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En deuda con la educación
Las últimas cifras entregadas por el Ministerio de Educación (Mineduc) y del Banco Mundial son realmente alarmantes, dando cuenta que con el cierre de colegios cerca del 88% de los aprendizajes de un año se podrían perder y los más afectados serían los estudiantes de menores recursos, con un promedio de 95% y los de mayores recursos 64%.
La mejor herramienta existente para continuar con los procesos de aprendizaje a distancia son los software o plataformas de educación online, pero lamentablemente no todos los colegios pueden acceder a este tipo de sistemas.
Hoy, las plataformas existentes en colegios públicos y privados son un elemento primordial para seguir adelante con las metodologías escolares y son de gran ayuda para avanzar con una educación de transformaciones que van hacia la era digital, pero ¿qué se necesita para que realmente sean efectivas para todos los niños en etapa escolar y no reprueben ni pierdan el año?. Esta pregunta es muy importante porque gran parte de los alumnos e incluso profesores se han visto con problemáticas de aprender y adaptarse a estas plataformas.
La idea principal de esta nueva forma de educar es que podamos entender que no todo es malo y no todo es difícil. De hecho, en el mercado existen muchas plataformas de trabajo on line que en su génesis lo único que buscan es contribuir a descomprimir el estrés que significa enseñar y aprender desde el hogar.
La elección correcta de una plataforma para colegios realmente no debe ser al azar, ya que estas herramientas nos permitirán continuar con el proceso de aprendizaje y seguir garantizando la educación de nuestros niños independiente de la condición socieconómica que ellos tengan.
Jaime Villagrán
Enfermos y retiro de fondos
Respecto a la posibilidad de que personas con enfermedades terminales puedan adelantar el retiro de su pensión, es una cuestión no compleja de debatir y estar de acuerdo.
Suena justo pensar que, al vivir una experiencia de enfermedad catastrófica, tengamos derecho a usar estos fondos ahorrados que son nuestros. Una enfermedad terminal, en leguaje médico universal, se entiende como aquella con una expectativa de vida no mayor a 6 meses (en algunos casos 1 año) y que no tiene opción a tratamiento curativo. En ese escenario, la persona que sabe que va a morir vive una crisis existencial que afecta a todas las dimensiones de su vida, siendo la esfera económica una preocupación más a enfrentar.
Es así como, en algunas ocasiones, la "cuenta hospitalaria" y gastos del tratamiento fallido se transforman en un fantasma nocturno que no deja descansar, además, los costos a enfrentar en el futuro en condición de enfermo, suele generar la sensación de "ser una carga" para los seres queridos.
Es importante aclarar si el cambio consiste en adelantar el retiro de la totalidad del dinero, adelantar la jubilación o solo disminuir los años de expectativa de vida para el cálculo, considerando que la persona enferma puede ir perdiendo sus facultades físicas y mentales para ejecutar estos trámites legales.
Por otra parte, saber que los ahorros pasarán a los beneficiarios después del fallecimiento también podría generar tranquilidad al enfermo y es una opción.
Lo que es una certeza, es que este cambio en el sistema de pensiones viene a ayudar a satisfacer la necesidad espiritual de las personas con enfermedades terminales y "poner orden en la vida antes de partir".
Irene Muñoz Pino Académica U. Andrés Bello
Confianza en educación virtual
En la encuesta "covid-19 y educación" realizada a padres chilenos arrojó que el 82% considera decisivo integrar herramientas online a las clases presenciales tras la pandemia.
La encuesta, realizada por Smartick, arrojó también un entendimiento acerca de cómo estas metodologías ayudan a los niños a estar más concentrados y motivados por aprender.
Según los resultados, el 75% considera que un formato virtual genera más interés que un libro de texto y que con métodos virtuales se consigue mayor personalización y adaptabilidad para practicar los conceptos que imparten en la clase los profesores.
Las cifras son claras, porque aun cuando las herramientas digitales no pretenden ni deben sustituir a la educación presencial, sino ser un complemento para motivar a los niños y adolescentes, además de mejorar sus conocimientos, esta crisis deberíamos verla como una oportunidad para, de una vez por todas, replantearnos el sistema educativo y adaptarlo a la realidad digital de nuestros menores.
Javier Arroyo