Empleos, más allá de la letra chica
Los grandes números del mensaje presidencial sobre fuentes de trabajo deben pasar a la realidad y su efecto llegar a las personas. La creación de empleo no se puede quedar en los anuncios y las cifras, cuantiosas. La cuestión está en que los anuncios se concreten con una velocidad acorde al problema existente.
Los números confirmaron la percepción y los pronósticos: fuerte y creciente aumento del desempleo. La medición oficial consigna una tasa de desocupación promedio nacional del 12,9%.
Los economistas advierten que las personas que se encuentran acogidas a la Ley de Protección del Empleo "no figuran como desempleados, sin embargo, enfrentan una gran incertidumbre respecto a sus ingresos futuros". No saben si llegada la "normalidad" volverán a encontrar trabajo.
El Presidente Sebastián Piñera en su cuenta al país, reconoció la pérdida de un millón 800 mil empleos y, ante la gravedad de problema, anunció una inversión pública por US$4.500 millones. A la vez comprometió la agilización en la tramitación de 130 proyectos privados por US$21.000 millones, que generarían 120 mil empleos directos.
Sumó además US$2.000 en subsidio al empleo. Se totalizarían así 1.370.000 ocupaciones. Este énfasis en el tema del empleo va en el camino correcto, pues la falta de trabajo en aumento a partir de la violencia de octubre, la pandemia y la crisis internacional, golpea a todos los sectores sociales y hace que los pobres sean más pobres y que los que han superado esa línea caigan nuevamente en un abismo de desconocida profundidad que se traduce en esa desigualdad que algunos parecen ignorar y otros insisten en esgrimirla como bandera de lucha sin entregar soluciones factibles.
Pero la creación de empleo no se puede quedar en los anuncios y las cifras, cuantiosas. La cuestión está en que los anuncios se concreten con una velocidad acorde al problema existente, con los cientos de miles de personas sin trabajo, en la incertidumbre y sin recursos para la subsistencia familiar. Eso supone destrabar la burocracia, agrandar la letra chica y hacer que las grandes cifras lleguen a las personas, a los emprendedores, y se traduzcan en trabajos seguros con ingresos dignos dentro de la realidad de una economía en reconstrucción.