La fuerza de la clase media
La actual crisis ha dejado al descubierto los grandes temores de un grupo que aporta con trabajo y esfuerzo al país. Es frecuente que las familias de clase media vean con escozor que pocos de los programas de ayuda estatal vayan en beneficio de ellas.
Una buena parte de los chilenos se define de clase media, pero las encuestas revelan que esas familias sienten que han quedado desprotegidas por décadas. Los gobiernos priorizan programas sociales para los más pobres, pero el estrato medio se siente postergado y vulnerable ante emergencias e imprevistos.
Un estudio de Espacio Público e Ipsos dio cuenta en 2019 que el 77% de los chilenos se considera de clase media y un 35% dijo que llegó a esa posición tras haber nacido en clase baja. Es probable que en este segmento estén presentes las claves para entender los cambios sociales y políticos que han ocurrido en el último tiempo. Pocos países han conseguido lo obrado por Chile en tres décadas, como ha sido la fuerte reducción de la pobreza. Esa transformación implicó que cambiaron la sociedad y las personas, porque generó en ellas nuevas expectativas, modificó sus sentidos, urgencias, transformó su interpretación de la realidad, del trabajo, del entretenimiento, de la cultura, su relación con los gobiernos, con los partidos políticos, así como la expresión de sus necesidades.
La clase media ha llegado a esa ubicación socioeconómica por su esfuerzo, con ahorro y endeudamiento para llevar a sus hijos al colegio, para mantener una cobertura de salud a través de una isapre o pagar la universidad. Es la fuerza emprendedora, pero a la vez es muy sensible a las crisis económicas, a las alzas de los impuestos, de los aranceles universitarios, de los planes de salud, de los combustibles y los alimentos.
Larga es la lista de las inquietudes, muchas de las cuales se reflejaron en el denominado "estallido social", pero tal vez los temas más recurrentes son las bajas pensiones; la delincuencia y la violencia que se han instalado en el país; el endeudamiento excesivo; los problemas de financiamiento de la educación superior y las dificultades para solventar los gastos de salud, sobre todo cuando alguno de los integrantes debe hacer frente a alguna intervención quirúrgica.
Algunas familias sienten que van perdiendo el estatus que tanto les costó alcanzar, aun a costa de endeudamiento. Ese segmento espera que las autoridades no olviden que constituye la fuerza emprendedora y tradicionalmente el sector olvidado.