Correo
Tejado de vidrio
El pasado 5 de octubre fue un día para conmemorar la libertad a través de un plebiscito que terminó con la dictadura cívico de Augusto Pinochet. No obstante, más que recordarlo el significado, se utilizó para descalificar a ciertos sectores y, de paso, limpiarse las manos, quedando como "democráticos". Entre éstos, la candidata Yasna Provoste, abanderada del partido Demócrata Cristiano (DC), criticó a Sebastián Sichel diciendo que él es apoyado "en quienes defendieron la Dictadura".
Si bien esto es verdad, pareciera que nuestros candidatos tienen un problema de amnesia, debido a que militantes de la DC justificaron el golpe de estado de 1973; por otra parte, tampoco se debe olvidar a los candidatos representados por partidos vinculados con dictaduras en Latinoamérica y en el mundo. En el fondo, intentan culpar a otros, pero tienen "tejado de vidrio", como se diría en nuestro país.
Daniel Soto
Dislexia y aprendizaje
Este 8 de octubre es el Día Mundial de la Dislexia y es hora de derribar mitos en torno a este trastorno de aprendizaje. Uno de ellos es la supuesta dificultad para aprender idiomas. Nada más lejos de la realidad. Pese a que cerca del 20% de la población mundial puede presentar algún indicio de dislexia , todos y todas pueden alcanzar logros si cambian las metodologías tradicionales por un aprendizaje experiencial.
Y es que son las vivencias y los vínculos los que impulsan al cerebro a salir de sus estructuras para realizar nuevas conexiones para asimilar nuevas palabras. Caminar por las calles, ir de compras, y hasta probar platos exóticos puede ser más nutritivo que muchas horas de clases.
Así lo comprobó el sueco Bertil Hult en los años 60, quien pese a presentar un importante grado de dislexia pudo dominar el inglés durante un viaje a Reino Unido. A partir de esto creó un método basado en experiencias, que hoy se aplica en más de 114 países y permite superar toda barrera para el aprendizaje de los idiomas.
Ser bilingüe abre caminos que conectan con el mundo. Hoy la dislexia no es una limitación, sino más bien una oportunidad para innovar en los métodos, derribando prejuicios y abriendo la mente a nuevas experiencias.
Pablo Parera, gerente de Education First Chile
¡No hay salud!
Aunque en la última década el sistema de salud chileno ha logrado buenos resultados en indicadores internacionales, persisten problemas relacionados con la segregación y la inequidad en el acceso a prestaciones de salud oportunas, de calidad y basadas en un trato respetuoso.
Hoy la Constitución protege el acceso a la salud con acciones dirigidas a prevenir, recuperar y rehabilitar los problemas en ese ámbito, pero el énfasis está puesto en la libertad para elegir a qué subsistema de salud afiliarse: el público o el privado.
Las personas en Chile gastan 35% en salud de su propio bolsillo, cuando el promedio de gasto en los demás países de la OCDE es un 20%. La plata se va en gastos puntuales: exámenes, lentes ópticos, aparatos ortopédicos, además de medicamentos y consultas médicas.
En Hogar Cristo entendemos y reforzamos la idea de que salud no es sólo falta de enfermedad. También es poder acceder a alimentos no-procesados y ricos en nutrientes, como frutas y verduras, que disminuyen la posibilidad de desarrollar enfermedades crónicas no-transmisibles como obesidad, hipertensión, y diabetes. Todos males que afectan a los grupos poblacionales más pobres que no acceden a alimentación de calidad. La capacidad socioeconómica también repercute en poder vivir en entornos libres de contaminación y en habitar viviendas adecuadas, tanto para resistir condiciones climáticas adversas como para resguardar la privacidad y la seguridad.
Por estas consideraciones y pensando en los grupos más vulnerables que atendemos -personas en situación de calle, con discapacidad mental, con consumo problemático, adultos mayores, entre otros- nos llevan a proponer iniciativas constitucionales que, sin duda, ayudan a mejorar la salud de todos y todas.
Lo primero es el reconocimiento de la salud como un derecho fundamental y armónico con otros derechos tales como la protección de la vida, integridad física y psíquica de la persona. Lo segundo, el establecer el deber del Estado de garantizar la inclusión y acceso a la salud de todas las personas sin exclusión ni discriminación alguna, incluyendo como una cuestión central la salud mental. Eso es lo medular, aunque también es relevante, por ejemplo, el respeto por la cosmovisión y prácticas tradicionales de los pueblos originarios en estas materias.
La salud es mucho más que la carencia de enfermedad, y así aspiramos a que se entienda.
María Isabel Robles, directora técnica nacional Hogar de Cristo