El peligro de la inflación
La inflación, en términos muy generales, es el aumento del volumen de dinero y crédito en relación con el de bienes. Es perjudicial, porque eleva el costo de vida de los ciudadanos, imponiendo -en los hechos- un impuesto altísimo a los más pobres. Además, suprime el valor de los ahorros pasados y desalienta el ahorro futuro. Según el pensador estadounidense Henry Hazlitt, esta "fomenta y recompensa la especulación y el juego a expensas del ahorro y el trabajo, socava la confianza en la justicia de un sistema de libre empresa y corrompe la moral pública y privada". Cuando en el siglo XVI se descubrieron el oro y plata americanos y se transportaron enormes cantidades de metales preciosos a Europa, el resultado fue una tendencia general a un alza de precios. De la misma manera, hoy en día, cuando un gobierno aumenta la cantidad de papel moneda, el resultado es que el poder adquisitivo de la unidad monetaria comienza a caer y así los precios suben. Dado el impacto que este fenómeno tiene en la población más vulnerable, es lamentable que no exista un consenso en nuestra clase política de que la inflación debe ser combatida, sus causas estudiadas para luego ser prevenidas, y aún
peor, que esta no sea considerada por nuestros candidatos presidenciales.
Martín Durán
Medicamentos vencidos
Es muy importante ir revisando cada 4 o 6 meses los medicamentos almacenados en el botiquín de la casa para ir desechando aquellos vencidos, ya que hay riesgo de pérdida de efectividad de estos medicamentos. El vencimiento o fecha de vencimiento es aquella en que el medicamento conserva su inocuidad y eficacia terapéutica siempre que haya sido conservado en las condiciones indicadas por el fabricante. Luego de este tiempo, no se recomienda su uso.
Los medicamentos que no deberían consumirse luego de su fecha de vencimiento son todos aquellos utilizados para tratamientos de patologías crónicas, por ejemplo, fármacos antihipertensivos, antidiabéticos, insulinas, fármacos inmunosupresores para tratamiento de enfermedades autoinmunes o para evitar rechazo de trasplante de órganos, antidepresivos, ansiolíticos, antiepilépticos, antipsicóticos, fármacos anticoagulantes y antiagregantes plaquetarios, broncodilatadores, entre otros. Si no se puede asegurar la efectividad de estos medicamentos fuera de su fecha de vencimiento, podría traer graves complicaciones en la progresión de patologías como HTA, accidentes cerebrovasculares, tromboembolismos, diabetes mellitus, depresión, esquizofrenia, asma, solo por mencionar algunas, y generar graves consecuencias para la salud de estas personas. También antibióticos, antivirales y antifúngicos, ya que la pérdida de efectividad puede empeorar la infección microbiana y potenciar desarrollo de resistencia. Es por esto que, independiente del uso del medicamento, la recomendación es no consumir medicamentos vencidos, ya que no se puede asegurar su efectividad.
Liliana Peredo, académica Química y Farmacia U. Andrés Bello
Amedrentamiento e isapres
La querella criminal interpuesta por las Isapres Banmédica y Vida Tres en contra de un grupo de médicos siquiatras es una muestra más de la grave discriminación que sufren las personas con trastornos de salud mental y las barreras que el sistema privado de salud se empeña en mantener para maximizar sus ganancias a costa de la salud de las personas.
Las ganancias desorbitadas de las Isapres y la actual querella dan cuenta de objetivos que no ponen en el centro la salud de las personas. Para poner en contexto, el año 2020 las Isapres tuvieron utilidades por $82.500 millones (USD 115 millones), un aumento de 772% respecto de 2019, y generaron una tasa de rechazo de licencias médicas por motivos de salud mental de un 43,9% y de reducción de días de reposo de 14,7%. Esto significa que más de la mitad de los reposos médicos por problemas de salud mental son obstaculizados por la industria.
La pandemia y sus consecuencias sanitarias y sociales han significado un empeoramiento de la salud mental de muchas personas, lo que previsiblemente ha aumentado los casos que requieren tratamiento y reposo médico.
Lamentablemente, en vez de facilitar la recuperación, el camino tomado por las Isapres ha sido sistemáticamente rechazar las licencias médicas y solicitar informes complementarios, exponiendo además a las personas a apelaciones y trámites angustiantes, panorama que ya está institucionalizado.
No satisfechos con esta lamentable forma de funcionar, hoy las Isapres han dado un paso más allá de lo tolerable. Presentar una querella en función exclusivamente del número de licencias emitidas por un médico, calificándolas de licencias falsas, este es una paso que no tiene sustento técnico ni ético y que puede considerarse como una clara medida de amedrentamiento para los médicos y una discriminación más para las personas con problemas de salud mental.
Carlos Ibáñez y Flávia Gal