Profesores de todas las regiones del país participaron en un curso de capacitación para reconocer signos y ayudar a prevenir el suicidio, que es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes de 14 a 29 años de edad en Chile. Y no sólo entre ellos. Cifras correspondientes a 2019 del Ministerio de Salud señalan que la tasa es de 10,6 por cada 100 mil habitantes; una de las mayores entre los países de la Ocde.

El tema es un desafío para el área de salud mental del país y regional, temática particularmente golpeada por los tiempos de crisis sanitaria y la intermitencia de las atenciones. Por ello resulta importante la preparación de profesionales de la educación que puedan dar alertas sobre algunos casos de riesgo; como también entregar herramientas para apoyar a las familias que pasan por estas situaciones. En ese contexto es destacable la publicación de la "Guía de apoyo a sobrevivientes de pérdida por suicidio de un ser querido", que se puede encontrar el página web del programa Saludable Mente, www.gob.cl/saludablemente.

En ese documento hay consejos para las personas en duelo; explicaciones sencillas y además argumentos para derribar mitos. Sobre todo los relacionados con la culpa, el dolor, el miedo y la desesperanza de los familiares. Por otra parte incluye sugerencias para quienes acompañan. Entre ellas se cuenta -por ejemplo- la tendencia errónea a "hacer todo para que se pase la pena y vuelva a la normalidad", cuando en realidad no hay un plazo fijo para la superación de la pérdida y los cercanos deben ser pacientes. O el extremo contrario: alejarse porque "nada puedo hacer para ayudar y no sé qué decir", cuando en realidad basta una presencia cariñosa como refugio y alivio, o ayudas prácticas con la vida cotidiana, para hacer más abordables estas dolorosas circunstancias.

El material fue elaborado por el Programa Nacional de Prevención del Suicidio y es parte de una planificación de largo plazo para el abordaje de este problema. Es importante conocerlo, más todavía si consideramos que en los servicios de urgencia regionales se realiza en promedio 1,5 atenciones diarias relacionadas con personas que intentaron quitarse la vida. No es algo menor.

Hemos visto con inusitada reiteración, cómo en los medios se ha dado cuenta de la seguidilla de asaltos en su sentido más amplio (portonazos, encerronas, robos a mano armada o tan comúnmente llamados "cogoteos") que han tenido lugar en todo el país, y principalmente en nuestra capital.

Como contrapartida, y frente a la habitualmente tardía y/o ineficiente respuesta de los organismos del Estado en la persecución, castigo y/o rehabilitación de estos delincuentes (la mayoría de las veces, menores de edad), ha resurgido con más fuerza y habitualidad, como respuesta de los propios ciudadanos afectados, la llamada autotutela o justicia por la propia mano.

Es así que se ha podido constatar en los medios cómo grupos de vecinos y transeúntes han retenido a delincuentes, desnudado, maniatado y golpeado, en una mezcla de justicia vecinal y escarmiento público.

El peligro de la proliferación de estos actos de autotutela, es que sobrepasen los límites y finalidad que la propia legislación les ha dado y que no es otra que la de poner a disposición de la autoridad policial a quien sea sorprendido delinquiendo; que se confunda esta finalidad con un sentimiento de exclusiva venganza la que, animada por el fragor de la multitud, pueda terminar con el malhechor herido o tal vez muerto, transformado a los "justicieros vecinales" en nuevos delincuentes.

Nuestras autoridades (Gobierno, policías, Ministerio Público, jueces y parlamentarios) deben estar atentos a este fenómeno social ya que ellos socavan el Estado de Derecho y la legitimidad de la autoridad en materia de seguridad ciudadana. Sin embargo, también les platea un importante desafío y que dice relación con la necesidad que el Estado esté en condiciones reales y efectivas de procurar las condiciones necesarias para asegurar el resguardo de la seguridad nacional, la protección de la población y de la familia.

Cuando el Estado deja de cumplir sus deberes más básicos y fundamentales, como es el mantenimiento del orden, la paz social, el respeto irrestricto a la libertad, la propiedad y la vida de las personas, resurge la autotutela como reacción violenta frente a toda agresión, habitualmente desproporcionada y sin control alguno, exponiendo a quienes pretenden ejercer justicia por sus propias manos, a convertirse en lo mismo que reprimen: en delincuentes.

Felipe Jordan, Colegio de Abogados Osorno