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El escándalo que provocó Katharina Volckmer

El ingenio y humor de la escritora alemana Katharina Volckmer, autora de "La cita" (Anagrama), fue descrito como "brillante y cruel". Su raro punto de vista tiene a la crítica con las manos en la boca.
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La protagonista de la novela "La cita", una joven alemana sentada en la consulta de su médico, divaga sobre el pasado traumático de Alemania, sobre sus amores y su médico, con el que no sabe cómo lidiar. El monólogo es un experimento que indaga, desde los sueños, las obsesiones y los traumas, el pasado de un país fracturado desde la Segunda Guerra Mundial. Esta ópera prima de Katharina Volckmer fue catalogada por la crítica como "la novela feminista del verano". En el diario El País, se dijo de la joven escritora de 34 años que "su ingenio es tan brillante y cruel que parece sobrevolar cualquier época". Por ejemplo, en "La cita", la narradora compara los clichés del Holocausto con las películas estadounidenses.

"Estos clichés nacen de nuestra necesidad de hacer las cosas manejables, de la incapacidad para mirar con los ojos abiertos nuestra historia y sus consecuencias. Lo que me fascina sobre el Holocausto, y Auschwitz en particular, es que parece casi imposible representarlo con precisión en cualquier forma de arte. Comenzando con el hecho de que casi no hay fotos de Auschwitz antes de su fin, tuvimos que crear nuestras propias imágenes basadas en los testimonios de sobrevivientes. Pero la realidad de lo que pasó allí es tan insoportable que tendemos a centrarnos en otras historias. En Alemania, en particular, a la gente le encantan las historias de 'buenos alemanes', incluso si eran claramente una minoría. "La Lista de Schindler" es quizás el ejemplo más famoso. También lucho con las historias sentimentales que usan el Holocausto como un mero telón de fondo para algún tipo de chantaje emocional, el tipo de historias que se pueden describir como "holokitsch".

-Gran parte de la novela intenta provocar. ¿Te interesaba causar ese efecto?

-No la encontré tan provocativo cuando escribí el libro. Personalmente, creo que también hay mucha tristeza y que el humor, o las provocaciones, son la forma que mi narradora tiene para enfrentarse a sí misma y al mundo. Yo no pretendía producir un escándalo. Creo que el humor es un espacio anárquico que permite nuevas formas de ver las cosas, lo que lo hace muy poderoso, y me gusta cuando el libro hace que la gente se sienta incómoda con sus propias reacciones. Cuando les hace reír en algunos lugares, donde normalmente no se permite reír.

-¿Cómo ven los alemanes de su generación el pasado nazi de Alemania?

-Creo que depende de con quién lo hables. Como alguien que vive en el extranjero, tengo una visión mucho más crítica de Alemania y encuentro que las continuidades del fascismo todavía son muy evidentes. Mi generación no es responsable, pero todavía tiene una responsabilidad, y también somos la última generación que todavía tiene abuelos o bisabuelos que estaban vivos en ese momento. Potencialmente, todavía podemos hablar con los criminales y las víctimas, y creo que eso nos coloca en un lugar especial. Personalmente, creo que nuestra historia siempre será una herida abierta. No "desaparecerá" lisa y llanamente y deberíamos dejar de anhelar un lugar cómodo. En su lugar, deberíamos tratar de aprender de él y utilizar estas herramientas para enfrentamos al hoy.

Sin etiquetas

-En parte, su libro trata sobre el cuerpo y el género. ¿Crees que "La cita" puede llamarse una novela queer?

-Es justo decir que la novela explora ciertos aspectos de lo queer (identidad sexual distinta) con respecto a los cuerpos y la identidad de género. Para mí, este es un proceso continuo y siempre soy reacia a usar ciertos términos o etiquetas porque quiero mantener la libertad de pensar fuera de esos marcos. Mi escritura es, de alguna manera, una búsqueda continua para buscar el lenguaje correcto para hablar sobre cuerpos y género de manera que haga justicia a mi experiencia real.

-Su novela se ha asociado con la obra de Thomas Bernhard, así como la tradición de Philip Roth o Saul Bellow. ¿Tienes otras referencias? ¿Se siente parte de esa tradición?

-Es cierto que soy una admiradora de Thomas Bernhard, siempre he admirado su disciplina y valentía como escritor. También entiendo la comparación con Roth, especialmente con "El lamento de Portnoy"; uno de los pocos libros que me hizo reír a carcajadas al leerlo. Me siento muy halagada por esas comparaciones. Aparte de eso, hay muchas otras referencias, como la novela "Malina" de Ingeborg Bachmann, "La vegetariana", de Han Kang; artistas como Tracy Emin o Marina Abramovich, pero también las películas de Pedro Almodóvar. Por lo general, me inspiro mucho en otras formas de arte.

Lo anticuado -La corriente de la conciencia y los monólogos fueron parte fundamental de la novela en el siglo XX. ¿Algo ha cambiado al escribirlo en este tiempo, como lo hace en "La cita"?

-Suena anticuado, ¿verdad? En un momento en el que estamos abrumados por tanta falsa intimidad en línea, estaba muy tentada por la idea de meterme bajo la piel de alguien. Para mí también tiene mucho que ver con el ritmo, me parece increíblemente emocionante intentar imitar el ritmo de nuestros pensamientos. Perderse en él y ver qué sale al otro lado.

-Me sorprendió que trabaje como agente literaria. ¿Cree que su trabajo tuvo algún efecto en la escritura de "La cita"?

-No creo que haya influido en la escritura como tal, pero sí siento que es bueno para cualquier artista aprender tanto como sea posible sobre la industria con la que tratas. Te hace menos vulnerable. Entonces, me gusta pensar en mi trabajo diurno como una especie de aprendizaje que me permitió comprender realmente cómo funciona un libro (y cómo molestar a mi propio agente con muchas preguntas difíciles).

-¿Por qué le interesó escribir este libro en inglés en lugar de en alemán?

-Hay muchas respuestas a esa pregunta. Como alguien que vivió en el extranjero durante más de 15 años, mi lengua materna no es la que solía ser. También creo que nuestro concepto de lengua materna quizás sea un poco anticuado. Los idiomas que hablamos están en constante cambio, nosotros también, y para mí es algo muy poderoso escribir en un idioma que he aprendido a diferencia del idioma con el que nací. También me encanta la creatividad que reside en la limitación, en no tener un lenguaje completo a tu disposición.

-Hay una constante en su libro: la comparación de Alemania con Inglaterra. ¿Qué le atrapó de ese contrapunto?

-Esas son mis dos realidades y también creo que es algo que los inmigrantes tienden a hacer. Siempre comparan su nuevo país con el antiguo sin reconocer que su antiguo país ha avanzado mientras tanto, lo que permitió una dinámica bastante interesante. Para mí es muy importante que mi narradora no sea una hablante nativa: es una inmigrante cuyo lenguaje a veces es un poco extraño y divertido; esas voces no suelen escribirse.

Katharina Volckmer dice que los alemanes "jamás superarán el holocausto".


"La cita"

Katharina Volckner

144 páginas

$22 mil

Por Cristóbal Carrasco

"El humor, o las provocaciones, son la forma que mi narradora tiene para enfrentarse a sí misma y al mundo".

cedida