Dos héroes osorninos
En noviembre de cada año se conmemoran dos hechos destacables de la Guerra del Pacífico: al inicio del mes, el 2 de noviembre de 1879, se ejecutó el desembarco de Pisagua y el 27 de noviembre del mismo año se desarrolló la Batalla de Tarapacá. Ambos hechos son de gran relevancia para ir asegurando el camino a Lima, pero tiene un lazo en común: dos hijos de Osorno fueron los protagonistas principales.
Nos referimos a Juan Amador Barrientos y a Eleuterio Ramírez, dos osorninos que sirviendo en la Marina y en el Ejército y tomaron protagonismo en noviembre de 1879.
Juan Amador Barrientos participó en varias acciones bélicas en el desenlace de la guerra en el norte, pero fue en el desembarco anfibio donde logró su noble y más recordada acción, en pleno desembarco con botes que llevaban soldados desde los barcos a la playa. Barrientos, en una motivante acción y fuera de toda planificación, fue el primer chileno en clavar la bandera nacional en la cabeza de mar de Pisagua, subiendo la moral de los soldados durante el combate. Pisagua en ese entonces era territorio peruano y Barrientos abrió el camino en la nueva tierra conquistada.
Por otro lado, Eleuterio Ramírez, el "León de Tarapacá" ante la sangrienta y desventajosa acción en Tarapacá donde finalmente perdió la vida, no dudó en entregar a sus hombres en medio de la adversidad del combate, palabras de aliento y órdenes para seguir combatiendo, pese a tener inferioridad numérica Descargó toda la munición de su revolver, mientras estaba mal herido, dando testimonio de que un soldado no le teme a la muerte y cumple su deber militar de mantener su posición.
De esta forma, noviembre de 1879 conecta a dos hijos de Osorno, con ejemplos de acciones que representan la virtud del soldado valiente; dos hijos de esta tierra que fueron soldados de la tierra y del mar, ambos fueron reconocidos por las autoridades con monumentos en la ciudad que los vio nacer y se unieron en batallas diferentes, hace más de 140 años. De esta forma, Osorno está presente con su recurso más valioso en la Guerra del Pacífico, entrega lo que más adora, a su mejor capital: a sus hijos.
Gonzalo Valdés Lufi
Mercado inmobiliario
La reciente baja histórica de la tasa de interés, sumado a los ofertones de créditos hipotecarios y la mayor liquidez generada por el retiro del 10% de las AFP, ha generado una reactivación en el mercado inmobiliario en todo el país.
Esto ha logrado reactivar la baja actividad del segmento, donde la pandemia estancó al rubro durante el segundo trimestre de este año. Con el cierre del tercero, hemos visto alzas de 36% en cotizaciones por casas y un 47% en departamentos.
Esto es positivo no sólo para quien está buscando adquirir una vivienda, sino también para quien se encuentra en la necesidad de generar ingresos de forma urgente y es propietario. Si queremos que estas medidas tengan un mayor impacto, es importante que se mantengan. De subir las tasas, es probable que este impulso baje.
Hoy más que nunca el sector inmobiliario puede redistribuirse a precios más competitivos. Con el auge del teletrabajo la gente podrá buscar alternativas en comunas más alejadas, viviendo en inmuebles de mayor superficie a un menor precio y mejorando su calidad de vida. Por lo que, quienes conformamos el mercado, debemos hacer lo posible para extender este escenario.
Claudia Castro
Convención Constitucional La Convención Constitucional no está facultada para ejercer funciones propias de otros órganos.
No obstante, diversas figuras políticas pretenden "correr el cerco" y conseguir que dicha convención funcione como Asamblea Constituyente, postulando ideas tales como: "Se puede dar el fenómeno de que, dada la capacidad de movilización, los constituyentes se constituyan en la primera reunión y se autodeclaren soberanos; y se acaba todo. Se cierra el Congreso inmediatamente".
La materialización de tal aspiración va a depender de las manos en las que esté el verdadero poder: si en las autoridades que lo poseen legítimamente o en "la calle" (poder de jure o poder de facto).
Si los gobernantes del Estado (ya sea por lenidad, por el "discurso de los derechos humanos" -usado para quitar legitimidad al uso de la fuerza- u otras razones) renuncian a usar la violencia física legítima del Estado -que por deber de autoridad están obligados en justicia a aplicar para imponer el orden público- el Estado queda indefenso y el verdadero poder lo tendrá la calle.
Cuando el Estado deja de tener el monopolio del uso de la fuerza -que está en la base de su existencia- entra en crisis, no puede garantizar el estado de derecho y se convierte en un Estado fallido.
Normalmente una minoría organizada, agresiva y violenta se impone sobre una mayoría que no opone resistencia.
Adolfo Paúl Latorre