La semana recién pasada, el Banco Central publicó el Informe de Estabilidad Financiera (IEF), correspondiente al segundo semestre de 2021. Este documento entrega la visión del Consejo del Instituto Emisor respecto de los principales riesgos, vulnerabilidades y mitigadores para la estabilidad financiera en el país. Se trata, en otras palabras, de tomar la "temperatura" al momento económico, para enviar un mensaje especialmente al mundo político y empresarial respecto de los aspectos que deberían preocupar en torno al presente y futuro.

Esta vez, el informe resaltó que en las principales economías del mundo y también en Chile, los impulsos de política para contener el impacto económico de la crisis del covid-19 han contribuido a la recuperación en el corto plazo, a evitar la extensión de la crisis a los mercados financieros y a fortalecer la resiliencia de usuarios y oferentes de crédito, en un contexto especialmente desafiante.

Como contrapartida, el documento advierte el creciente deterioro de las finanzas públicas y el aumento de la incertidumbre.

Estos factores han llevado las variaciones de las tasas de interés de mercado, el tipo de cambio y los valores bursátiles en Chile a los extremos de los movimientos internacionales y han comenzado a reflejarse en un deterioro de las condiciones financieras que afectan a los actores domésticos, como el costo de financiamiento para el Fisco, las tasas y plazos de créditos hipotecarios y la valorización de fondos previsionales. Y esto, contrario a lo que pudiera pensarse, tiene efectos concretos y directos en toda la ciudadanía.

Para el mundo político escuchar los mensajes de un ente técnico reconocido transversalmente por su calidad y visión debería ser un imperativo.

El caso contrario -actuar con irresponsabilidad y sin atender las recomendaciones del Banco Central- sólo ayudará a profundizar una crisis donde, siempre, los más afectados son precisamente los más necesitados.

¿Avotar? ¿Elegir? ¿Discriminar? Como se sabe, desde que un circo de hirudíneos se instaló con su enorme y pomposa carpa en Valparaíso, nuestro país nunca más fue el mismo.

¿El mismo? ¿Cuál país? ¿Ese donde no había suficientes teléfonos fijos y el auto era un lujo? ¿O el de hoy, donde hay más celulares que personas, autopistas taconeadas y cualquiera puede ser parlamentario o autoridad?

¿Cualquiera? Obvio cualquiera, desde un parlamentario que propone una ley de uso de condones hasta otro que propone eliminar las armas inscritas. Es decir, con ese criterio mejor eliminar el sexo por ingrato y vender nuestros autos para evitar portonazos y bienes muebles para evitar robos violentos en casa habitada…Y para qué hablar de quienes apoyan los "retiros" de nuestros propios ahorros y sus consecuencias.

En fin. ¿Sirve para algo repetir lo que vivimos día a día a causa de la irresponsabilidad, ignorancia y ambición de una mayoría de parlamentarios? Claro, para nada...

Si por una parte se sabe que los barcos no se hunden por el agua que los rodea, se hunden por el agua que les entra. Y si por la otra, este espectáculo decadente y terrorífico, este circo con sus payasos y contorsionistas en lo que se ha convertido el Congreso, son los que están dirigiendo, capitaneando esta barca llamada Chile, sin duda estamos fritos! Perdón, nos estamos hundiendo...!

Según nuestra historia republicana, hemos ido de revueltas a dictaduras, gobiernos buenos, malos y pencas y aún así hemos logrado conformarnos y crecer como nación, libre y soberana.

¿Libre y soberana?, a otro perro con ese hueso, vaya a La Araucanía.

Pero aquí estamos, la demagogia en su límite y ad portas de la elección más ideologizada y perversa, la que no sólo muestra el grado de locura que estamos viviendo, sino que nosotros, los votantes (incluidos los que quieren cambiar el mundo sin trabajar), estamos siendo más irresponsables que algunos candidatos.

Tal vez, en medio de esta chacota política, esta elección es trascendental, fundamental. Y este 21 de noviembre es para ir a votar, a discriminar, a elegir; pero no por el menos malo, hoy es hora de atreverse, atrevámonos a votar por el mejor.

Vivian Arend