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blema de ahora, sino que un problema desde el comienzo, en el sentido de que ha faltado realismo. Nosotros recibimos un mandato claro, que era entregar una propuesta constituyente en nueve meses, extendibles máximo a 12 meses, pero muchos convencionales todavía están en campaña y creen que proponiendo sus temas van a lograr acuerdos de dos tercios cuando es precisamente esa regla la que nos invita a conversar, a dialogar, a debatir y, claramente, esas tres palabras están fuera de la Convención en este momento.

-Con tantas normas por revisar, parece poco probable alcanzar en el tiempo que queda, ¿no?

-Es muy difícil y lamentablemente el poco tiempo le quita algo que es muy importante, que es el debate. Nosotros tenemos que debatir y consensuar buenas normas, porque es una Constitución que va a regir por los próximos 30 o 40 años y de la cual van a surgir muchas leyes que van a impactar directamente en la vida de los ciudadanos de este país. Cuando uno hace las cosas apuradas, debido al desorden que hemos tenido en los primeros siete meses, cuesta mucho que el 4 de julio lleguemos a tener una propuesta seria y mejor que la que existe. Y si eso llega a ocurrir, que tengamos una mala propuesta, va a ser exclusiva responsabilidad de la izquierda radical de nuestro país.

-¿Cree que será necesario pedir un plazo extra al del 4 de julio?

-Estoy en contra de eso. Se nos dieron nueve meses extendibles a tres más, pero resulta que llevamos siete meses y no es que nos falte tiempo porque hayamos estado trabajando arduamente en las normas que la ciudadanía le interesan, sino que es porque llevamos siete meses perdiendo el tiempo en declaraciones sin ningún sentido, en gustitos políticos, mezquindades cortoplacistas y eso no va a cambiar aunque esta Convención dure 30 años. Entonces, no le demos más tiempo a una Convención que de verdad no se ha puesto los pantalones.

-¿Cómo definiría el nivel del debate que se ha desarrollado hasta ahora?

-Los debates que hemos tenido han sido destellos de luz. Si puedes ver algunos plenos, que ya son más de 50, las posibilidades de poder argumentar nuestras posiciones ideológicas son muy, muy pocas; y eso es porque somos 155 y cada uno tiene dos minutos para hablar y desafortunadamente eso no le hace bien al debate. Esto se suma a que cada uno actúa por su cuenta propia y no representando a un grupo o una ideología en particular. Cuesta mucho poder llegar a un acuerdo entre los 155 si cada uno funciona por separado. Debiese darse alguna lógica de colectivos, de conglomerados, y hasta el minuto no se ha dado.

-¿El tono es el mismo en las comisiones?

-En las comisiones sí hay más oportunidad de debatir y deliberar. Son cinco minutos cada uno y eso ya marca un cambio importante. En nuestra comisión hemos podido consolidar el sistema presidencial. Desafortunadamente, eso no ha ocurrido en el resto de las comisiones y obviamente eso tiene que ser un llamado para que se vea esto como una casa de todos, como la posibilidad de alcanzar grandes acuerdos que engloben lo que pensamos la mayor parte de nuestro país y que esto no sea una lucha cortoplacista mezquina de los intereses particulares de cada convencional.

-De las normas que están apareciendo, ¿cuáles son las que más le preocupan y por qué?

-Claramente, las que salen de la comisión número cinco de sistema económico. ¿Por qué? Porque son normas que han mostrado su fracaso cuando se han implementado en otros países. Por ejemplo, cuando se dice que se quieren expropiar todos los derechos de explotación de empresas estratégicas, hemos visto en otros países que cuando es el Estado el que forma la empresa, no lo hace de buena forma y es por eso que tenemos los problemas en salud pública, pensiones, en educación pública, y resulta que ahora queremos pasarle más cosas al aparato público, cuando son claros los ejemplos de que son cosas que no se hacen bien. Otras cosas que me preocupan es que se limite la autonomía de los medios de prensa. Me parece que eso es algo que no corresponde en el año 2022. También hace una semana se cuestionó la independencia y la autonomía de los jueces de la Corte Suprema, cuando obviamente tienen que tener ese 100% de autonomía porque sus fallos deben ser aislados de toda incidencia política. Entonces, estamos hablando de cosas que al final uno empieza a sospechar de un autoritarismo que se quiere imponer y que obviamente le hace muy mal a cualquier sociedad en que se logre instalar.

-¿Algunas que considere que son buenas para ir a la Constitución?

-En la comisión que participo, de sistema político, se acordó que la ciudadanía sea la que elige al Presidente y no el Congreso Nacional, y eso se logró con una propuesta del Partido Comunista votada incluso por quienes somos de derecha, como son la UDI, RN y Evópoli, y es porque eso se logra con diálogo. Lo del sistema presidencial, donde es la ciudadanía la que elige, a mí me parece una muy buena norma. Se aprobó en general en la comisión, pero que ahora debe pasar al pleno y posteriormente ratificada con dos tercios. Y así una serie de normas que van en el sentido correcto. Por ejemplo, nosotros ingresamos una norma de colaboración social, es decir, para algunos problemas públicos, como la vejez, como la salud, que también pueda haber organizaciones sin fines de lucro que presten ayuda para solucionarlos. Tal es el caso de la Teletón, que todo el mundo conoce. Es bueno que existan iniciativas no estatales que ayuden a resolver problemas públicos, como el Hogar de Cristo. En estos casos, uno se pregunta por qué no lo hace antes el Estado, bueno, el Senama recién se vino a crear hace pocos años. La sociedad civil se anticipa al Estado en la resolución de estos problemas. El Estado siempre va a estar un poco atrás porque es centralista, tiene mucha burocracia y es por eso que le hace muy bien a la sociedad que sea ella misma la que se organice y solucione problemas que son púbicos y que nos competen a todos.

