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Estudio sobre el desarrollo cerebral sigue a miles de niños

EE.UU. El objetivo es comprender cómo los factores ambientales, sociales y genético influyen en el desarrollo cognitivo de las personas. Son casi 12.000 menores de edad que ya llevan cinco años en el proyecto y aún resta otra década.
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Efe

Raúl González es uno de los principales investigadores de un proyecto sobre el desarrollo cerebral en la adolescencia que, tiene como objeto de estudio a casi 12.000 niños estadounidenses y se extenderá al menos 10 años. "Todos los cerebros son diferentes", dice González a agencia Efe. El estudio conocido por las siglas ABCD (Adolescent Brain Cognitive Development) se inició en 2015 y acaba de obtener los fondos necesarios para continuar al menos hasta que los menores hayan cumplido los 20 años.

Nació en Cuba en 1975 y llegó a Estados Unidos con cinco años. González dirige un equipo de 14 investigadores de Florida International University (FIU). El científico destaca las enormes posibilidades que se han abierto para la ciencia con un proyecto único en el que participan una veintena de instituciones de todo Estados Unidos.

El estudio fue financiado con 290 millones de dólares, de los cuales 14 son para FIU, gracias al aporte de Los Institutos Nacionales de Salud (en inglés, National Institutes of Health, NIH), un grupo de instituciones públicas de EE.UU., para garantizar la continuidad de ABCD por otros siete años.

El objetivo de ABCD es comprender cómo los factores ambientales, sociales, genéticos y otros afectan al desarrollo cerebral y cognitivo de una persona. Desde su lanzamiento, ABCD ha recabado una cantidad muy grande de datos: 140 terabytes hasta ahora, que han servido de base para más de 100 estudios científicos realizados en su mayoría por investigadores ajenos al proyecto, según explica González, profesor de psicología, psiquiatría e inmunología y miembro del Centro para Niños y Familias de FIU.

Edad de inicio

En total son 11.750 niños, entre ellos 2.100 que son gemelos, mellizos o trillizos, los que junto a sus padres participan en este estudio que se realiza mediante cuestionarios, entrevistas, análisis clínicos y resonancias magnéticas del cerebro (una cada dos años). Los niños tenían 9 o 10 años cuando empezaron a ser estudiados.

La muestra se escogió para que fuera lo más representativa posible de lo que es la población actual de EE.UU., no solo por orígenes sino por niveles socioeconómicos y educativos. "Tenemos una buena representación hispana. Lo que más dificultad nos ocasionó fue encontrar hogares blancos euroamericanos en los que (los padres) tuvieran un nivel de educación bajo, por debajo de 'high school' (instituto o liceo)", dice Raúl González.

La fase que comienza ahora en la vida de los ahora adolescentes que tienen en torno a 14 años es de enorme importancia y determina en gran manera la trayectoria que seguirán sus vidas. "El cerebro no está plenamente desarrollado hasta los veintitantos años", explica González. El investigador subraya que la ciencia no sabe casi nada del cerebro. "Nos parece que sabemos mucho, pero hay cosas fundamentales que no entendemos todavía", asegura. "Lo que queda por entender es mucho más que lo que sabemos", agrega.

11.750 niños

9 a 10 son parte del estudio. De ellos, 2.100 son gemelos, mellizos o trillizos. También participan sus padres.

Investigación asegura que El plástico ya está en los tejidos y órganos humanos

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Era solo cuestión de tiempo para que sucediera. Los plásticos, que contaminan todos los elementos del planeta, llegaron hasta los tejidos y órganos de los seres humanos, según un estudio que se presenta en el Congreso virtual de la Sociedad Americana de Química (ACS).

Algunos fragmentos o microplásticos no biodegradables permanecen en el entorno y acaban siendo ingeridos por los animales y las personas al comer, beber o respirar. Los microplásticos son fragmentos de plástico de menos de cinco milímetros (mm) y los nanoplásticos son aún más pequeños, con diámetros inferiores a 0,001 mm. Se sabe que en la vida silvestre y en los animales, estas minúsculas partículas provocan inflamación, cáncer y problemas de fertilidad, pero de momento hay pocas investigaciones.

