Correo
Dos caras de la elección
Para los chilenos, la actual elección presidencial es la más importante desde el retorno a la democracia. Para los liberales, una de las más desagradables y complejas.
Mientras Gabriel Boric no entiende la importancia de los números y persiste en querer implementar ideas jamás logradas en ningún país exitoso, José Antonio Kast no entiende el valor de la autodeterminación
Pilar Lorenzoni
Regular el uso de los suelos
El Día Mundial del Suelo tiene este año el lema "Detengamos la erosión del suelo, salvemos nuestro futuro". Sin duda que es un llamado a la reflexión y acción, cuando toda la humanidad vive bajo una nueva condición impuesta por la pandemia y afectado por las consecuencias de la crisis climática. Actuar con sentido de urgencia es comprender que no sólo es un recurso cada vez más escaso: es la base en la que nos asentamos para vivir, para sembrar, cultivar y crecer.
De allí la necesidad de ordenar y regular el uso de nuestros suelos conforme a sus funciones y limitaciones, como un elemento básico del ecosistema donde habitamos.
Debemos recordar que los eventos naturales que configuraron nuestro territorio y su diversidad son el resultado de miles de años que contribuyeron a modelar el paisaje, y aunque nuestra presencia en ese lapso ha sido muy breve, nuestros suelos muestran efectos significativos de la erosión. El avance de la desertificación también es evidente, en un país que por sus características físicas cuenta con una reducida superficie habitable.
Atendiendo a este desafío, y también por el aporte estético y la oportunidad de recreación que ofrecen los suelos desde el norte hasta el extremo sur, es imperativo contar con una política pública acorde los tiempos, que nos permita actuar con un enfoque integral y debidamente respaldado por un marco de protección legal de los suelos.
Humberto Rivas, líder del Programa Más Turismo Sostenible, U. San Sebastián
La era del caos
Vivimos tiempos de cambios disruptivos. Qué duda cabe de eso. Lo que conocimos, ya no es. Lo que es, hoy lo debemos comprender. Por cerca de cuarenta años, el acrónimo VUCA -acuñado en la Academia de Guerra de los Estados Unidos- nos sirvió precisamente para eso. Para dar sentido a los nuevos entornos sociales dinámicos en la medida que estos surgen. Sus siglas hacen referencia a las palabras volátil, incierto, complejo y ambiguo en su traducción al inglés. El término tiene valor, pues es útil para resaltar la dificultad que reviste tomar decisiones adecuadas en un contexto de confusos cambios tecnológicos, políticos, económicos, ambientales y sociales.
Sin embargo, por muy evocativo que este término pueda parecer, muchos de los especialistas en prospectiva y diseño estratégico comenzaron a reconocer su creciente obsolescencia. Principalmente porque en estos tiempos de caos no es un descriptor útil para la construcción de sentido.
Es en ese contexto que surge un nuevo término: BANI. Nuevamente, sus letras se forman con las iniciales de conceptos en inglés. En este caso, brittle (frágil), anxious (ansioso), non-linear (no lineal) e incomprehensible (incomprensible). Esta explicación de la realidad actual en el contexto en el que nos desenvolvemos debe servir como un medio para que juntos como sociedad lleguemos a la conclusión de la necesidad de anticipar y hacernos cargo del futuro que nos depara.
Este entorno, entonces, es frágil, porque se articula en base a sistemas aparentemente fuertes, pero que son susceptibles a repentinas y catastróficas fallas; es ansioso porque toda elección parece ser potencialmente desastrosa; es no-lineal porque la relación causa-efecto parece estar desconectada o ser desproporcionada; es incomprensible porque por más que intentamos encontrar respuestas, estas parecen no tener sentido.
Jamais Cascio, miembro del Instituto del Futuro, plantea que se trata de un descriptor útil para dar cuenta de esos escenarios en los que simplemente la volatilidad o la complejidad no son suficientes para comprender lo que sucede. Daremos señales de comprensión en el momento en el que nos hagamos cargo de dicha volatilidad y complejidad, resolviendo las amenazas que nos rodean y tomando decisiones centradas en el largo plazo.
Dichas situaciones antes mencionadas muestran condiciones no son solo inestables, sino también caóticas. En las que los resultados no son solo difíciles de anticipar, si no que son completamente impredecibles. Las situaciones no son simplemente ambiguas, son abiertamente incomprensibles. Más allá de los acrónimos que queramos usar, lo cierto es que no sólo podemos, sino que tenemos la obligación de anticipar el futuro que se nos viene. Esto pasa inicialmente por hacernos cargo cada uno de nosotros de nuestras vidas y proyectos personales y también en cada una de las organizaciones de las que somos parte. Que no tengamos que decir una vez más "no la vimos venir" y más bien digamos que construimos y diseñamos nuestro propio futuro.
Alejandro Inzunza