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Pavimentando el camino
Muchos convencionales constituyentes pretenden "refundar el país", cambiar su nombre y los símbolos nacionales; desmantelar la actual institucionalidad que establece las bases de una sociedad libre y sustituirla por otra que establezca una sociedad colectivista, igualitarista y estatista -un sistema que conlleva el germen del totalitarismo-; reemplazar el actual orden público económico por un modelo socialista; establecer severas restricciones al derecho de propiedad y a libertades de diverso orden; aumentar los tributos y establecer nuevos impuestos; transformar a la Fuerzas Armadas y de Orden de instituciones al servicio de la nación a instrumentos del gobierno -con lo que corren el riesgo de convertirse en instrumentos de tiranía y de corrupción-; abolir el Senado y reducir el Congreso a una cámara única; establecer derechos sociales ilusorios que no podrían ser satisfechos por el Estado -menos aun por la contracción de la inversión y del crecimiento que tales cambios acarrearían-; implantar varios idiomas oficiales; escribir el texto de la nueva Carta Fundamental con un grotesco lenguaje inclusivo; todo ello validando la violencia como método de acción política.
En fin, pretenden satisfacer exigencias identitarias y de grupos de presión y no las aspiraciones de las grandes mayorías, lo que atentaría contra la unidad nacional. No sería una Carta Fundamental en la que todos los chilenos se puedan sentir representados.
Todo lo anterior le está pavimentando el camino al "rechazo" en el plebiscito de salida.
Adolfo Paúl Latorre
Promover el bien común
Se ha impuesto en la esfera pública, ya sea por la violencia o la actuación política de nuestros representantes, una suerte de excepcionalidad del cumplimiento de la Constitución y las leyes. Esto se torna aún más grave considerando que nos encontramos en un proceso constituyente que tenga por fin una nueva Constitución. Es por esta razón que se hace necesario reforzar el sentido que debe tener el orden constitucional, y particularmente cuáles son sus fundamentos, sobre todo en un escenario en que parece difuminarse el propósito de una Constitución. Es necesario recordar que la comunidad política no tiene una justificación en sí misma, si no por referencia a las personas y que, por tanto, el Estado será siempre un instrumento al servicio de éstas.
Nuestros convencionales constituyentes deben tener presente que una verdadera discusión constitucional no puede obviar que el centro y objeto de la Constitución es generar los medios y condiciones más propicios para conseguir un desarrollo humano integral mediante reglas del juego claras que limiten el poder, con el objetivo de estar al servicio de la persona humana para promover el bien común y debe ser una norma superior e inviolable si se quiere proteger el Estado de Derecho y la libertad de las personas.
Martín Durán
Impacto de la vida saludable
Algunos cambios en la sociedad van ocurriendo lentamente. Por ejemplo, hace un par de años la bebida gaseosa dejó de ser el bebestible embotellado más vendido de Chile, convirtiéndose el agua mineral en la opción más consumida.
Los cambios de hábitos hacia lo saludable en Chile se han incrementado, siendo un beneficio para la sociedad. Sin embargo, las dinámicas de consumo que por años orientaron un bajo autocuidado en la alimentación y una vida sedentaria, configuraron una industria de insumos, productos y servicios que se vieron impactados negativamente frente al cambio hacia lo saludable, con situaciones de despidos o cierres de fábricas, como es el caso de la industria azucarera.
Junto con estos cambios, se implementó la ley de etiquetado, lo que incidió aún más el descenso de la demanda. Si a lo anterior agregamos que se tendrán menos visitas al médico y compra de medicamentos, un descenso en el uso de combustible por preferir la bicicleta, menos consumo en las cadenas de comida rápida, entre otros impactos ¿podría afirmarse que una vida sana genera un impacto negativo en la economía? La respuesta es sí, pero de manera temporal.
Los cambios en los mercados de consumidores impactan en los mercados oferentes a través de una menor demanda, lo que exhorta a éstos últimos a innovar en sus productos y servicios para adoptar las nuevas exigencias. Esto constituye una dinámica continua y permanente entre demanda y oferta, no obstante, nadie niega que desde lo público el impacto en la salud de las personas es innegable e inconmensurable, dejando claro lo beneficioso de favorecer este estilo de vida para la sociedad.
Lo que mañana configure el mercado es sólo el desafío para constituir una senda de innovación permanente para hacerlo más sofisticado y generar mejores bienes y servicios.
Óscar Gutiérrez, académico de la Escuela de Ingeniería Universidad de Las Américas