Los invisibles
Reconocidas instituciones han incorporado el "lenguaje inclusivo" en sus diversas plataformas y redes sociales. Me pregunto si esas organizaciones cuentan con verdaderas políticas de inclusión y diversidad que permitan la implementación de acciones sostenibles y concretas para personas con discapacidades físicas, intelectuales, mentales, auditivas o visuales. Según Senadis, en Chile en torno al 20% de la población adulta tiene algún grado de invalidez, y de ellos, prácticamente la mitad son parte de los quintiles más bajos del país. Hoy pareciera que esas personas son invisibles, tapadas por el muro del ficticio debate en torno al lenguaje "no sexista", que traba el avance para una real inclusividad.
José Alberto Irarrázaval periodista
Educación ambiental
Es interesante la discusión sobre si el medio ambiente debería o no ser sujeto de derechos, más si lo complementamos a los problemas climáticos que estamos sufriendo por no saber conservar lo que tenemos. El "Día de la sobrecapacidad de la Tierra" o lo que explicó la ONU en su informe, que nos dejó en un escenario apocalíptico, son algunos ejemplos del complejo panorama que tenemos por delante.
Propuestas hay demasiadas: algunos tomando la retórica del ecólogo Garrett Hardin, proponen una coerción mutua, con la finalidad de crear consciencia; otros manifestarán la necesidad de tener presente al medio ambiente en la constitución, ya que será el piso mínimo para seguir avanzando en futuras reformas. No obstante, si queremos asegurar un verdadero progreso, es pertinente elaborar y entregar una verdadera educación ambiental. No podemos estar discutiendo sobre el medio ambiente y buscar soluciones efectivas, si todavía confundimos "ecosistema" con "naturaleza" o que el Amazonas es "el pulmón del mundo".
Daniel Soto
Justificación de la violencia
Fuimos muchos los que apoyamos con orgullo el comienzo del proceso constituyente. No sólo con la ilusión de un nuevo pacto, sino con la esperanza real de un encuentro entre los chilenos, donde todas las voces tuvieran lugar, en un orden configurado por un respeto profundo y libre entre los que nos representan en esta instancia. Hoy miramos con temor la justificación de la violencia.
La filósofa francesa, Simone Weil, frente a la violencia de las guerras mundiales, de los totalitarismos y de la opresión sufrida por la miseria a la que eran sometidos los trabajadores, propone un cambio profundo en la lógica que estructura las relaciones sociales, poniendo atención a las necesidades del otro desde el amor, desde el encuentro.
La organización social debe poner énfasis en los deberes que frente a las necesidades del cuerpo y del alma de la persona nos obligan como ciudadano, antes de los derechos que cada uno reclama para sí mismo. A cada deber le corresponde su derecho correlativo. Sin embargo, lo esencial está en el cambio de mirada, desde un individualismo o desde un colectivismo que reclama cosas para sí mismo o su grupo, a una lógica del encuentro social, dominada ya no por la violencia, sino por el encuentro, por un diálogo sincero que busca la comunión entre las personas.
El giro verdaderamente personal implica detenerse, acallar la propia voz dominante, para mirar y escuchar con atención al otro y reconocer de este modo un bien común que enaltezca el espíritu humano, superando la lógica material de la violencia.
Si nuestros convencionales comprenden y asumen libremente este compromiso, podremos lograr un orden social que nos represente a todos.
Alejandra Novoa, académica de la U. de los Andes
Loncón y violenciaA raíz de una pregunta sobre la posibilidad de intervención estatal en La Araucanía producto del terrorismo allí existente, la presidenta de la convención, Elisa Loncón, tuvo la desafortunada iniciativa de mencionar a Nelson Mandela para referirse a que no posee sus estándares para pedir que se bajen las armas.
Esta clase de comentarios dejan en clara evidencia a ciertos grupos, a los cuales les pesan más sus instintos dictatoriales junto a su ideología que sus reconocidos estudios internacionales y sus credenciales democráticas. El auge de la violencia es una realidad que viven miles de chilenos y es menester de la sociedad civil condenarla transversalmente y entender que relativizarla o entenderla como un medio para cierto fin solo es el camino seguro a la destrucción institucional, sino, miremos hacia Latinoamérica y sus resultados.
Pilar Lorenzoni