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De turistas a visitantes
No es un secreto que el turismo ha sido una de las áreas más afectadas como consecuencia de la pandemia. A raíz de esto, el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC) se aventuró con la proyección de tres posibles escenarios para el rubro: en el peor caso se perderán 200 millones de empleos de un total de 320 millones (10% de la mano de obra mundial) y USD 5.500 billones en gasto; y en el mejor escenario se perderán 100 millones de empleos y USD 2.600 billones en gasto.
Estos datos son catastróficos para cualquier país donde el turismo sea una pieza clave para la economía. En Chile, donde contamos con el desierto de Atacama, los más de cuatro mil kilómetros de costa con envidiables olas, los más de 100 parques y reservas nacionales y la mayor concentración de glaciares de Sudamérica, biodiversidad que llama la atención de las miradas internacionales cada año, sí es catastrófico.
A raíz de esta situación han tomado mayor fuerza los conceptos de turismo local y comunitario, donde lo que se busca es que las personas del mismo país afectado por una crisis (en este caso la pandemia) sean quienes se convierten en turistas de su propio territorio.
Tengamos en mente que el dinero utilizado en viajes puede quedar en los habitantes del lugar, lo que genera un impacto positivo en la comunidad visitada. Al mismo tiempo, da una oportunidad única al turista de participar en la prosperidad de las comunidades, lo que entrega una experiencia mucho más integral que sólo disfrutar de paisajes y servicios.
Algunas medidas concretas para potenciar la economía local pueden ser priorizar los restaurantes locales antes que las cadenas multinacionales, comprarle recuerdos a los habitantes del lugar, y por último, ser parte de las actividades culturales que se promueven en la ciudad.
Recorrer con estas nuevas concepciones convierten a un turista en algo más profundo: un visitante. Convertirnos en los visitantes de nuestro propio país no sólo logrará mejorar la situación económica de la comunidad concurrida, también se verá reflejado en la reactivación laboral a nivel nacional.
Gerardo Domínguez
Farmacia y vacunación
Tras leer comentarios de grupos antivacunas y ver el efecto actualmente de nuestro planeta sin una para el covid-19, creo que, más allá del sinnúmero de literatura que muestra su eficacia y seguridad, podemos asegurar que el mundo tal y como lo conocemos, necesita, y seguirá utilizando, vacunas para proteger a la población y asegurar la salud de millones de personas al rededor del mundo.
Sin embargo, en Chile, pese a las altas tasas de vacunación que tenemos nos falta avanzar hacia el cierre de brechas en algunas poblaciones. Es aquí donde las farmacias, que desde el Código Sanitario son identificadas como "centro de salud", podrían cooperar de manera importante en esta misión sanitaria nacional.
Esto, mediante el ofrecimiento de un servicio farmacéutico como lo sería la vacunación, ya sea en el marco de nuestro Plan Nacional de Vacunación (PNI), o por fuera del mismo, pero con impacto sanitario evidente, como lo es en el caso de la influenza. Esta idea no es una locura, sino que una realidad en múltiples países europeos e, incluso, aquí al lado, en Argentina, donde se ha identificado a la farmacia como un lugar idóneo, donde se cuenta con un profesional químico farmacéutico que está al alcance de la población.
Las vacunas han sido, son y serán clave para la mantención de la salud pública; y las farmacias, a través de sus profesionales, podrían ser una vía interesante de analizar para mejorar el acceso a la población de un medicamento que, sin duda, ha pasado a ser un bien social imprescindibles en nuestra sociedad.
Jorge Cienfuegos Académico de la Escuela de Química y Farmacia U. Andrés Bello
Ser adulto mayor en Chile
Según el último Censo, en nuestro país existen un poco más de 2 millones de personas mayores. De ellas, un 6,28% se encuentra realizando alguna actividad laboral, pues a medida que las personas se acercan a los 60 años les es mucho más complejo acceder a un trabajo formal.
Es por ello que se hace sumamente relevante hablar sobre la valorización del talento senior y la diversidad generacional que aporta tanto en las organizaciones, pues podemos ver una problemática desde diversas miradas y aportar desde el ingenio, la experiencia y la innovación.
A su vez, si miramos cómo es ser mayor en Chile, también debemos preguntarnos, ¿por qué las personas deben seguir trabajando hasta avanzada edad en nuestro país? Esto claramente se debe a políticas deficientes en cuanto a los derechos y el bienestar de las personas mayores y la situación cada vez se está haciendo más insostenible. Es momento de abrirnos a la inclusión efectiva.
María J. Escudero, directora ejecutiva de la Fundación Ronda