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estuvo en coma y sin saber cuál era su diagnóstico, mucho menos la cura a su enfermedad. Posteriormente, en 2016, surgió el drama de Pablo Navarro, quien desde 2014 comenzó a tener graves problemas de salud que fueron deteriorando su calidad de vida, sin que sus abuelos o tías, con quienes vivía, supieran con certeza de qué enfermedad se trataba. Desde fines de 2015 y hasta abril de 2016 estuvo internado en el Hospital Base de Osorno, para luego ser trasladado a un recinto asistencial en Santiago.
Ambos jóvenes recibieron la ayuda económica de muchas personas gracias a las cruzadas solidarias impulsadas por sus respectivas familias, con el objetivo de reunir los millones de pesos necesarios para comprar los neuroestimuladores. Se transformaron en campañas comunales en Purranque y Osorno, donde los respectivos municipios también aportaron económicamente para lograr concretar la compleja operación.
Desde entonces la vida de ambos jóvenes ha tenido pasajes difíciles de rehabilitación, de superación emocional, del complejo momento que vivieron, que incluso, reconocen, los llevó a pensar que la única manera de terminar con el sufrimiento que los aquejaba y el dolor de sus familias era la muerte. Sin embargo, su capacidad de lucha, sus ganas de superar la adversidad y todo el amor que recibieron los puso de pie y transformó en dos ejemplos de vida y superación.
Son ellos los protagonistas, junto a sus familias, quienes relatan cómo han construido su historia después de superar una compleja operación cerebral.
Lo imposible es posible
Fernanda Barrientos Quidel actualmente tiene 20 años, cursa cuarto medio en el Colegio Preciosa Sangre de Purranque, recinto donde encontró amigos, desafíos académicos e incluso vivió su primer amor.
"Recuerdo que pasé una etapa muy difícil en mi vida, esos años donde la enfermedad me tenía muy mal, con dolores físicos horribles y donde incluso pensé que la única solución era morir. Pero la fuerza y el amor de mis padres permitió que eso hoy sea sólo parte de mi historia, que tiene un antes y un después de 2014, cuando me operaron e inicié la rehabilitación en el Instituto Teletón", señaló la bella joven.
Si bien ha logrado desarrollar una vida completamente normal, aún utiliza un bastón ortopédico entregado por la Teletón, donde mantiene las terapias de rehabilitación. Además, los neuroestimuladores están conectados a un equipo instalado bajo su piel en el lado derecho de su pecho, el cual debe ser cargado con electricidad durante dos horas una o dos veces a la semana. Este sistema de carga (muy similar a un teléfono celular) es de por vida, ya que de ellos depende mantener la enfermedad controlada. Cuando Fernanda cumpla 27 años deberá someterse a una nueva intervención cerebral para cambiar los neuroestimuladores.
"Vivir con este sistema de carga ya es parte de mi rutina y no afecta en nada las cosas que hago diariamente, sólo debo preocuparme de no pasar por pórticos de detección de metales como en los aeropuertos, porque pueden alterar el funcionamiento de los neuroestimuladores y eso sí sería complicado. Ahora estoy preparándome para dar la prueba de selección universitaria, ya que deseo estudiar Kinesiología o Terapia Ocupacional. También quiero viajar a Estados Unidos o Europa, pero sola. Si bien amo a mi familia y disfruto mucho de su compañía, quiero ser totalmente independiente y vivir mis experiencias como todo joven", explicó Fernanda.
Su madre, Miriam Quidel, reconoce sentirse muy orgullosa de la fortaleza física y mental de su hija mayor, a quien acompañó cada segundo desde que enfermó hasta que vio que ya podía retomar su vida.
"No le doy a nadie tener un hijo enfermo, es un dolor enorme, pero también un motor de lucha, porque yo nunca dudé que Fernanda se iba a recuperar y gracias a la ayuda de tantas personas así ocurrió. Lo imposible es posible si se tiene fe y esperanza. Desde la operación de la Feña han pasado 8 años, donde se ha transformado en una hermosa mujer, llena de cualidades y también con sus defectos que la hacen perfecta. Nuestras hijas son nuestro tesoro con Juan Carlos", indicó la madre.
Juan Carlos Barrientos, padre de Fernanda, reconoce que lo vivido como familia fue un verdadero milagro y de amor incondicional. "Con ella descubrimos que la solidaridad existe, porque muchas personas nos ayudaron de forma anónima y desinteresada. Quienes nos aportaron el dinero para comprar el equipo son personas de una bondad enorme. Fuimos testigos de que hay mucha gente de buen corazón en la tierra. Mi esposa y mi hija Tamara fueron muy fuertes. Actualmente, estamos unidos y muy contentos de ver crecer a Fernanda y disfrutar de esa sonrisa que aún en los momentos más duros siempre estuvo para mí. Lo importante es que quienes hoy están pasando por momentos difíciles tengan fe y nunca pierdan la esperanza en las personas, porque la bondad existe", comentó el padre.
Vida laboral
En octubre de 2016 Pablo Navarro, entonces de 24 años, fue operado en el Hospital San Borja Arriarán, en Santiago, por el neurocirujano David Aguirre, el mismo que en 2014 realizó la cirugía de Fernanda Barrientos, la primera del sistema público para la instalación de neuroestimuladores como procedimiento para sanar de distonía.
"La verdad no recuerdo esos momentos a menudo, porque no lo pasé bien y mi familia tampoco. La vida tiene tantas cosas bellas, que mejor