En la primavera pasada no pudimos celebrar Halloween. Después de 15 días de marchas pacíficas Chile contaba 20 muertos, 1.200 personas heridas, 1.000 carabineros heridos, 3.712 civiles detenidos, locales saqueados, edificios públicos y privados incendiados, espacios públicos, plazas y fachadas destruidas, además de 35 estaciones de metro quemadas simultáneamente. Desconcertado y temeroso por la violencia en todo el país, el gobierno abandonó sus votantes, y se dedicó a improvisar leyes para sus opositores que destruyen con cada marcha pacífica lo que encuentran a su paso.
El Presidente en este segundo periodo hereda las promesas de Bachelet, y se las exigen como si fueran de él. De primera mayoría en elecciones recientes, pasa en pocos días a ser el personaje más odiado del país, el más grafiteado, el más insultado en muros y carteles. Piñera fue erigido como el símbolo de la desigualdad que se reclamaba en las marchas. Rico e insensible, sacó ventajas con sus negocios haciéndose mala fama, la gente no olvidó su pasado y las ciudades chilenas "pagaron el pato".
Los protestantes callejeros, en su mayoría opositores al Mandatario, utilizaron la marcha como arma para botar al gobierno, entre los miles que marchaban no había líderes, no había voceros, no hubo con quien dialogar. Al caer la tarde, cuando se acababa el espíritu pacífico de los marchantes y apoyados por alcohol y drogas, la primera línea bailaba y atacaba a la policía, imponiendo la pelea callejera, las molotov, las barricadas y las antorchas incendiarias.
Eufóricos los mercenarios del narco y de los grupos terroristas organizados, contemplaban cantando sus incendios, haciendo de la tragedia urbana un espectáculo y de la destrucción un método de lograr los cambios sociales y el saqueo. Su himno favorito era "izquierda unida, jamás será vencida". Así los espacios públicos de nuestras ciudades y la propiedad privada quedaron a merced de violentos y delincuentes, si no hubiese sido por Bomberos, el país ardía entero. En dos semanas Chile perdió más edificios que en un gran terremoto.
Los políticos acorralados y asustados por la presión ciudadana, por años no escucharon a la gente, ahora inventaban escondidos una pomada para recuperar la paz social. El remedio surge de la debilidad, del remordimiento y el miedo de gobernar. Opositores y oficialistas inventan un plebiscito para entretenernos y dilatar la crisis poniendo a una Nueva Constitución como la solución para cambiar el país.
El acuerdo se firma "entre gallos y medianoche", mientras nuestras ciudades se incendian… ¿Cómo aprobar o rechazar una constitución imaginaria que está en nuestras cabezas, pero que no existe, que no ha sido estudiada, ni ha sido escrita? No importa, la idea que nos venden es que la haremos entre todos…los inocentes ciudadanos de buena intención, incluidos la primera línea.
Así los políticos vestidos de brujas de Halloween saldrán a la calle a preguntarnos en un plebiscito: ¿dulce o travesura? nos ofrecen una Constitución nueva como una broma anticipada de Halloween. Si Elige "dulce", será la solución a todos nuestros problemas, si elige "travesura", es que nada cambiará… Un año después de esta vacuna, 7 meses de covid y eternos toques de queda, millones están ilusionados con un plebiscito que cambiará mágicamente la calidad de vida, la corrupción, la ambición, la delincuencia y la cesantía.
Hoy nuevamente estamos amenazados, los violentos vuelven impunes a las calles, la destrucción de la ciudad continúa y si no le gusta el resultado del plebiscito, la izquierda unida amenaza volver a quemarnos. Así es el país que tenemos, la Constitución y las leyes no se cumplen, nuestro Estado de Derecho está en jaque y nos gobierna la Derecha. Cuantos menos ciudadanos participemos de esta broma-plebiscito, menos legitimidad tendrá.
"Opositores y oficialistas inventan un plebiscito para entretenernos y dilatar la crisis poniendo a una Nueva Constitución como la solución para cambiar el país".