Mesa y comunicaciones

-¿Cómo lo ha hecho la nueva presidenta, María Elisa Quinteros? ¿Hubo un cambio con la dirección de Elisa Loncon?

-Absolutamente. Para mí la dupla de (Elisa) Loncon y (Jaime) Bassa le hizo mucho daño a la Convención. Creo que fueron seis meses en que se discriminó mucho a quienes pensamos distinto. No se permitió un debate con altura de miras para buscar el bien común y lo mejor para las familias de nuestro país. A mí me tocó conocer a María Elisa Quinteros en la Comisión de Ética. Ella fue coordinadora e hizo una gran labor permitiendo que cada uno de nosotros pudiera expresar lo que pensaba en ese minuto sobre el reglamento. Así que tengo una muy buena imagen de ella, así como de Gaspar Domínguez, a quien conocí en algunos debates debido a que es médico y yo como exsubsecretario de Salud. Él ha propiciado el debate y obviamente a presionado para apurar el tranco y dejar de lado esas pequeñeces cortoplacistas mezquinas de algunos convencionales en pos de construir una Constitución que sea la casa de todos.

-¿Fueron justas las críticas que hizo Lorena Penjean en su carta de renuncia?

-Me cuesta opinar de eso porque no tengo cabal conocimiento al no pertenecer a la mesa. Obviamente, cuando uno mira desde afuera, la Convención ha tenido problemas de comunicación, y entiendo, por lo que me han contado personas que la conocen, que es una gran profesional y extraña que ella se haya ido cuando lo que más necesitamos hoy son buenos profesionales para sacar adelante la Convención.

-¿Se ha comunicado mal, poco o ambos?

-El problema radica en que todavía hay convencionales que creen que esto es una lista de supermercado y que ellos a propósito de sus promesas de campaña tienen que lograr a toda costa cada uno de sus compromisos. Y precisamente la Convención es lo opuesto, es un grupo de 155 personas que tienen que conversar, dialogar y llegar a acuerdos, y esos acuerdos necesariamente van a significar que uno necesariamente tenga que renunciar a sus posturas iniciales para poder buscar ese acuerdo por dos tercios. Para mí ese es el gran problema, que ese grupo de la izquierda más radical todavía no entiende que aquí la única forma de que salga algo bueno es construyendo grandes acuerdos.

-En su carta Penjean también acusó poca colaboración de los mismos convencionales.

-Desconozco a quién se habrá referido en particular, pero puede que se haya referido a esas personas y otras en particular.

-¿Pero sí identifica a algunos convencionales que le han hecho mal a la Convención?

-Claro que sí. Los convencionales de la izquierda más radical le han hecho mucho daño a la Convención. Recientemente vimos declaraciones de una que decía que posteriormente a la aprobación de la norma que expropia los derechos de explotación minera la primera empresa que iba a ser abordada era La Escondida. Obviamente eso es muy contraproducente, porque primero es de gran falsedad. Nosotros el 4 de julio dejamos de ser convencionales y por lo tanto no tenemos nada que ir a hacer incluso si se aprobara esta estúpida norma de expropiación. Por la declaración de una persona de manera irresponsable se le hace un daño al resto y a toda la Convención y se tipo de cosas se ha repetido durante siete meses. Lo vimos en el día uno cuando la convencional Labraña golpeó la mesa a la secretaria cuando esta iba a tomar los juramentos de los convencionales. Para qué hablar de Rojas Vade, para qué hablar de cuando se quisieron subir las asignaciones. Hay una serie de hechos infortunados que le hacen muy mal a la imagen que tiene la Convención en la ciudadanía.

¿No hay responsabilidad de su sector también en esto?

-Nuestro rol, que insisto que es bastante insignificante por no contar con los votos necesarios ni siquiera para contar con un tercio, se ha limitado a decir las cosas que ocurren y fuimos los primeros en pedir formalmente a la mesa que la prensa, los medios de comunicación pudieran entrar a la Convención para que la ciudadanía se enterara de las cosas que estaban sucediendo. Yo creo que no hay ninguna falta, ninguna mala intención en decir las cosas que ocurren. Lamentablemente, hay personas de la izquierda más radical que hacen cosas que permiten que la ciudadanía se forme una mala opinión del trabajo del resto de los convencionales.

Zúñiga no reconoce al comité de ética como un órgano válido en la convención constitucional.

"Debido al desorden que hemos tenido, cuesta mucho que el 4 de julio lleguemos a tener una propuesta seria y mejor que la que existe. Y si llega a ocurrir que tengamos una mala propuesta, va a ser exclusiva responsabilidad de la izquierda radical de nuestro país".

"Todavía hay convencionales que creen que esto es una lista de supermercado y que ellos a propósito de sus promesas de campaña tienen que lograr a toda costa cada uno de sus compromisos. Y precisamente la Convención es lo opuesto",

"Recientemente vimos declaraciones de una (convencional de izquierda) que decía que posteriormente a la aprobación de la norma que expropia los derechos de explotación minera la primera empresa que iba a ser abordada era La Escondida".