Los autores de este estudio quisieron averiguar si estas minúsculas partículas se acumulan en otros órganos humanos y con qué efectos. Para ello, analizaron 47 muestras de tejidos del cerebro, y de los cuatro órganos más expuestos a la filtración de microplásticos: los pulmones, el hígado, el bazo y los riñones. Al mismo tiempo, diseñaron un programa informático que convierte la información sobre el recuento de partículas de plástico en unidades de masa y superficie. "Será de acceso universal para que otros investigadores puedan compartir sus resultados y generar una base de datos abierta que permitirá a los científicos comparar las exposiciones en órganos y grupos de personas a lo largo del tiempo y del espacio geográfico", detalla el jefe del laboratorio, Rolf Halden.

Estudio inédito

El método permite a los investigadores detectar docenas de tipos de componentes plásticos en los tejidos humanos, incluidos el policarbonato (PC), el polietileno tereftalato (PET) y el polietileno (PE). Los resultados del estudio confirmaron la presencia de plásticos en todas las muestras, y el bisfenol A (BPA), que todavía se utiliza en muchos envases de alimentos a pesar de los problemas de salud que provoca, apareció en las 47 muestras humanas.

Este estudio es el primero que examina la presencia de micro y nanoplásticos en los órganos humanos de individuos con exposición ambiental. Los donantes de tejidos dieron información detallada sobre su estilo de vida, su dieta y sus exposiciones ocupacionales, lo que permitirá concretar cuáles son las posibles fuentes y rutas de exposición micro y nanoplástica.

El cambio climático ha afectado a cerca de la mitad de los océanos

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El océano a nivel mundial está cambiando rápidamente, con la modificación global y regional de la temperatura y la salinidad, lo que resulta en impactos generalizados e irreversibles.

Si bien los cambios de temperatura y salinidad más pronunciados observados se encuentran en la parte superior del océano, se han identificado cambios en las masas de agua en profundidad y probablemente se fortalecerán en el futuro.

Cerca del 50% de los océanos han sido afectados por el cambio climático, pero la cifra podría llegar hasta el 80% en las próximas décadas, según un estudio publicado en la revista Nature Climate Change.

Expertos de la Universidad inglesa de Reading utilizaron utilizando 11 modelos climáticos, y definieron cuándo se espera que surjan cambios antropogénicos de temperatura y salinidad (indicadores de la crisis climática provocada por el hombre), a partir de la variabilidad natural en el interior del océano a lo largo de las superficies de densidad.

De acuerdo con la investigación, los expertos estiman que entre el 20-50% de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico tienen diferentes temperaturas y niveles de sal, pero los porcentajes subirán al 40-60% hacia mediados de siglo, y al 55-80% hacia 2080.

Los científicos también observaron que el ritmo del impacto del cambio climático en los océanos del hemisferio sur es mucho más veloz que en los del hemisferio norte, modificaciones que empezaron a detectarse a principios de los pasados años ochenta. Según el estudio, las masas de agua bien ventiladas (oxigenadas) del Océano Austral emergen rápidamente, y lo hicieron en la década de 1980-1990, mientras que las masas de agua del hemisferio norte lo harán durante la década de 2010-2030.

"Hemos visto cambios en las temperaturas de los océanos en la superficie de las aguas por el cambio climático durante décadas, pero los cambios en amplias áreas del océano, particularmente en las profundidades, son mucho más difíciles de detectar", dice Eri Guilyardi, uno de los autores de la investigación de la Universidad de Reading y del Laboratorio de Oceanografía y Clima de París.

Estudios anteriores se habían centrado en el impacto del cambio climático en los océanos a través de la medición de las temperaturas en la superficie de las aguas, el aumento del nivel del mar y las lluvias, pero no en las profundidades de los océanos dada las dificultades para medir las temperaturas y los niveles de sal. Los científicos resaltaron la necesidad de mejorar la observación de los océanos para seguir de cerca el alcance del efecto del cambio climático en los océanos y poder anticipar con mayor exactitud su efecto en todo el planeta.