Se avecina un nuevo inicio de año escolar y con ello el deseo de mejorar e incorporar todas las acciones posibles para hacer del aprendizaje el centro de todo al interior de cada sala de clases. Ingeniarse cómo despertar ese deseo a veces un poco dormido de los estudiantes por encender la curiosidad, y claro que para los más jóvenes no debe ser muy atractivo el entrar a una tradicional disposición de estar sentados mirando siempre adelante y en silencio para escuchar las instrucciones o explicaciones del maestro cuando han tenido la oportunidad de experimentar constantemente el desarrollo de habilidades de personajes de videojuegos o construir casas o poblados enteros utilizando las herramientas.
Claramente, "el copien en su cuaderno" no debe sonar muy desafiante ni menos atractivo. Es verdad que no todo se puede aprender jugando y que existen estrategias para asociar contenidos e incorporarlos a nuestra memoria de largo plazo; y que las pruebas estandarizadas requieren de cierto porcentaje de domino de información, cifrados en nombres, fechas, datos, etcétera.
A pesar eso, siempre es un desafío para los docentes el incorporar innovaciones al trabajo de aula por nuestra natural condición de aferrarnos a lo que ya conocemos y mirar con cierta desconfianza lo desconocido. Ojalá que este nuevo año escolar nos permita incluir experiencias innovadoras que aborden las habilidades para el siglo XXI como lo son el pensamiento crítico, creatividad, trabajo en equipo, comunicación y aprender a aprender.
Cómo sería interesante aprender de la ciencia, visitando entornos naturales o diseñando proyectos que aborden soluciones a problemas medioambientales, incorporando la tecnología, la escritura y las matemáticas; o a propósito del contexto, elaborar normas constitucionales de aula para que los estudiantes mejoren su comprensión de lo que significa ser un ciudadano; ni hablar de todas las posibilidades de trabajar las artes para desarrollar una mayor sensibilidad y valoración de la cultura; o promover la lectura a partir de temas de interés de los estudiantes que aborden de alguna manera sus inquietudes.
Nada de lo anterior es posible si no se analizan y adecúan los programas de estudios, la forma de evaluar y la manera de comprometer a los estudiantes y sus familias. Sin duda que la creatividad de los docentes y su capacidad para conectarse con los intereses de las nuevas generaciones es un elemento clave. Si nos quejamos de las costumbres o modas juveniles, de alguna manera es una suerte de boomerang, ya que no hemos sido capaces de encantarlos ni con lo fascinante de la historia, la literatura o el arte; lo espectacular de la música y el cine; o lo increíble que se esconde en las disciplinas de las ciencias.
Volver a empezar es una oportunidad de comprender que la verdadera tarea de la educación no es formar buenos empleados o consumidores, sino que mejores personas, ciudadanos conscientes y seres humanos dispuestos a construir un mundo nuevo.
En este sentido, tanto familias como educadores debemos volver a los valores esenciales que el humanismo ha desplegado en la historia reciente, como son la igualdad, la tolerancia y el respeto a la diversidad. No podemos pretender que nuestros niños y jóvenes no se equivoquen y es ahí, en el error, donde debemos construir el aprendizaje para un cambio profundo a través del diálogo alejado de la intolerancia, la prepotencia o la soberbia. No podemos pedirle que lean si no leemos nosotros; que respeten si no lo hacemos nosotros o que se interesen por nuestro entorno o contexto si evadimos a cada instante nuestra responsabilidad frente a ellos. Volver a empezar este marzo será una nueva oportunidad para todos.
"Volver a empezar es una oportunidad
de comprender que la verdadera tarea
de la educación no es formar buenos
empleados o consumidores, sino
que mejores personas".