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Aborto y Constitución
Hay quienes afirman que el embrión no es persona, sino solamente un puñado de células, porque no tiene racionalidad, autonomía, ni autoconciencia. Desde la biología podemos afirmar que a partir del momento en que se unen el óvulo y el espermatozoide en la fecundación, existe un ser organizado y vivo. Este nuevo ser tiene una identidad genética nueva, única y distinta a la de sus progenitores. Dicho principio generativo pondrá en marcha "la vida" y, si nada interfiere en su desarrollo, el embrión irá manifestando toda su información genética. En él existen múltiples procesos bioquímicos y moleculares propios, además de una fuerte comunicación bioquímica con su madre, quien lo anidará por nueve meses.
El nacimiento sólo cambia el hábitat de la persona del niño. Muchas capacidades todavía no se han desarrollado en el embrión, pero eventualmente lo harán y continuarán a lo largo de toda su vida hasta llegar a la sabiduría de la vejez. Uno no se convierte de ser "algo" en ser "alguien". Desde el momento de la fecundación, el cigoto es persona porque esa es la única manera que los seres humanos tienen de ser. Sería un error que los que ya poseen esas capacidades puedan disponer de aquellos que todavía no las han alcanzado. Este nuevo ser humano merece todo nuestro respeto y cuidado, por la dignidad intrínseca que posee. Como mujeres, apoyamos, comprendemos y acogemos a todas aquellas que se ven en una situación desesperada y creen que la única solución es el aborto.
Como madres estamos con ellas y creemos que por más difíciles que sean las circunstancias de cada una y los sacrificios que requiere la maternidad, con el tiempo cada hijo se transforma en fuente de esperanza y alegría. La vida humana es el primer y más básico de todos los bienes y no hace falta ser creyente para darse cuenta de su valor. Si nosotros, seres humanos, no defendemos la vida de nuestros congéneres más vulnerables ¿quién lo hará?. Es nuestro deber proteger la vida humana desde su inicio, en la fecundación, hasta su fin por muerte natural.
Ángela Guevara, Ximena Farfán y Francisca Reyes, académicas de la Universidad de los Andes
Personas con autismo
Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que 1 de cada 160 niños en el mundo tiene un Trastorno del Espectro Autista (TEA), sin embargo, en nuestro país su prevalencia es desconocida y solo existen estimaciones.
Las dificultades de participación en ámbitos sociales, educativos y laborales afectan la construcción de un ser humano sujeto de derechos, con capacidad jurídica y desarrollo de una vida autónoma, por lo que los desafíos son enormes. Es responsabilidad del Estado y la sociedad en su conjunto generar las políticas, apoyos y ajustes necesarios que eliminen barreras que restringen la participación y limitan el desarrollo de actividades.
Debido a esto, toma relevancia lo ocurrido en la Convención Constitucional, donde se aprobó la incorporación de la neurodiversidad en el borrador de la nueva Carta Magna, la cual señala que "el Estado reconoce la neurodiversidad y garantiza a las personas neurodivergentes su derecho a una vida autónoma, a desarrollar libremente su personalidad e identidad, a ejercer su capacidad jurídica y los derechos, individuales y colectivos, reconocidos en esta Constitución y los tratados e instrumentos internacionales de Derechos Humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes".
Todos quienes se ven involucrados en los desafíos de la inclusión social saben que este proceso es durante toda la vida, que involucra factores personales, familiares y contextuales. Por lo tanto, que la futura carta magna considere la neurodiversidad es un paso importante en la generación de nuevos pactos políticos y sociales en materia de inclusión. Gerardo Hume Calderón
100 primeros días de gobierno
Cuando se habla de los "100 primeros días", se opta por una estrategia comunicacional cifrando que -en esos tres primeros meses- el gobierno que asume la dirección administrativa del país marcará los surcos prefijados en su hoja de ruta.
En dicho orden, el gobierno del presidente Boric tiene una tarea altamente compleja, no sólo desde la perspectiva internacional, sino que también desde una interna. A nivel internacional, el escenario resulta delicado considerando la tensión bélica existente en Europa del Este con el conflicto entre Rusia y Ucrania, en especial con relación al precio de los commodities y particularmente del petróleo, bien del que Chile depende casi excluyentemente de la producción extranjera, por lo que el alza de costos en bienes y servicios se refleja de forma prácticamente inmediata con las consecuencias inflacionarias que ello implica.
En el ámbito interno, la tarea del gobierno resulta delicada en diversos aspectos. Por una parte, en consideración a su propuesta programática: en efecto, si utilizamos la expresión "dignidad", la promesa del gobierno supone avanzar a tranco fuerte en la promoción de aquella en lo social, económico, cultural, de género y diversidad, de entrega de bienes y servicios básicos, entre otros, en un contexto de debilitadas capacidades financieras del Estado, tarea que se verá sin duda complejizada por la existencia de un Congreso en el que no cuenta con las mayorías necesarias para avanzar en la tramitación de los más de 70 proyectos de ley que comprometió en su campaña.
A su turno, y desde una perspectiva institucional, el gobierno depende en no menor medida de la capacidad de la Convención Constituyente para presentar a la ciudadanía un proyecto de Constitución que materialice una estructura de poder suficientemente estable y al servicio de todos y cada uno de los habitantes del país. En otra arista, la existencia del problema migratorio, el gravísimo conflicto de la macrozona sur y la delincuencia, son factores que aplican una importante presión en la conservación del Estado de Derecho, problemas que el gobierno debe enfrentar con urgencia.
En tal escenario, los 100 primeros días no sólo refieren al desarrollo de una adecuada estrategia comunicacional. El gobierno de Boric debe tomar decisiones inmediatas, articular relaciones con el Congreso, la oposición y el empresariado, actuar con la máxima cautela en las relaciones internacionales y erigirse como líder para que la Convención Constituyente materialice el mandato ciudadano.
La "luna de miel" entre la ciudadanía y el gobierno recién asumido concluyó el pasado 11 de marzo y no existe mayor capacidad de espera.
Carlos Salina, académico Escuela de Derecho U. de las Américas