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Sobrepoblación y fallas estructurales complican a la cárcel de Osorno

REACCIONES. Dirigentes y autoridades lamentan la falta de recursos para mejorar el edificio e indican que el inmueble debería ser reubicado en otra zona. Intendente Harry Jürgensen reconoce falencias en el penal e indica que es necesario levantar un proyecto de reposición. El recinto
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Sergio Silva / Pablo Obreque

Una serie de entrevistas a los imputados que participaron de la fuga de la cárcel de Osorno realizó el jefe de la cárcel de Alto Bonito en Puerto Montt, coronel Pedro Villarroel, quien tiene a su cargo la investigación sumaria iniciada tras el escape de tres internos ocurrida la noche del domingo 22 de noviembre.

La finalidad de esta medida es establecer responsabilidades y verificar si los imputados que estaban desde el pasado 14 de noviembre privados de libertad por un delito de receptación, contaron con ayuda para materializar su salida desde el módulo 5 del Centro de Cumplimiento Penitenciario de Osorno.

Dicho informe, que también incluye declaraciones de funcionarios penitenciarios de turno el día de la fuga, deberá estar listo dentro de los próximos 15 días.

Luego lo revisará la asesora jurídica quien determinará acciones o sanciones si así lo amerita.

Otro dato que se busca aclarar es cómo lograron saltar la muralla, aunque en la investigación queda establecido que habrían usado una escala que quedó en uno de los patios.

Cárcel osornina

El recinto penitenciario de calle Amthauer fue construido en el año 1940 con seis pabellones. Posteriormente, en la década de los 90' fue remodelada.

Fue así como la "cana vieja" quedó en el pasado y en 1994 fue inaugurada la infraestructura nueva que contempló cinco módulos que se mantienen hasta hoy.

El recinto llegó a tener casi 900 reos, cifra que se redujo el 2007 con la puesta en funcionamiento del recinto penitenciario Alto Bonito de Puerto Montt, que permitió el traslado de internos a ese penal.

La cárcel de Osorno, catalogada por Gendarmería como un penal de baja peligrosidad, cuenta actualmente con 307 internos, aunque fue diseñada para no más de 250 reos. A raíz de ello, actualmente exhibe una sobrepoblación de 23%.

Del total de la población penal, 113 corresponden al módulo 1; otros 66 al módulo 2 que mantiene a los reos condenados; mientras que en las unidades 3 y 4 se encuentran los imputados que suman 89.

El quinto módulo, desde donde se protagonizó la fuga, corresponde a una antigua parte de la cárcel de 1940.

En ese sector hay 33 personas privadas de libertad, de las cuales cuatro son imputados aislados por medida preventiva de covid-19, los que son monitoreados antes de ingresar a la población penal.

El espacio es compartido también por 17 mujeres, de las cuales nueve ingresaron como imputadas y las otras ocho cumplen diversas condenas.

También hay tres detenidos que están en proceso de tránsito, mientras que los restantes son los denominados "mocitos", que ejercen labores al interior del penal.

El personal

Los tres imputados que se fugaron de la cárcel lo hicieron tras forzar una de las ventanas del módulo 5, lo que deja en evidencia la fatiga del material de construcción.

José Montecinos, presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios (Anfup) de Osorno, dijo que las instalaciones han tenido la recepción de recursos, pero sólo para realizar trabajos menores dentro del penal.

"Aquí quedó en evidencia el deterioro o fatiga del material del edificio que es usado para los internos. Hay un desgaste de material que fue aprovechado por estos imputados. Quiero dejar en claro que no hay responsabilidad de los funcionarios. Esa área corresponde a la antigua cárcel, que fue adaptada y ahora vemos las consecuencias", manifestó el dirigente.

A su juicio, añadió, los recursos que llegan a los servicios públicos son escasos, no sólo en Gendarmería. "Este penal es uno de los más antiguos y existe un hacinamiento que es conocido por todos", sostuvo el dirigente, quien a su vez destacó la respuesta de los funcionarios que estaban en la unidad la noche de la fuga, que culminó con la recaptura de todos los implicados.

La última fuga masiva en Osorno ocurrió la noche del 11 de septiembre de 2004 y fue protagonizada por 10 reclusos y que le costó la salida al alcaide de la época, Luis García.