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Salazar y su pareja, José Luis, tomaron la decisión luego que una prima les mencionó que había oportunidades en el área de la salud. En 2003 se sumó a la gran cantidad de ecuatorianos que habían elegido este destino para comenzar una nueva vida.

El plan inicial era que su esposo (dentista) llegara a Santiago, se incorporara a un cargo que le habían ofrecido familiares y, en un lapso de seis meses, pudieran reunirse los cuatro. Sin embargo, el ritmo de vida en la capital resultó agobiante, por lo que José Luis postuló a una plaza en Osorno tres meses después en búsqueda de un ambiente menos convulso.

El matrimonio, oriundo de la provincia de Manabí, y sus dos hijas, pudieron reencontrarse en la zona. En un año lograron independizarse para abrir la Clínica Dental Guzmán y S, que funciona en la actualidad en calle Matta.

Salazar, ingeniera en sistemas, se dedicó a apoyar en tareas administrativas en el recinto y viajaba constantemente a Ecuador para encargarse de una constructora. En enero de 2020 quería hacer una visita de tres meses, entre enero y marzo, y se quedó atrapada hasta octubre a raíz del cierre de fronteras.

"No había forma de venir hasta que, el primer vuelo que pude conseguir, fue en octubre. Eso me llevó a buscar otra fuente de ingresos porque yo tenía que hacer algo, seguí trabajando en la clínica a distancia y aproveché para involucrarme en otros negocios como representante de una marca de productos de cuidado personal y envejecimiento", explicó.

En ese lapso que estuvo en Ecuador contrajo covid-19, con fiebre, escalofríos y dolor de cabeza, sin embargo, ningún miembro de su familia se contagió. En paralelo sí atravesaron otras dificultades, ya que sus hermanos, dedicados al rubro de la construcción, se vieron afectados económicamente por la paralización de obras.

Si bien tiene la fortuna de viajar con frecuencia entre ambas naciones, Annabell enfatiza que "siempre nos hemos mantenido conectados vía online y nuestras conversaciones son a diario y a cada rato por videollamada o texto, es la forma de comunicarnos toda la vida y ahora con la pandemia mucho más".

La ingeniera ha construido su historia en Osorno, donde incluso ha encabezado una agrupación de labor social para brindar atenciones en salud de inmigrantes. Ya no existen planes de regresar, como lo pensó alguna vez, por lo que se dedica a contarle a sus nietos sobre las alegrías infinitas que le han regalado los dos países.

"La nostalgia, la añoranza y la pena no se acaban nunca, pero la postura de vida de ver el vaso lleno es lo que te hace salir adelante. Estoy en un país que me ha abierto las puertas, me permite trabajar, a nosotros nos ha ido muy bien. Lamentablemente no estás en tu tierra, no estás comiendo tu comida, no estás con tu gente ni familia. Aunque se pasa mucho sufrimiento, a la larga estamos vivos, unidos, pensando que mañana será un día mejor con la oportunidad de volvernos a reunir", indicó.

"La nostalgia, la añoranza y la pena no se acaban nunca, pero la postura de vida de ver el vaso lleno es lo que te hace salir adelante. Estoy en un país que me ha abierto las puertas, me permite trabajar, a nosotros nos ha ido muy bien".

Annabell Salazar, ingeniera en sistemas