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Profesora de Quilacahuín llega a la semifinal del Global Teacher Prize

LOGRO. La docente de historia Carolina Sandoval es parte de los 20 maestros elegidos entre 9.500 participantes en la versión chilena del concurso de mayor importancia de la pedagogía.
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Paola Rojas Mendoza

Gracias al compromiso y vocación con la educación rural, la profesora de historia del Colegio Quilacahuín, Carolina Sandoval, es una de las 20 semifinalistas en el concurso Global Teacher Prize Chile, certamen que es considerado el Nobel de la docencia en el mundo, donde se valora el oficio de la pedagogía, por lo que en esta versión participaron 9.500 maestros.

La docente de 36 años se comprometió con la labor educativa de ese sector de la comuna de San Pablo, tras dejar toda una vida en Santiago, motivada por el reencuentro con sus raíces. Ha desarrollado un trabajo intercultural con sus estudiantes, donde ellos participan y destacan los valores de la cultura huilliche de la zona, por lo que se decidió a participar con su interesante apuesta pedagógica.

Honor a sus ancestros

Carolina dicta este año la asignatura de Educación Ciudadana, pero su pasión es la de Lengua y Cultura Indígena, que es obligatoria en algunos establecimientos orientados a pueblos originarios, por lo que Carolina es profesora mentora de ese ramo y acompaña a una educadora tradicional.

Ella nació en Santiago, estudió Pedagogía en Historia en la universidad y luego de ejercer la docencia en la capital, decidió llegar a las tierras de sus ancestros en Quilacahuín.

"Mi trabajo en interculturalidad tiene que ver con las ganas de colocar mis capacidades profesionales en el territorio donde vivían mis tatarabuelos y bisabuelos. Dije 'aquí están mis ancestros y vengo a ofrecer mi oficio de la pedagogía', donde me liga la historia familiar", expresó.

Una vez llegada a la zona, su conexión con el entorno fue inmediata gracias a las historias familiares que durante toda su vida recibió de manera oral, tal como se hace en el campo; además, en los veranos visitaba estos lugares donde ahora ejerce su vocación.

"Llegó un momento en que dije creo que es momento de dejar la ciudad y de volver al campo y aportar desde ahí. Cuando vine a dejar el currículum, llegué solo con la confianza de que todos mis ancestros me acompañaban en el retornar a este lugar, porque no salió ni siquiera un aviso en el diario. Dije 'este es el lugar, el río Rahue, el cementerio donde está toda mi familia'", relató.

Fue así como pese a que no había un cupo para un profesor de historia, la docente presentó la carta que le permitió ingresar y que eran los cursos de educación intercultural que había realizado, tal como ahora está cursando el Diplomado de Escuelas Interculturales en la Universidad de Chile.

"Llegué con mucha confianza y fe de cuando uno coloca el amor y las ganas de estar en una escuela. Las puertas se abren y así fue como empecé a vivir en el campo y en la escuela, lo que es muy importante para la educación rural. Creo que soy una privilegiada, un poco con este ideal de Gabriela Mistral de la educación rural y habitar la escuela", reflexionó.

Cuenta también que llegó con una gran disposición de aprender de sus alumnos, como por ejemplo de su gran conocimiento del bosque nativo y de la fauna de la zona, muy diferente a lo que saben los niños de la ciudad. Esa es una de las experiencias que valora más de su trabajo y aprender día a día, por lo que finalmente gran parte de la clase la realizan los estudiantes, lo que se enriquece aún más con los que llegan desde Osorno al establecimiento.

"Mi tarea es valorar y visibilizar todos los saberes que ellos tienen y que portan por el hecho de vivir en este lugar; y como manejo los dos lenguajes, de vivir en el campo y en la ciudad, potencio eso dentro de mi clase", sostuvo.

Motivación a concursar

Sobre cómo llegó a postular a este importante concurso, explicó que lo hizo por motivación propia, porque cree mucho en la pedagogía del ejemplo, ya que con ello también motiva a sus estudiantes a atreverse a competir en distintos proyectos.

"Mis ganas de participar tienen que ver con que los estudiantes necesitan referentes adultos válidos y en esta sociedad, nosotros, como profesores, podemos transformarnos en esos referentes con nuestro quehacer", comentó.

Expresó esa intención al colegio, por lo que la institución le prestó todo su apoyo y así comenzó a hacer todo el proceso. Relató que es un sistema que hace reflexionar a los maestros sobre sus prácticas pedagógicas.

"Sentarse frente a una serie de preguntas que hacen mirar tu trabajo con los estudiantes, el rol en la escuela y con la comunidad. A veces los profesores tenemos tantas tareas en nuestro rol cotidiano, que carecemos del tiempo para hacer esta reflexión", dijo.

El enfoque del proceso apunta al por qué el postulante es innovador como docente y en el caso de esta maestra, tiene que ver con la conservación de las tradiciones de Quilachauín en el aula.

"La ruta de Esperancita"

Todo este trabajo ha sido mucho más difícil este año por el contexto de la pandemia, con la distancia que impide la cercanía con los estudiantes y el entorno del colegio. Así como todos los docentes chilenos, debió elaborar una metodología a distancia, pero en un lugar donde no se puede realizar la teledocencia por la escasa cobertura de telecomunicaciones. No obstante, surgió la posibilidad a través de un convenio con la radio La Voz de La Costa de Osorno, donde comenzaron a enviar cápsulas radiales.

Fue una gran oportunidad para que los niños jueguen un rol fundamental dentro de la clase, por lo que ellos comenzaron a participar en las cápsulas y no solo la docente.

"Así fue como comencé a ubicarlos por teléfono o vía WhatsApp, les enviaba preguntas, los invitaba a hablar acerca de algún tema y me enviaban de vuelta su audio por la misma vía. Luego juntaba todo y editaba", explicó.

Esto no le bastó a la profesora, por lo que posteriormente ideó un programa de títeres llamado "La ruta de Esperancita", donde la intención es mantener el sentido de pertenencia, sacando la idea de que por estar separados físicamente por la pandemia iban a dejar de ser una comunidad.

Así fue como nació el personaje que se llama "Esperancita Huerta", una reportera títere que entrevista a los niños y a los apoderados cuando Carolina hace sus visitas domiciliarias y así van contando sus diversas labores en el campo.

Además, en una de estas visitas un estudiante incorporó un nuevo personaje llamado "Culebrón Tuerto".

"El objetivo de la ruta de Esperancita es colocar en valor el hecho de que nuestros estudiantes en casa igual están aprendiendo, sobre todo los que están en el campo, haciendo sus huertas o cuidando sus animales. Alguien puede decir que fue un año perdido, pero para la asignatura de lengua y cultura indígena no, porque ha sido una tremenda oportunidad de aprendizaje", indicó.

"Vine sólo con la confianza de que mis ancestros me acompañaban en el retornar a este lugar".

Carolina Sandoval, Profesora de Historia