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La situación no cuenta con el apoyo de todos los ediles y tampoco de la comunidad, ya que aseguran que el inmueble es un bien histórico, patrimonial y económico que no fue creado para transformarse en una oficina más del municipio.
A eso se suma que hace unos días se produjo el robo de antigüedades avaluadas en más de 2 millones de pesos desde el interior del Hotel Centinela, declarado inmueble de conservación histórica. El mismo delito ocurrió previamente y va menguando el patrimonio de la casona dejada por los dueños originales.
La situación de abandono que actualmente presenta el recinto de madera, que tuvo un pasado glorioso, hoy transformado en húmedas paredes, techo con filtraciones y habitaciones con muebles en desuso, es consecuencia de las diferencias políticas generadas por cuestionamientos a licitaciones para nuevas concesiones, acciones judiciales, proyectos de recuperación truncados, acusaciones cruzadas entre los distintos colores políticos sentados en el sillón alcaldicio y el Concejo Municipal, entre muchos otros aspectos.
Aquellos conflictos siempre tuvieron como justificación el bien común y el aprovechamiento real del inmueble para la comuna y sus habitantes, las que terminaron siendo sólo la excusas perfectas, porque la realidad es el deterioro y abandono que presenta el inmueble y el recinto completo. De esto nadie se hace responsable, mientras los octayinos llevan años esperando ver brillar nuevamente el Hotel Centinela.
Un patrimonio histórico
La casona del Hotel Centinela, de estilo inglés y construida en maderas nativas, fue diseñada por el arquitecto Josue Smith Solar. Cuenta con 16 habitaciones (10 dormitorios, dos en suite), cocina, comedor, salas de estar y hall de acceso. En el exterior están las terrazas con vista panorámica, piscinas, baños, zonas de descanso, entre otros.
El centenario inmueble está emplazado en medio de una superficie de 10 hectáreas (en total son 27), con acceso y control en un portal edificado en maderas nobles. En el recinto hay caminos interiores, parque con rica flora y fauna, muelle y bajada de embarcadero, playa privada, zonas de recreación infantil, entre otros atractivos.
Las 26 hectáreas totales -incluyendo las instalaciones- fueron adquiridas por el municipio de Puerto Octay en 1942 a los empresarios y socialité Luis Izquierdo, Luis Barceló y Carlos Larraín, quienes habían financiado la construcción como una casa de veraneo y recreación para sus familias y amigos. La corporación edilicia reconstruyó el segundo piso del área norte de la residencia y la destinó a hotel a partir de la década del '50. Y en 1981, gracias a recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR), comenzó la construcción de un conjunto de 18 cabañas tipo A con dos dormitorios, salón comedor, cocina y baño, que fueron terminadas por el concesionario.
Las habitaciones y paredes de la casona están llenas de historia y recuerdos, como la visita en febrero de 1931 de los príncipes de Inglaterra, Eduardo de Gales y Jorge de Windsor, quienes estuvieron hospedados en la casona de la Península de Centinela, donde disfrutaron de los maravillosos parajes naturales. Desde entonces, la habitación más lujosa lleva sus nombres.
Ambos príncipes, sólo unos años después, se convertirían en reyes de Inglaterra. En enero de 1936 Eduardo subió al trono como el rey Eduardo VIII, posición a la que abdicó en diciembre del mismo año para casarse con el amor de su vida, la norteamericana y divorciada Wallis Simpson. En mayo de 1937 Jorge de Windsor fue coronado como rey Jorge VI. Ambas historias de los huéspedes más ilustres del Hotel Centinela han inspirado decenas de películas y series de televisión.
En ese mismo año, y a raíz de la visita de los príncipes, se produjo una de las peores tragedias ocurridas en las aguas del lago Llanquihue: el naufragio de la embarcación "Moewe", frente a la bahía de Puerto Octay. En ella murieron 12 músicos de la banda instrumental del Regimiento Caupolicán de Valdivia, quienes estaban en la zona para dar un concierto a los aristócratas ingleses.
Molestia de vecinos
Margarita Carrillo, presidenta de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Octay, explicó que existe un sentir ciudadano por la situación de olvido que afecta hoy en día al Hotel Centinela, que no ha sido escuchado por las autoridades comunales de turno.
"Es un lugar que forma parte importante de la historia de la comuna, donde muchas personas se casaron o estuvieron de vacaciones. Que esté abandonado y escondido detrás de un portón rodeado de naturaleza es una pena y una espina clavada en nuestros vecinos.
Ese hotel fue por años una fuente laboral para mucha de nuestra gente y es vergonzoso que no tenga uso a causa de disputas políticas. Ese recinto era una fuente de ingresos a las arcas municipales y un punto de desarrollo turístico que está abandonado. Tengo esperanzas de que la actual administración avance y logre una solución real", manifestó la dirigenta.
Entre el 2000 y 2015 el recinto estuvo concesionado, lo que significaba un ingreso mensual al municipio de 85 Unidades de Fomento (poco más de dos millones y medio de pesos al valor actual), además de una inversión en lugar de 150 millones de pesos. Según consta en las actas públicas de los concejos municipales de la época, la concesión no fue renovada por un nuevo periodo, ya que existían deudas asociadas al pago mensual al municipio, además de no existir mayor inversión a la pactada durante 9 de los 10 años de concesión, entre otros detalles. La situación terminó en tribunales y el recinto quedó sin uso ni mantención.
En 2018, la alcaldesa María Elena Ojeda intentó generar un proyecto de restauración de la casona, que presentaba problemas en la techumbre y, por ende, filtraciones, entre otros detalles de infraestructura. La idea sería postulada a fondos públicos para su financiamiento.
Rodrigo Puchi, arquitecto y presidente de la Corporación Plan Octay, trabajó en el levantamiento técnico-estructural, que una vez finalizado sería donado a la casa edilicia.
"En mi opinión, este inmueble que tiene una riqueza patrimonial, histórica, turística, natural y es una fuente de generación de recursos para las arcas municipales, nunca ha tenido un plan de cuidado, mantención y recuperación. Ha estado en manos de privados mediante la concesión, pero no se considera ese punto como clave. Si bien hay un esfuerzo de mantención municipal al tener una persona que vive ahí y está dedicada a limpiar para que no esté totalmente botado, no es suficiente. Un inmueble de estas características y data requiere mucho más que eso", comentó Puchi.
El profesional precisó que identificaron hace más de 3 años, durante el levantamiento técnico, problemas en la techumbre (de tejuelas) en una zona puntual ubicada en el comedor y uno de los salones, "donde es fundamental actuar de forma inmediata en la cubierta, más aún si consideramos que estamos en una zona lluviosa", advirtió.
"Una vez que a una edificación de madera le empieza a entrar agua, el deterioro se acelera y muchos de estos daños están escondidos bajo el piso o detrás de los muros. Lo que hicimos en ese momento fue poner rápidamente un plástico para mitigar el daño. Siempre manifestamos que debía buscarse un operador privado con la mejor propuesta y que incluya la restauración y mantención de la casona, para que se explote, lo que genera ingresos al municipio que no cuenta con un presupuesto millonario. Asimismo, potencia el turismo en la zona, se pone en valor un patrimonio histórico, arquitectónico y natural, y se suma una fuente laboral, entre otros aspectos a favor. No se ha logrado por distintas causas, pero ninguna de ellas ha sido justificación suficiente para el daño y el estado actual del Hotel Centinela", expresó.