Atención de víctimas de violencia de género
Tenemos la convicción de que un Estado moderno no se condice con el funcionamiento de departamentos estancos y, al contrario, no nos cabe duda de que seguir ejerciendo nuestros roles en un espíritu de coordinación y colaboración, va en la senda que nos encamina a orientar, apoyar y proteger a las víctimas de violencia de género
Hace algunos días renovamos el convenio de colaboración con el Fosis a través del cual buscamos apoyar en conjunto a aquellas mujeres que han sido víctimas de violencia de género, y que mediante sus emprendimientos intentan lograr su autonomía económica y dejar, de esta manera, de depender, en ese ámbito, de su agresor. En este mismo sentido, en el mes de diciembre de 2020 suscribimos la renovación del convenio con el Sence, con el cual también hemos estado trabajando con un objetivo similar al ya mencionado, vinculado, en este caso, especialmente al ámbito de la capacitación y empleo.
Como sabemos, la violencia de género es un fenómeno complejo que presenta una multiplicidad de causas, y por consiguiente, las respuestas parciales que puede entregar cada institución no son suficientes para abordar en forma integral la atención y protección de quienes la sufren.
Durante el año 2020 las denuncias por violencia contra la mujer aumentaron en un 5,3%, cifra que nos debe alertar especialmente si consideramos que se da en un contexto de crisis sanitaria y social, lo cual nos demanda como Estado una reacción aún más oportuna y eficaz. Sin duda, el sistema penal debe procurar que estos hechos sean investigados de manera rigurosa, con enfoque de género, debiendo desplegarse además todas las medidas de protección que la normativa permite. Sin embargo, esta respuesta se torna insuficiente cuando asumimos que la violencia obedece a factores históricos y culturales que no pueden subsanarse sólo mediante la aplicación de una eventual sanción penal.
Y es precisamente en esta perspectiva que hemos trabajado con el Fosis y el Sence para lograr que las mujeres víctimas de violencia reciban un apoyo estatal para impulsar sus emprendimientos, adquiriendo nuevas competencias a través de capacitaciones, recibiendo asesorías, y optando en algunos casos a un capital económico y de aprendizaje que potencie su actividad. Esta labor conjunta ha facilitado que decenas de mujeres comprueben que pueden salir adelante por sí mismas; que son capaces de desarrollarse personal y laboralmente y compatibilizar esas tareas con la crianza y educación de sus hijos, además del cuidado, en muchos casos, de adultos mayores que sobre ellas recae, terminando con la otrora dependencia económica del imputado que, por cierto, constituía un factor de dominación y vulneración, que además repercutía directamente en su adhesión a un proceso penal y por consiguiente en la sanción al agresor.
También debemos destacar el aporte que significan otras instituciones, tanto públicas como privadas, tales como el Sernameg; los Centros de Atención de Víctimas del Ministerio del Interior y del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos; Servicios de Salud; Centros de Salud de la Atención Primaria, fundaciones y organizaciones de la sociedad civil, entre otras, las que contribuyen desde sus respectivos ámbitos a brindar apoyo para superar los efectos emocionales derivados de este tipo de delitos, así como para reinsertar a las víctimas en un entorno más protector.
Tenemos la convicción de que un Estado moderno no se condice con el funcionamiento de departamentos estancos y, al contrario, no nos cabe duda de que seguir ejerciendo nuestros roles en un espíritu de coordinación y colaboración, va en la senda que nos encamina a orientar, apoyar y proteger a las víctimas de violencia de género de manera integral, y con mayores probabilidades de alcanzar una intervención exitosa que se traduzca en una mejor vida para ellas.