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Vida de voluntario
El fundador y presidente de Ubro, Leopoldo Rojas, se incorporó al mundo laboral en su adolescencia producto de un complejo escenario económico y las necesidades que existían en su familia, compuesta por 18 hijos. Cuando tenía 13 años, encontró muerta en un pozo a la patrona del campo donde trabajaba, un hecho que le cambiaría la vida.
A raíz de esta vivencia, empezó a practicar buceo en la comuna de Maullín un año después. En su crecimiento se enteró de varios casos de personas que se habían ahogado, sin que hubiesen encontrado sus cuerpos, por lo que decidió dedicarse a tareas de rescate en solitario por muchos años.
Aunque logró convertirse en empresario de transporte y maquinaria, nunca dejó de lado esta faceta. "Cuando Dios me bendijo en mis trabajos materiales, devolví un poco la mano. Después me contacté con buzos de diferentes zonas costeras de nuestro país. Así que cada vez que se presentaba una emergencia yo los financiaba y ayudaba. Me tocó venir especialmente a Osorno, donde me radiqué, viví y formé mi familia", detalló.
Su experiencia de más de 27 años en ayuda humanitaria, en instituciones como la Cruz Roja y de buzo en el grupo de rescate Mehuín, permitió que le llegara la propuesta de crear una unidad para operaciones de este tipo en los ríos osorninos.
"La fiscal María Angélica de Miguel, junto con autoridades de aquel entonces, me pidieron formar una unidad acá. Desistí durante un tiempo, porque mantenerla es caro. A mí me daba lo justo para hacer lo que yo podía y no tenía para formarla", indicó.
Rojas finalmente cedió ante la idea a finales de 2016, cuando el alcalde Jaime Bertín se ofreció a proporcionarle ayuda de la municipalidad con dos embarcaciones y los trajes. El rescatista viajó hasta Puerto Montt para aportar ideas en el diseño del navío y así dar inicio a este proyecto.
"La Unidad se compone, yo diría en un 50%, de familias que han vivido la situación de perder a un ser querido en el río Rahue. Cada vez que hay una emergencia acuden para entregar palabras de aliento, porque pasaron por lo mismo y saben lo doloroso que es", relató el líder de Ubro.
En los operativos deben enfrentar diversos retos, entre ellos invertir sus recursos para colaciones, traslados y capacitaciones. Por parte de la municipalidad reciben el combustible para las embarcaciones, que se mantienen funcionando entre las 9 y 17 horas durante un procedimiento, además de las mantenciones.
Para Leopoldo Rojas, de 49 años, además es un desafío "la complejidad de la naturaleza porque debajo del agua te encuentras con muchos sedimentos, palos, árboles completos, cosas cortantes como latas, vehículos, vidrios, cercos, entre otros elementos. Es muy peligroso el tema de la visibilidad y los obstáculos que tiene el río. A Dios gracias que en los 27 años que me ha tocado comandar más de 500 casos, nunca he tenido una persona lesionada".
En el proceso de compaginar el voluntariado con su vida personal reconoce que sus dos hijos han sido clave. "Siempre me han sabido comprender en los trabajos que yo hago, obviamente se sienten orgullosos. Ha sido una bendición tenerlos, con los recursos que Dios me ha dado y tener la oportunidad de ayudar a los demás", agregó.
Espíritu de vocación
Junto con Rojas, Cecilia Salas, de 42 años de edad, se convirtió en una de las socias que creyó en Ubro desde el principio. Para ella, madre de cinco hijos, atender a la gente es parte de su cotidianidad: es técnico en Enfermería en el Hospital Pu Mülen de Quilacahuín (San Pablo) y, con su esposo, son parte de la Tercera Compañía de Bomberos en esa misma localidad.
"Llegó la invitación a nuestra compañía y la tomamos. Nos interesó ver cómo trabajan, lo que se hace y nos pareció súper interesante, porque somos un grupo autónomo que no dependemos de otras instituciones o jerarquías para disponer de nuestro tiempo", comentó Salas.
Una de las cualidades que destaca de Ubro es la capacitación que reciben para abarcar diferentes funciones. En su caso, es parte del directorio, pero ejerce roles como patrón de lancha, en logística o tripulante, dependiendo de lo que amerite la situación.
"Todo se trata de planificación. Es un tema más o menos de organizarse sin desmerecer las responsabilidades. Siempre hay un espacio, cuando uno quiere, se puede. Si hoy no pueden algunos voluntarios, a lo mejor mañana sí y de ese modo nos vamos rotando. Esa es la forma en la que se trabaja y a uno cuando le gusta algo tendrá disposición para llegar a las personas que lo requieran", manifestó la enfermera.
El esfuerzo que invierte en esta iniciativa tiene su recompensa cuando reciben el agradecimiento de la gente. "Ver realizada y culminada una labor de búsqueda en el río, a esa familia que puede darle un descanso a su ser querido, creo que no necesitas nada más", enfatizó.
Si bien han logrado cubrir temas como capacitaciones, movilización y alimentos, aún quedan muchos aspectos por solventar para hacer más fácil su labor. Diariamente, los voluntarios buscan arreglar los puntos de logística por cuenta propia, no obstante, Salas considera que hace falta mayor respaldo de las autoridades.
"Es difícil porque necesitamos locomoción. Hay dos personas que tienen los vehículos disponibles para hacer llegar las lanchas al río cuando se necesita. Nos hace falta un vehículo que cuente con las condiciones para esto, que sea de la unidad. También tenemos problemas con una base, no tenemos algo así concreto a la orilla del río donde puedan estar las cosas a la mano. En un rescate se requiere estar rápido y si tienes que cruzar la ciudad completa con una lancha, es imposible llegar a tiempo", explicó.
"Todo se trata de planificación. Es un tema más o menos de organizarse sin desmerecer las responsabilidades. Siempre hay un espacio, cuando uno quiere, se puede".
Cecilia Salas, Voluntaria de Ubro
"Cuando Dios me bendijo en mis trabajos materiales, devolví un poco la mano. Después me contacté con buzos de diferentes zonas (...). Así que cada vez que se presentaba una emergencia yo los financiaba y ayudaba".
Leopoldo Rojas, Fundador y presidente de Ubro