La "Encuesta de consumo de alimentos y ansiedad durante la cuarentena por covid-19 en Iberoamérica" arrojó que el 44% de los chilenos aumentó de peso en cuarentena. Cuando se considera la calidad de la dieta, los españoles son los que están mejor evaluados, con una dieta mediterránea, con más frutas y alimentos integrales. Chile es el que tiene la peor calidad, con menos consumo de frutas, mucha pastelería casera y frituras, y con alta ingesta de alcohol. En consecuencia, con mayor consumo de alimentos muy calóricos y menos gasto energético por la poca actividad física, el resultado es el sobrepeso. También un estudio de la Asociación de Municipalidades de Chile reveló el año pasado que el 47% de los chilenos no desarrollaba actividad física.

No obstante, hace unos días se han dado a conocer los resultados de un estudio de consumo de productos del mar, encargado por la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) y ejecutado por el Instituto de Fomento Pesquero (Ifop), que mostró un incremento de 1,7 kilos desde su última medición realizada por la FAO en 2013, que la fijó en 13,2 kilos al año. Así, hoy el consumo de pescados, mariscos y algas es de un promedio de casi 15 kilos por persona al año, lo que ha sido calificado como una buena noticia.

Para la Región de Los Lagos, pródiga en la captura de peces y mariscos, este estudio, además, arroja interesantes posibilidades.

El sobrepeso y la obesidad tienen impacto directo en enfermedades como la diabetes, patologías cardiovasculares e hipertensión, que se encuentran entre las que provocan más muertes. Por el contrario, los ácidos grasos Omega 3, presentes en los productos del mar, están asociados a los beneficios de la salud del corazón, disminuyendo los riesgos de enfermedades cardiovasculares. Su consumo también se ve reflejado en la salud mental, ya que ayuda a mejorar la atención y el aprendizaje, el soporte de la memoria y la reducción de los síntomas de depresión. Por ello, los expertos en nutrición recomiendan reemplazar la ingesta de dietas ricas en grasas y azúcares por alimentos en su estado natural, como frutas, verduras, lácteos, legumbres, granos enteros, carnes magras, pescados, mariscos y algas.

Comenzamos el año 2020 con un cambio no pensado en nuestro sistema educativo, obligado por las circunstancias sanitarias graves que hemos tenido que enfrentar. En un período muy acotado de tiempo debimos cambiar nuestro formato de educación presencial a un sistema virtual de tipo sincrónico y asincrónico con apoyos en las aulas virtuales. Esto, que en palabras pareciera fácil, significó una evolución acelerada en todas las áreas y estamentos de la institución, cambiando sistemas, procesos y adaptando herramientas tecnológicas acordes a las circunstancias y necesidades.

Debemos valorar el significativo y responsable proceso de adaptación que realizaron los académicos, docentes y estudiantes, que debieron superar en forma rápida las dificultades de la tele educación en convivencia con la familia, adaptación académica, sistemas y herramientas tecnológicas, capacitaciones específicas y el permanente cuidado de no generar alguna situación de riesgo sanitario.

El año 2020 fue experiencial para todos, pero en la suma y resta, concluyo que se lograron avances importantes, quizás no esperados en tan corto tiempo. La capacidad de adaptación humana sigue siendo una de sus mayores virtudes y sobresalientes capacidades, no obstante, las grandes dificultades que cada persona-individuo debió enfrentar y quizás hoy seguir enfrentando.

Quiero en esta columna valorar el desafío asumido por miles de estudiantes y su valentía para afrontar el educarse en pandemia, una condición que ninguna de las últimas generaciones hemos tenido que hacer, sorteando además, obstáculos tecnológicos, académicos, familiares, económicos y de salud física y emocional, sin perder la motivación de cumplir con el gran sueño de estudiar una carrera de su interés.

Continuar o ingresar a cursar estudios superiores es de primera importancia para obtener la integración de conocimientos avanzados y enfrentar de la mejor forma un desafiante futuro.

Sólo sumar a eso que muchos de estos mismos estudiantes han desarrollado una vocación de servicio indiscutible que se ve reflejada hoy en múltiples tele asistencias, como por ejemplo en las áreas de la salud, ciencias sociales, ingeniería, administración, gastronomía y tantas otras que desvela la calidad humana de cada uno de ellos y se transforman en un motor motivador para las nuevas generaciones.

Eugenio Larraín Hernández, rector de instituciones Santo Tomás Osorno