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Sólo el 20% de la población del país pertenece al sistema privado de Salud, el 80% restante está incorporado a la salud pública estatal, la cual desde antes de la pandemia ya arrastraba graves falencias en infraestructura, equipamiento, personal, tecnologías e insumos médicos. La irrupción del SARS-CoV-2 sólo agudizó esta realidad, siendo los más afectados quienes pertenecen a los sectores más vulnerables que no tienen ninguna alternativa más que esperar años para acceder a una atención médica especializada en la salud pública o endeudarse en cifras millonarias para resolver su problema de salud de forma particular (opción que en muchos casos en inviable, porque el mismo sistema lo impide).
Desesperanza
Impotencia y ansiedad son las sensaciones que se adueñan de los pacientes en espera y sus familias. "Es una impotencia que va creciendo a medida que pasan los años y seguimos esperando por atención médica especializada en el Hospital Base. Es imposible no sentirse abandonado cuando todo gira en torno al covid-19, mientras que quienes padecemos otras patologías debemos conformarnos con una fría respuesta y creer que no vamos a morir, porque eso nos dicen de esta enfermedad 'no va a morir'", indicó Yerthy Vásquez, jefa de hogar y auxiliar de aseo.
Ella sufre desde hace más de 10 años de una hernia umbilical que desde hace 6 años está sujeta a cirugía, sin embargo, cuando por fin había sido calendarizada a principios de 2020, fue postergada por la contingencia asociada al coronavirus.
"Cuando estaba con fecha de operación tenía más o menos el tamaño de un ajo, dos años después ya está como un melón. La sujeto con fajas y siempre estoy en riesgo de tener crisis, ya que está localizada al lado derecho, por lo que compromete otros órganos. He tenido crisis de dolor que no se las doy a nadie. Tomo medicamentos que me permiten controlar eso. Cuando he llegado de urgencia no tengo mayores respuestas y debo seguir trabajando igual, porque de lo contrario ¿quién mantiene mi hogar?. No tengo ninguna opción de operarme en el sistema privado, ya que no tengo dinero ni capacidad de endeudamiento", expresó la afectada.
Agregó que su autoestima y salud mental también se ven comprometidas, dado que siente cómo su cuerpo ha cambiado drásticamente. "Creo que también estuvo dentro de las razones que finalmente me costaron el matrimonio. Es una situación tan complicada que la gente no se imagina, se habla de cifras postergadas, pero no toman en cuenta lo que padecemos quienes somos un número dentro de ellas. Es muy doloroso saber que tu salud está cada día más deteriorada, que sólo tienes opciones a respuestas parche y que no sabes cuándo podrás tener la cirugía que requieres", comentó Vásquez.
Sonreír en la espera
Luis Molina (75 años) no pierde el optimismo en medio de la angustia que enfrenta a causa de la diabetes tipo 2 que padece desde hace más de 12 años. Debido a las complicaciones que presenta, a fines de 2018 le amputaron su pierna derecha desde la altura de la ingle. Después del post operatorio fue beneficiado en 2019 por una prótesis que significaba recuperar en algo la movilidad y calidad de vida.
"Lamentablemente, desde el principio me quedó grande, a pesar que me tomaron la medida, no fue hecha para mí, eso provocó heridas en la zona de soporte y una presión que era imposible. De tanto reclamar logré que me hicieran otra y en eso estaba cuando llegó la pandemia. Y quedé postergado en controles y atención hasta septiembre de 2021, pero sin solución, porque volví a quedar pendiente. Incluso, en algún momento aparezco como que me dieron el alta médica en el Hospital Base, cuando eso nunca me lo informaron y yo no tengo mi prótesis. Se pueden imaginar lo que significa quedar totalmente dependiente de terceros para bañarme, hacer cualquier cosa. Mis tres hijos y mi esposa Margarita (37 años de matrimonio) han sido un pilar fundamental, porque el Sistema de Salud simplemente me dio la espalda y me dejó a mi suerte", dijo el adulto mayor.
Relató que en su hogar se han realizado adecuaciones para facilitar el desplazamiento, además de construir una pequeña terraza en el antejardín para que pueda salir del encierro de su casa. Asimismo, aprendió a desplazarse en silla de ruedas, la cual le facilitaron en la Salud Primaria.
"No tengo suficiente fuerza para ser autónomo con la silla de ruedas, porque es manual (debe moverla con sus manos), cuando me entregaron una segunda prótesis hace un par de meses no habían corregido el problema, al contrario, estaba más grande aún. Fui a un profesional particular que me explicó los problemas que tenía el artículo ortopédico, incluso envió a la doctora tratante del Hospital Base un informe. Para mi sorpresa ella se enojó, me retó y no tomó bien la sugerencia del profesional. Pero yo estaba sólo velando por mi salud. Es muy doloroso sentir que eres sólo un número, que los profesionales tienen un trato tan frío y deshumanizado con pacientes como yo. No nos consideran como personas", comentó afectado Molina, quien mantiene su sonrisa a pesar de la adversidad que hoy lo tiene postrado.
Situación muy parecida es la que enfrenta Martiriano Matus (62 años), quien vive en la comuna de Puyehue junto a su esposa desde hace 32 años, Maruja Reyes (64 años). Hace 15 años, mientras realizaba sus labores en el campo, fue pisado por un caballo, en un principio no le dio mayor importancia, pero pasado un tiempo comenzó un fuerte dolor que lo obligó a ir al Hospital Base. Su diagnóstico fue una infección no tratada que se transformó en necrosante. Esto obligó en 2019 a amputar su extremidad derecha desde la rodilla hacia abajo.
Para recuperar su movilidad le otorgaron una prótesis, pero nunca le quedó buena.
"Lamentablemente intentó usarla y le hizo una herida que fue difícil de tratar, en eso nos pilló la pandemia y ya sabemos lo que significó para todos los que no tienen covid-19. Postergados. Mi esposo entró en un cuadro depresivo que mis hijos han ayudado a que supere, pero no ha sido fácil. Volvieron a darnos otra prótesis que quedó peor, pero con la desesperación nuevamente intentó usarla. Cuando fuimos al Hospital informamos sobre el problema, pero se molestaron, nos trataron bastante mal, que la culpa era de nosotros cuando en realidad no sabemos qué hacer. Estamos muy afectados, porque no sabemos a quién recurrir y no tenemos dinero para resolver el problema de forma particular. Y cuando buscamos ayuda la respuesta siempre es que la prioridad es el covid-19, pero ¿qué pasa con el resto?", relató Maruja Reyes.
"Cuando estaba con fecha de operación tenía más o menos el tamaño de un ajo, dos años después ya está como un melón. La sujeto con fajas y siempre estoy en riesgo de tener crisis".
Yerthy Vásquez osornina afectada
"Golpeamos todas las puertas del Hospital Base y del sistema público de Salud, pero sin éxito. Sólo me daban calmantes para el dolor que después ya no eran efectivos".
Sandra Molina, osornina afectada
"En algún momento aparezco como que me dieron el alta médica en el Hospital Base, cuando eso nunca me lo informaron y yo no tengo mi prótesis".
Luis Molina osornino afectado