La herramienta que abrió la fertilidad de los llanos de Osorno
Maestranzas locales fabricaron arados para uso en fundos y chacras.
Fotografías: Revista Agricultura Austral Texto: Crónica El Austral / cronica@australosorno.cl
El arado tirado por bueyes o caballos fue una herramienta indispensable para la explotación agrícola de los fértiles llanos de Osorno desde la refundación misma de la ciudad en 1796. Su uso a permitió arar los campos para el cultivo de cereales y la chacarería. Posibilitó la provisión de alimentos a los repobladores y más tarde ayudó a la creación de las praderas para la ganadería.
La estructura económica de Osorno durante el siglo XIX después de la repoblación fue netamente agro-ganadera, no se observó en consecuencia un desarrollo industrial significativo, sino en orden de algunas industrias derivadas de la agricultura (molinos) y de la ganadería (charquerías).
Hasta aproximadamente el año 1900, todas las labores en los campos fueron con técnicas muy precarias. La preparación del suelo se hacía con arado de palo o llamado arado chancho, los menos usaban arados de vertedera de fierro tirados por bueyes, la semilla se esparcía en forma manual y el uso de fertilizantes era más bien escaso.
La semilla se tapaba con el uso de rastras de rama que, al tirarla con bueyes sobre el barbecho, la cubría con tierra.
El auge de la agricultura y ganadería en el sur del país a partir del siglo XX también produjo un impulso de la industria que confeccionaba implementos agrícolas y ganaderos para nuestras faenas.
Así surgió la fábrica de arados e implementos de preparación de suelos de Ernesto Schulze en Osorno (ubicada en la alameda de Mackenna esquina Andrés Bello, donde hoy funciona una automotora) y la industria de Morawitz y Krausharr, que bajo la marca de Fundición Volcán fabricó arados, trilladoras, secadores de grano, romanas para ganado, aserraderos, ruedas de carretas y un sinnúmero de otros implementos que facilitaron las labores agrícolas en los fundos, parcelas y chacras.
También estaba el caso de Enrique Lausen Caspers, descendiente de inmigrantes alemanes y artesano especialista en el trabajo de metales. Se instaló en 1910 con una modesta herrería la que a poco andar en 1913 se transformó en la "Fundición Lausen". Era su empresa dedicada a la fabricación de repuestos e implementos agrícolas, reparación y mantención de motores a vapor, construcción y montaje de obras civiles. Los operarios eran calificados y capacitados por el propio Lausen.
En el establecimiento se hacían importaciones de maquinaria e implementos y se transaba maquinaria agrícola de segunda mano, por lo que prestaba un servicio a la comunidad. Siempre hubo allí una afluencia de público y clientes, sus oficinas eran un punto de encuentro de la gente del agro durante las casi cuatro décadas que mantuvo sus puertas abiertas.
La industria debió cerrar durante 1943 por la persecución e inclusión que sufrió su propietario en las llamadas "listas negras" en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, episodio poco conocido de la historia de Chile, donde muchos ciudadanos de origen alemán fueron relegados y perseguidos, y cortadas todas las formas de relaciones comerciales, por lo que debieron finiquitar los establecimientos que con esfuerzo habían logrado fundar.
La importancia de arar la tierra
El uso de este instrumento agrícola y la relevancia de preparar bien el suelo para los cultivos, fue abordado in extenso por los especialistas agrarios desde fines del siglo XIX e inicios del siglo XX en adelante, con datos técnicos e información generada en el país y traída desde Europa (principalmente Alemania). Ello era fundamental para conseguir el potencial de los suelos osorninos.
"El oportuno y esmerado laboreo de las tierras, apenas el tiempo lo permita, es una práctica muy aconsejable como forma de elevar el nivel medio de nuestras cosechas. Arando un poco más hondo cada año se consigue un aumento lento y gradual de la zona vegetal útil para la vida de la planta, se almacenan más energías y se mantienen más limpias de yuyos y malezas las tierras de cultivo. La ordenación de cultivos dentro del predio que cada uno trabaja debe ser objeto de especial cuidado y atención", recomendó el ingeniero Ángel Núñez en un artículo técnico de la revista Agricultura Austral de 1939, edición de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno (Sago).
En otro informe técnico publicado en la misma revista de 1939 se aconseja que "no basta la buena semilla para aumentar los rendimientos del trigo y de los demás cultivos en general, debemos también preparar mejor la tierra si queremos que las plantas puedan crecer y prosperar en ella. Todo lo que se haga para mejorar la preparación del terreno resultará de gran beneficio inmediato. El arado deja la tierra en buen estado para la fácil penetración de las lluvias y la acción sobre el suelo por medio de los agentes meteóricos, pero este estado no debe quedar mucho tiempo. En efecto, se aconseja pasar por el campo, después del arado, una rastra".
Campesinos arando la tierra en la zona de Llanquihue, en julio de 1937. Se observa que una yunta de bueyes tira el arado.
Aviso de la afamada fábrica de arados de Ernesto Schulze de Osorno, publicado en 1939. Estuvo en Mackenna con Andrés Bello.
Ilustración de 1939 sobre un arado tirado por un tractor.
La fundición "El Volcán" de Osorno también fabricó arados.
La fábrica de Eduardo Rettig ofrecía una variedad de arados.