, en el que podemos encontrar estudiantes, padres, trabajadores y actualmente, por sobre todo, activistas en toda la diversidad e intereses de acciones que puedan implicar cambios sociales. En este último punto, un elemento destacable de la juventud es que son sujetos que se atreven a lo que los adultos temen o sencillamente desean desarrollar de manera más ponderada o tradicional.
Otro elemento relevante que se puede apreciar crecientemente en los jóvenes es como en ellos se encarnan los aspectos emocionales, vinculares y valóricos que las generaciones anteriores tuvieron que aprender. En ellos no surge como un aprendizaje, sino como si fuesen aspectos espontáneos, características o habilidades a nivel cognitivo, conductual, afectivo, ideológico y político, siendo estos simples o aparentemente, una expresión de su identidad. Son capaces con poco esfuerzo de proteger el medio ambiente y a los más débiles de la sociedad, poseen una alta conciencia de la trazabilidad de la industria alimentaria, y por tanto, muchos de ellos practican y promueven una alimentación sana que se aleje de lo industrial y lo procesado, fundamentado en una diversidad de implicancias en el medio ambiente y en las personas.
Por lo tanto, lo que más delimita a los jóvenes no es su edad, sino las situaciones en las cuales se encuentran y las acciones sociales que promueven, siendo trabajo de cada país impulsar con fuerza la promoción del papel de la juventud como sujetos esenciales en los procesos de cambio cultural y social.
Luis Pino , director de carrera de Sicóloga Universidad de Las Américas
Aromas y sabores de identidad
En las últimas décadas el espacio cultural se ha tornado cada vez más heterogéneo, complejo y cambiante. De manera paralela, la sociedad civil ha comprendido la importancia de conservar su identidad, logrando organizar, promover y exigir mayores recursos con esta finalidad, acción transversal que va desde la acción concreta de conservar hasta lograr instalarlo como una preocupación para la gestión local. Si en el plano individual la noción de patrimonio como herencia parece clara, en el plano colectivo no lo es tanto, contemplada desde nuestra perspectiva de gente moderna.
Nuestra sociedad ha elaborado su propia versión desde lo colectivo, incluyendo bienes culturales y la naturaleza. Allí emerge con mucha fuerza el patrimonio alimentario y la gastronomía típica, donde las tradiciones culinarias específicas de cada zona y rincón de nuestro país reflejan los sabores y aromas de nuestra diversidad cultural.
El patrimonio por lo general suele asociarse al pasado, pero es todo lo contrario, es la proyección de futuro, desarrollando acciones para mantenerse vivo, de otra manera pasa a ser un recuerdo histórico. Por esta razón es que se constituye en un valor social y cultural, donde existen hechos, objetos, acciones, platos y costumbres que permiten una reproducción de las tradiciones ligadas a la historia de cada lugar.
Es así como el patrimonio culinario se transforma y se constituye en otra manifestación de éste y de identidad, porque no es el solo el hecho de reproducir ingredientes y productos, sino de reproducir sus técnicas culinarias y modos de consumo asociados a su particular desarrollo identitario y cultural junto con asociarse a modos de vida, historias familiares y una infinidad de hechos que dan sentido y sabor a cada una de las preparaciones que podemos encontrar a lo largo de nuestro país.
Toda esta riqueza cultural y patrimonial ligada a la gastronomía se hace necesario proyectar y preservar.
Fernando Oyarce, Universidad Autónoma de Chile