Desde el inicio de la pandemia, hace ya un año, la sociedad ha ido informándose de los efectos del virus. Tanto así que, hasta ayer había más de dos millones de personas vacunadas en nuestro país, personas que han entendido que la vacuna es una de las herramientas para frenar o minimizar las consecuencias del covid-19.

Sin embargo, los expertos, la autoridad y la propia Organización Mundial de la Salud insisten en que no se debe descuidar las medidas de autocuidado.

Junto con ello, reiteran que el virus necesita de un huésped (ser humano) para movilizarse. Para pasar de un huésped a otro, usa la vía respiratoria, por eso la importancia del uso de la mascarilla, una que cubra boca y nariz.

Al saludar de mano, traspasamos el virus, por eso se debe realizar el lavado de manos con agua y jabón. Estas precauciones, independientes de si nos vacunamos o no, debemos mantenerlas.

La vacuna nos da protección contra un virus antes que se tome contacto con este. El sistema inmune crea anticuerpos, guarda la información y cuando toma contacto con el microorganismo, el sistema inmune le imposibilita el ingreso de material genético al interior de las células.

De acuerdo a la docente de Enfermería de la Universidad Andrés Bello, Verónica Zavala, las excepciones para vacunarse son sufrir de una enfermedad o tratamiento crónico que afecte el sistema inmunitario, ser alérgicos a alguna vacuna, estar embarazada y ser menor de 16 años. "Es importante considerar que las vacunas han pasado varias pruebas o fases. Y cada país establece su propio sistema de seguridad, aquí en Chile el ISP. El efecto que se persigue, se manifiesta después de los 15 días de administrada la segunda dosis, recién aquí tenemos inmunidad", asegura.

¿Por qué vacunarse? Según Zavala, la realidad es que hacerlo es clave para protegernos a nosotros mismos y a quienes nos rodean.

No hay que olvidar que la pandemia ya ha causado más de dos millones de muertes. En el caso de nuestro país hasta ayer habían fallecido 19.644 personas. Hay muchas personas en cuidados intensivos, quienes probablemente no vuelvan a ver a su familia. Consideremos el bien de los demás por sobre el unitario.

Cada 18 de febrero se conmemora el Día Internacional del Síndrome de Asperger, un trastorno del desarrollo infantil que se incluye dentro de los trastornos del espectro autista (TEA) y que afecta la capacidad del niño para socializar con las demás personas -se trate de adultos o de otros niños- con una marcada resistencia para aceptar cambios en su entorno, afectando, asimismo, la comunicación verbal y no verbal, con presencia de inflexibilidad del pensamiento y un extremo interés en temas que son específicos y absorbentes.

El primero en identificar y describir el trastorno fue el médico y pediatra Hans Asperger, quien acuñó el concepto "Psicopatía Autista", que en la terminología actual corresponde al "síndrome de Asperger".

Si bien las causas del trastorno no son conocidas a ciencia cierta, todo indica que podrían estar interactuando factores tanto de origen genético como de tipo ambiental, siendo un mal que se presenta más a menudo en los niños que en las niñas, en una proporción -según algunos estudios- de cuatro a uno. Se ha observado, asimismo, que existe una correlación de tipo genética en que el 50% de los niños con TEA tiene un progenitor -habitualmente el padre- que presenta el trastorno.

Un estudio de la Dra. Stephanie Seneff afirma que el síndrome de Asperger podría ser causado, asimismo, por infecciones durante el embarazo, por la ingesta de teratógenos y la exposición a sustancias tóxicas y metales pesados.

Los niños con Asperger suelen presentar un nivel de inteligencia que está por sobre el promedio del grupo de pares, con una gran capacidad de memoria, pudiendo destacarse en campos como la informática.

El síndrome de Asperger es un trastorno muy complejo y representa un tema poco comprendido, aún cuando la sintomatología lo hace un trastorno menos grave que el autismo, propiamente tal. Por otra parte, hay quienes señalan que el autismo no correspondería a un error en el procesamiento de información, sino que sería, simplemente, un "sistema operativo diferente".

Si bien el trastorno no tiene cura, sí es factible llevar a cabo un tratamiento de carácter multidisciplinario con el fin de facilitar a los niños con TEA su integración a la sociedad, mejorando notablemente la calidad de vida que pueden llevar como adultos.

Dr. Franco Lotito profesor del MBA de la UACh