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Plebiscito diferido
Sin entrar en la validez del origen ni de discutir las dos opciones del plebiscito, debemos considerar la terquedad política transversal de hacerlo en la fecha programada a todo evento.
Digo terquedad política, porque creo sinceramente que sólo al mundo político le interesa la concreción de este comicio a todo evento, sin poner sobre la mesa de discusión si realmente la ciudadanía quiere hacerla en este momento. Es un hecho de la causa que la pandemia del coronavirus no ha desaparecido y continúa evolucionando. Los contagios y fallecimientos están todos los días en los reportes de salud, estrategias como celebrar fiestas patrias y otras, regiones y ciudades salen de fases, transiciones, rebrotes etcétera, son palabras de todos los días.
Como médico me parece que el Minsal lo hace muy bien en su ámbito, pero aprendí como cirujano que es fácil y rápido decir que ante una decisión quirúrgica hay que hacerla sí o sí (plebiscito), pero es más difícil y responsable a veces posponer el momento quirúrgico…sólo eso lo da el olfato, la lógica y experiencia.
Es imprescindible tener parámetros claros y precisos, dados por expertos sanitarios para decidir pronto y, con plazo claro, si es posible hacer un plebiscito seguro para todos, donde todos los chilenos podamos ir a votar sin miedo a enfermarnos o a morir, que sean parámetros consensuados y fundamentados.
No soy epidemiólogo, pero propongo algo tan simple como un parámetro básico, votemos, pero con la vacuna puesta. Chile y los chilenos podemos esperar unos meses más.
Daniel Lilayú, ex gobernador de Osorno
El derecho de vivir en paz
El mimetismo es una estrategia de defensa o ataque que la naturaleza ha ido perfeccionando entre los distintos organismos que cohabitan este planeta. Asemejarse al otro o a otra cosa es, a fin de cuentas, un mecanismo de supervivencia para mejorar las posibilidades de proyección en el tiempo de la especie a la cual pertenece el organismo imitador. Para reconocer a estos impostores se requiere mucha agudeza sensorial, la que va más allá de los sentidos tradicionales de la vista, oído u olfato. Se requiere la capacidad de analizar integradamente todas las señales que aportan nuestros receptores tradicionales, incluso algunos organismos han desarrollado otros sentidos para reconocer la presencia de impostores que se hacen pasar por otros, con el único objeto de desenmascararlos.
En el discurso político de la sociedad del siglo XXI, es notable observar cómo el mimetismo en el lenguaje se posiciona como la estrategia básica para tratar de proyectar en el tiempo ideales que, en no pocos casos, son claramente contradictorios al lenguaje y retórica mañosa que se emplea para capturar incautos desprevenidos. Pero para ser un buen impostor hay que saber mucho sobre quién o a qué cosa se quiere imitar. Por lo general, es una estrategia que emplean los que adscriben ideales conservadores y que tratan de vestirse con ropajes un poco más liberales a la hora de convencer parroquianos.
En países subdesarrollados como el chileno, las imitaciones discursivas que se intentan en el plano de los mensajes políticos son de dudosa calidad. Son eficientes en el corto plazo, pero no por mérito propio, sino más bien por las precarias herramientas de reconocimiento de los engaños por una pléyade de incautos que, producto de sus infinitas necesidades, lo único que quieren es creer lo que quieren escuchar. Así, el "pasar gato por liebre" se ha transformado en el deporte nacional de gran parte de la clase política parasitaria del país, donde el mimetismo descarado y mal implementado alcanza niveles superlativos sobre todo en la previa de procesos preeleccionarios.
La última joya de este fenómeno nos lo entrega la campaña por el "Rechazo" al proceso constituyente, donde los creativos de dicho esfuerzo comunicacional consideraron que vestirse con los ropajes de un cantante popular, asesinado por tener ideales opuestos, podría inclinar la aguja en su beneficio.
El mimetismo no es para principiantes, sobre todo cuando cuando en el acervo popular se acogió desde hace mucho tiempo ese precepto bíblico que plantea "por sus actos los conocerás".Marcelo Saavedra, Biólogo
Institucionalidad La gran virtud de la democracia no está en ganar una elección y acceder al poder gracias a la votación popular, más bien todo lo contrario. La gran virtud de la democracia está en perder la elección y dormir tranquilo al final de la jornada electoral, a sabiendas que el vencedor no podrá destinar su poder en nuestra contra gracias a una institucionalidad sólida que limita la discrecionalidad de su actuar.
La democracia en Chile, la noche del 25 de octubre, no debería depender del triunfo del "Apruebo" o del "Rechazo", sino en la capacidad de aceptar de forma pacífica el resultado que determinen las urnas, con total independencia de la opción elegida.
Juan L. Lagos