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Orlando Vásquez Turra: los mil recuerdos del futbolista y último sastre de Río Negro

TESTIMONIO. Falleció hace unos días a los 92 años y con ello desapareció el oficio en la comuna. Fue misionero, futbolista de elite y dirigente deportivo por décadas. Aquí la entrevista que concedió a El Austral de Osorno antes de su deceso.
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Bladimiro Matamala

"Antiguamente, quienes trabajamos en sastrería no dábamos abasto. En realidad la demanda era todo el año, pero donde más había trabajo era en la previa de las Fiestas Patrias, Navidad y Año Nuevo. Todo copado. Debido a la cantidad de clientes, el taller contaba con un amplio número de personal, la mayoría trabajaba en locales satélites en sus casas desde donde enviaban cortado y listo para armar", recordó con nostalgia Orlando Vásquez Turra en una entrevista realizada poco antes de fallecer el pasado 1 de octubre, a la edad de 92 años.

Relatos que quedarán grabados para siempre en la memoria colectiva de Río Negro de quien fue el último sastre, un talentoso vecino vinculado a la iglesia católica cuando fue misionero; futbolista de élite en sus años mozos y dirigente deportivo por 35 años de su amado Arco Iris, el club más antiguo de la comuna.

Era un hombre que tenía muchas historias que contar cimentadas en el esfuerzo y trabajo. Con una vida espiritual intensa junto a su esposa y compañera inseparable durante 71 años, Inés Silva, con quien tuvo a su hijo Enrique.

Muchas personas tocaron a la puerta del sastre Orlando Vásquez en su hogar de calle Vicuña Mackenna para la confección de un traje o remendar un pantalón, pero muy pocos conocieron la verdadera historia de este sobreviviente de uno de los oficios más antiguos de la sociedad.

Lo recuerdan frente a su máquina de coser y elaborando un pantalón. Relató que pocos clientes le encargaban confeccionar una o dos prendas al mes en la actualidad. El resto consistía en hacer ajustes de ruedos, cambios de cierre y reducción de tallas.

Indicó que sus antiguos clientes estaban ahora en las grandes tiendas comerciales, con lo cual Orlando Vásquez ya anunciaba el fin de la sastrería.

Con nostalgia recordó cuando su padre Hipólito, de profesión también sastre, le enseñaba que debía imponer la moda al cliente. Una época cuando en Río Negro todo era muy rentable para sostener cómodamente a una familia.

"Con mi padre trabajé desde los 11 años, cuando mantenía varias pantaloneras que trabajaban en sus hogares. Mi padre llevaba todo cortado y ellas cosían. Había mucha demanda. Hoy la cosa es distinta", relató.

Su amor por el Arco Iris

Orlando Vásquez jugó centro delantero hasta los 32, que fue cuando se desgarró y asumió como presidente del club Arco Iris de Río Negro, cargo que ejerció durante 30 años. "Eramos de esos dirigentes trabajólicos. Junto a mi hijo Enrique llevábamos el saco de ropa deportiva al hombro hasta el estadio todos los domingos. Como socio, mi vida y la de mi familia ha estado al servicio del Arco Iris. Desde cuando mi padre me invitaba a la cancha a los 8 años de edad", dijo en la entrevista a El Austral.

-Usted fue centro delantero de los años gloriosos del fútbol rionegrino…

-Claro. Y respetados por todos los clubes profesionales de la época. Teníamos un muy buen equipo. Recuerdo a Jorge Nahum, Enrique Delgado, Amín Herrera, Óscar Alt, Rosendo Cisternas, Emilio Vera, Alfredo Mera, Hernán Wulf, Llan Llan, entre otros. Fue una época en que el Audax Italiano, Santiago Morning, Universidad de Chile y hasta Colo Colo caían en Río Negro cuando venían al sur.

-¿Cuál es el significado del Aro Iris en su vida y en su familia ?

- Es muy importante. Constantino Gómez fue el primer presidente a contar del 2 de diciembre de 1917 y mi padre Hipólito Vásquez Aguilar, junto a otros vecinos, fueron los fundadores. Con eso se lo digo todo. En ese tiempo se viajaba a caballo a jugar los partidos y de paso juntábamos entre todos la plata para comprar la pelota. Cuando las familias llegaban desde Chiloé a las cosechas y otras a trabajar en la fábrica de lino que funcionaba con cerca de 400 obreros, a quienes les pagaban semanalmente. Con el terremoto de 1960 esa industria se vino abajo y se acabó la fuente laboral. Fueron momentos y años muy difíciles para la ciudad, por el alto grado de destrucción que causó el sismo.

-Usted también fue misionero católico…

-Ella cuidaba niños al frente de nuestra sastrería y pololeamos cerca de cinco años. La fiesta de los 50 años de matrimonio fue grande, donde invitamos a todos los familiares y conocidos. Y después vino Canal 13 a entrevistarnos, pero eso fue una consecuencia por ser catequistas y misioneros de la parroquia. Escogieron en la décima región a dos matrimonios y fuimos uno de los elegidos por nuestra intensa vida cristiana. Recuerdo que preparamos a cerca de 80 parejas. El primero fue el matrimonio Elgueta-Paredes. Un año preparamos a 15 matrimonios de una vez y en la noche, porque trabajaban durante el día. Por supuesto terminábamos todos muy cansados, pero contentos.

"Teníamos un muy buen equipo. Recuerdo a Jorge Nahum, Enrique Delgado, Amín Herrera, Óscar Alt, Rosendo Cisternas, Emilio Vera, Alfredo Mera, Hernán Wulf, Llan Llan, entre otros".