A cuatro meses de la primera elección democrática directa de las máximas autoridades regionales por parte de la ciudadanía chilena -postergada para abril de 2021- es indudable que se está frente a un avance muy significativo en un proceso cuyo éxito dependerá en buena parte de la calidad de quien sea elegido en el marco del proceso de expresión ciudadana. Por lo pronto, se sabe que se tratará de una autoridad que tendrá una mayor validación regional, que ya no dependerá solo de la nominación y confianza de la autoridad central, sino que deberá responder directamente a la apuesta que realicen los electores de cada región.

Según lo establece la Ley 21.073, será el gobernador regional el que -entre otras funciones- tendrá a su cargo la formulación de las políticas de desarrollo de la región, así como los instrumentos que las aterrizan, además del presupuesto regional. Junto con ello, le corresponderá también la coordinación, supervigilancia o fiscalización de los servicios públicos que dependen o se relacionan con el Gobierno Regional.

La figura del gobernador regional será clave en la alineación del camino que se trace la propia Región en materia de su desarrollo, con las prioridades que se soliciten establecer con miras a que toda la inversión pública sea coherente con esos principios específicos establecidos en cada territorio.

De esta forma, la figura del gobernador regional deberá apelar de forma muy intensa a una buena coordinación multinivel -desde los municipios hasta el Gobierno central y, por supuesto pasando por el propio Gobierno Regional- así como a una creciente capacidad de fomentar la articulación público-privada en la definición de un verdadero "proyecto regional", que represente, convoque e interprete los intereses y aspiraciones locales.

Tan importante como propender a un mayor poder de decisión regional, es necesario considerar la preparación que se requiere para contar con un sistema de administración regional cada vez más robusto, que sea capaz de detectar y frenar tempranamente aquellos vicios que pueden asociarse a procesos de desconcentración del poder y de los recursos del Estado nacional.

Se concluye un año complejo, un año en que nos quitamos las vendas de los ojos, evidenciamos la pobreza, la desigualdad y lo frágil de un sistema, en que subsisten las inequidades sociales de manera latente, en la mala calidad del empleo, las condiciones de hacinamiento que han hecho difícil combatir una pandemia de manera más efectiva.

El estallido social del 2019, con un fuerte cuestionamiento a la clase política y empresarial se ha encauzado para el 2020 y 2021 en un proceso constituyente que fue ampliamente ratificado por la mayoría de los chilenos. Y la pandemia, que nos tiene con la esperanza de escenarios más optimistas con la puesta en escena de nuevas vacunas, son sin duda, los hechos que han marcado el 2020 y que nos han permitido como universidad estatal regional generar acciones en torno al proceso constituyente y colaboraciones en red con organismos públicos y privados frente a la pandemia del covid-19.

El año 2020 en materia de educación superior está marcado por varios sucesos para nuestra universidad: el efecto de la pandemia nos permitió transitar rápida y adecuadamente a actividades académicas virtuales; se concretó el ansiado proyecto de sede en la Isla Grande de Chiloé; y, a pesar de las dificultades, la universidad mantiene su proyecto educativo con nuevos proyectos e inversiones.

Como ULagos entendemos y asumimos nuestro rol al servicio de la nación, el desarrollo regional y la profundización de la democracia, donde la colaboración en un año de crisis social y de pandemia, es fundamental. Nuestros anhelos para el año 2021, es construir en conjunto, un mejor país y aportar a una mayor equidad social.

El 2021 se plantea como un año no exento de dificultades y que los pronósticos económicos no son favorables, sin embargo, tenemos que seguir fortaleciendo mayor confianza ciudadana y asumir un rol activo en las próximas elecciones de miembros constituyentes y de autoridades comunales y regionales que nos permitan transitar y cimentar un modelo donde los derechos sociales básicos garanticen una sociedad justa para todas y todos.

Oscar Garrido, rector Universidad de Los Lagos