Precipitaciones y déficit hídrico
A pesar de la intensidad de las lluvias en el país en las últimas semanas, la sequía sigue siendo un problema serio en las zonas rurales. La gran dificultad de la sequía se expresa en la dificultad para que se recarguen los acuíferos en que se deposita el agua en las zonas rurales.
El Gobierno ha señalado que pese a las lluvias y nieve caída en los últimos días, el país sigue con déficit hídrico y que el racionamiento es una eventual medida que se podría aplicar durante el verano próximo en las zonas donde sea necesario. La prolongada sequía que ha afectado al país desde hace 13 años ha generado una situación muy complicada, especialmente en las zonas agrícolas. De hecho, 2019 fue el año más seco del que se tenga registro, y en la actualidad, pese al invierno, los caudales de los ríos no se han recuperado totalmente respecto de lo que se consideran años normales, por lo que se prevé que las malas condiciones se sigan acentuando.
Chile experimenta una de las mayores sequías de su historia, que se ha manifestado de manera distinta en el país, pero que ha afectado mayormente a las zonas rurales comprendidas entre las regiones de Coquimbo a Los Lagos, donde la escasez de agua dificulta el desarrollo de la agricultura y la ganadería, además del consumo humano, y es probable que los habitantes de los centros urbanos no alcancen a dimensionar esta situación, a menos que vean cómo se estrechan los caudales de los cauces.
Sin embargo, en las comunas rurales esto se traduce en que las napas se están secando paulatinamente, lo que afecta a miles de personas, que no cuentan con un adecuado suministro de agua para enfrentar sus necesidades diarias y para regar sus cultivos. Los suelos cultivables se afectan a causa de las bajas precipitaciones y de las sequías prolongadas en el tiempo, que no sólo repercute en los cultivos y en la ganadería, sino también en las condiciones de vida de las personas que habitan estos lugares.
Asimismo, ha habido en los últimos años un cambio en el régimen de lluvias, porque cuando caen precipitaciones fuertes, se concentran en muy poco tiempo, por lo que el agua escurre superficialmente y no se infiltra para recargar los acuíferos. Eso parece explicar los problemas que hay en la captación de aguas subterráneas cada verano, cuando en los últimos años se ha debido repartir el recurso en camiones aljibes a los habitantes de zonas rurales.
El cambio climático es una realidad, y paralelamente, está la creciente necesidad de agua que tienen la agricultura, la industria y las ciudades.