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Drama de la sequía

Una de las consecuencias ligadas a la sequía es el riesgo de incendios forestales, lo cual quedó en evidencia recientemente en la comuna de Osorno, en el sector Pucoihue, donde el fuego consumió alrededor de 300 hectáreas de rastrojos de cosechas agrícolas, de cosechas de plantaciones forestales, plantaciones forestales jóvenes tanto de pino como de eucalipto y bosque nativo.

Viviana Arriagada, presidenta de la Junta de Vecinos del sector, comentó que en los alrededores hay mucho pasto seco, por lo que los habitantes del sector han optado por tomar sus precauciones, como guardar agua, no hacer quemas y esperar pronto contar con un cortafuegos.

"Tenemos una forestal gigantesca en la parte sur de Pucoihue. En este caso, sobre el incendio, se vio muy afectado Pucoihue Alto, porque colinda directamente con la forestal. Lo más grave del caso es que no tenemos un cortafuego. Si bien es cierto sus cercos están en buen estado, no tenemos un cortafuego, creo que eso será primordial. Nosotros como vecinos nos vamos a tener que juntar para tratar ese tema y llamar a quien corresponda, obviamente asesorados por la municipalidad", mencionó.

En la zona habitan 20 familias que reciben entre 2.500 y 3.000 litros cada una, una vez por semana. Aunque hay una alta demanda de este servicio, la dirigenta asegura que no han tenido problemas con el abastecimiento, ya que la municipalidad hace las entregas con camiones aljibe.

Por otro lado, en la producción lechera, el pequeño agricultor Gerardo Geisse, que trabaja en el cruce Quimey (camino al mar), expresó que la primavera resultó complicada por las condiciones en la temperatura y humedad.

"Estuvo un poco floja en la producción de pasto en la pradera. Después de año nuevo, hubo una lluvia muy grande los días posteriores, eso fue fundamental para nosotros, porque sino se venía un verano catastrófico tras la primavera seca. Eso salvó", dijo.

Gracias a los años en este oficio, Geisse ha sabido adaptarse a estas circunstancias, procurando que los animales no coman más de la cuenta, aunque sin ser muy conservador en el proceso.

"Siempre cabe la posibilidad de que el año vaya bien y la pradera produzca harto (...) Ahora hay que fertilizar en otoño fuerte para aprovechar 'la primavera chica', como le digo yo, cuando se juntan de nuevo humedad y temperatura ahora en marzo, abril y mayo, y el pasto crece, entonces hay que tener praderas con todos sus requerimientos", enfatizó el agricultor.

Pronóstico optimista

Pese a que 2021 concluyó como un año para el olvido, por la disminución en las precipitaciones y la escasez hídrica, el 2022 augura ser un poco más optimista. Ya enero superó los registros del promedio de ese mismo mes en los últimos 30 años y las lluvias, aunque continuarán escasas, podrían normalizarse en junio.

"A lo mejor ocurrirá durante la primavera, ya que todo el segundo semestre las temperaturas del Océano Pacífico van a estar en situación normal, lo cual nos permite hacer un pronóstico un poquito más optimista. Más optimista que el año pasado, porque podría ser que los frentes entren con más facilidad a partir de junio en adelante", precisó el agroclimatólogo Fernando Santibáñez.

Debido a que el pronóstico indica que el futuro será mucho más seco, el experto estableció que es necesario tomar medidas a corto, mediano y largo plazo. Para este año recomendó tener un plan muy estricto de alimentación de animales y reserva de forraje, debido a que se espera un otoño seco.

A mediano plazo, comenzar a desarrollar agricultura de riego, con la mirada de que se incremente en la región; y en el largo plazo, pensar sobre la posibilidad de una reconversión en el uso de la tierra.

"Probablemente, este cambio climático pueda ser favorable para ciertas especies que hoy día se cultivan más hacia el centro del país, me refiero a frutícolas. Un verano más seco, con menos lluvia, puede dar lugar a una fruticultura bastante productiva en la medida que haya posibilidad de poner en riego la tierra", puntualizó el experto agroclimatólogo de la Universidad de Chile.