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La contaminación provocada por las criptomonedas daña su imagen

FINANZAS. Si bien estos activos digitales gozan de una popularidad en aumento, aspectos como su impacto medioambiental los ha puesto en entredicho.
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Agencias

Su consumo energético y la contaminación ambiental que generan han deslucido la imagen del bitcoin y otras criptomonedas, una de las herramientas financieras más novedosas por su carácter digital y descentralizado, que suman estas críticas a los altibajos bursátiles de las últimas fechas.

En el caso del bitcoin, la primera criptomoneda -creada en 2008- y hoy empleada por el 89% de los conocidos como "mineros virtuales" o profesionales dedicados a la gestión de este tipo de divisa digital, el problema es que implica un consumo anual de 144,28 teravatios por hora (TWh).

Ese gasto proviene de las infraestructuras necesarias para llevar a cabo el proceso de minería mediante supercomputadores que requieren un potente sistema de refrigeración para resolver los complejos cálculos que permiten validar las transacciones y otorgar al minero virtual una recompensa en forma de dinero digital.

Esto equivale al 0,66% de la energía producida en todo el planeta, según un reciente estudio del Centro para Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).

El análisis plantea que, si en lugar de un recurso financiero fuera un país, el consumo de electricidad del bitcoin lo situaría en el 27° puesto de la lista mundial en 2019, por encima de Suecia, por ejemplo.

COSTo AMBIENTAL

Este impacto ambiental es la razón empleada por Elon Musk para justificar su golpe de timón respecto al empleo de esta criptomoneda. "Una buena idea (...) pero no a expensas de un gran costo para el medioambiente", según explicó tras anunciar por qué el fabricante de automóviles eléctricos Tesla la abandonaba como medio de pago.

Previamente, la decisión de Tesla de adquirir bitcoines por valor de 1.500 millones de dólares para operativa interna y liquidez, impulsó la divisa digital por encima de los 58.000 dólares.

La posterior marcha atrás debido a la "preocupación por el rápido incremento en el uso de energía fósil, especialmente el carbón para el minado y las transacciones", provocó un desplome en su valor, que llegó a los 32.000 dólares.

Aunque 76% de los mineros encuestados durante los estudios de Cambridge aseguraron utilizar, en parte, energías renovables, los datos disponibles muestran que la hidroeléctrica fue la más empleada con diferencia por los usuarios de criptomonedas para realizar sus operaciones (62%), seguida por la de fuentes renovables (38%) y el gas natural (37%).

Compensar el gasto

A pesar de ello, el director nacional del banco de criptomonedas Bit2Me, Javier Pastor, señaló que el sistema financiero tradicional -los bancos y el dinero fiduciario- "es mucho más contaminante que las criptodivisas", pero las critican porque constituyen una competencia cada vez mayor.

Según el experto, muchas de las criptomonedas permiten fijar "tokens" o factores de autenticación "en representación de su emisión consumo de C02, que pueden ser más tarde comprados para compensar el gasto energético".

No obstante, otras divisas digitales conocidas como "altcoins" o "monedas alternativas" parecen más respetuosas con el medioambiente, como en el caso del ethereum.

Menos contaminantes

Pese a su volumen de negocio, su gasto en electricidad fue un tercio que el de su competidora, según un estudio publicado por Nature Sustainability.

Otra alternativa más "limpia" se llama algo, con la cual trabaja ClimateTrade. Según su director general, Francisco Benedito, solo usa 0,02 kWh por cada transacción versus los 150 kWh del bitcoin.

Benedito está convencido de que las divisas digitales serán "cada día menos contaminantes, gracias a la creación de protocolos que impliquen no tener que estar con el computador generando constantemente la criptomoneda" y en el futuro "dejarán de utilizarse las "blockchain" (bases de datos compartidas) más contaminantes.

Desintermediadas y no controladas

El Servicio de Impuestos Internos (SII) define las criptomonedas como "activos digitales o virtuales, soportados en un registro digital único denominado blockchain, desreguladas, desintermediadas y no controladas por un emisor central, cuyo precio está determinado por la oferta y la demanda". Dado que carecen de reconocimiento legal o reglamentario, no son consideradas ni monedas de curso legal ni tampoco como monedas extranjeras o divisas.

0,66 por ciento la energía producida en el planeta consumen los procesos para generar la criptomoneda más usada, el bitcoin.

25,4 millones de pesos chilenos era el valor al que ayer se cotizaba el bitcoin, según la información de la plataforma Google Finance.

Museo del Louvre expone por primera vez obras robadas e incautadas en la aduana del aeropuerto charles de gaulle

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El museo del Louvre expone por primera vez obras de arte requisadas en distintos puntos aduaneros de Francia que fueron robadas en Siria y Libia, aprovechando el caos de los conflictos armados para introducirlas en el mercado ilegal de arte.

Integran la muestra seis piezas confiscadas entre 2012 y 2016: cuatro estatuas de mármol que representan el torso de una mujer y dos placas decorativas con motivos cristianos, de 70 por 40 centímetros, del mismo material.

Las obras son objeto de sendos procesos judiciales cuyo objetivo es averiguar quién es su propietario legítimo y sancionar a los responsables del robo, pero el museo aprovechó del Código de Patrimonio que le permite mostrarlas mientras dure el juicio.

Decoración de jardín

Las placas decorativas con motivos cristianos fueron a parar a la aduana del aeropuerto parisino Charles de Gaulle en 2016 y los expertos creen que provienen de Siria.

Las personas que las trasladaban, que hacían el trayecto Líbano-Tailandia, dijeron que se trataba de "elementos decorativos de jardín".

De las estatuas sí se conoce el origen: "Son tan similares al estilo del lugar que sabemos que vienen de la necrópolis de Cirene (al norte de Libia). De hecho, tienen pegada una arena rojiza propia de la región", explica el comisario de la exposición, Ludovic Laugier.

Su estilo es una mezcla entre la cultura griega antigua y la cirenea preexistente a la ocupación helena de la región.

"Aunque vienen de un cementerio parece que no representan a los difuntos, sino más bien a una deesa relacionada con la muerte. Podría ser una representación de Perséfone, reina del inframundo en el mundo griego", aventura el experto.

El tráfico ilegal de arte mueve más de 12.000 millones de dólares al año y financia asuntos como la venta de armas, apunta. Las seis obras expuestas hasta el 13 de diciembre podrían haber alcanzado cientos de miles de dólares.

El robo y la venta ilegal de arte hace también que se pierda la trazabilidad de las piezas y la información que estas podrían aportar "sobre las civilizaciones y la historia común".

"Muchas obras robadas en países en guerra pueden encontrarse en internet de forma accesible. Creemos que si el gran público conoce este fenómeno, no caerá en este tipo de compras a dudosos oferentes", concluye Laugier.

6 piezas son expuestas en el recinto parisino hasta mediados de diciembre: cuatro estatuas de mármol y dos placas decorativas.

12.000 millones de dólares mueve anualmente el tráfico ilegal de arte, con los que se financian asuntos como la venta de armas.