"Ciencias ocultas"
Hay en este libro una anciana fibrosa, un costurero chino, una joven andrógina y un perro irlandés en torno a un cadáver fresco, en una habitación de grandes dimensiones. Parecen esperar a que ocurra algo, pero el tiempo y el espacio flotan en una dimensión paralela y no pasa nada. O nada extraordinario. Hay una novela policial subvertida, que huye de la tiranía de la razón. Hay una resistencia a descifrar los enigmas, a ordenar el caos, a encajar las piezas, a transparentar, a acelerar y a dar por zanjado el relato. ¿Hay relato? Hay, de hecho, una resistencia a la trama. Hay la incerteza del narrador y de quien habita el espacio, de quien domina las palabras. Hay una puerta cerrada. Hay la posibilidad de leer estas 117 páginas, que son un solo gran párrafo, como una suerte de naturaleza muerta y de fijar la atención en los pormenores de la escenografía, en las descripciones minuciosas, en los primerísimos primeros planos del cuadro, en las historias paralelas que se alojan en los detalles. Hay fragmentos como puñaladas: "Tan pronto uno suelta los andamiajes de la familiaridad y deja de imponer los mapas de la memoria, el cosmos desconocido se revela a los ojos como si se corriera un velo". Hay un vuelco emocional hacia un yo, que sacude sin alarde en este tiempo suspendido. Hay el fulgor de una niña "tan chiquita ella tan chiquita". Hay imágenes residuales en la retina. Hay lo inaprensible en una novela narcótica, contemplativa, escurridiza y, por lo mismo, tan vertiginosa como extraordinaria.
Mike Wilson. Fiordo. 128 páginas. $13 mil.