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Terrorismo en el surAnoche en La Araucanía, miércoles 29 para jueves 30, terroristas portando armas de guerra atacaron un hogar en Pidima, con adultos mayores en su interior y les quemaron un vehículo; en la misma localidad destruyeron con explosivos un vehículo y bloquearon las vías de acceso al lugar; en Cañete incendiaron maquinaria avaluada en más de mil millones de pesos, en Carahue destruyeron instalaciones de Aeronáutica Civil con el riesgo que ello podría provocar para la seguridad aérea; en Ercilla detuvieron un tren al encontrarse la línea férrea en llamas, desconociéndose si fue volada con dinamita; en Mulchén asaltaron y quemaron camiones en el sector de Nihuenco y mucho más.
Hoy todos los canales de televisión "moliendo agua", con los más desconectados y estúpidos temas, siempre tratados y comentados por "opinólogos" ignorantes, que se imaginan que por hablar rápido y de corrido dicen algo inteligente. Lo único que hacen es dejar en claro su calidad intelectual sin mayor aporte a la solución de los problemas del país.
Me pregunto ¿A dónde llegará todos esto?. Mientras tanto el gobierno, con su flamante ministro del Interior, como ya es costumbre, esconde la cabeza en la tierra, esperando que los problemas se resuelvan sin su participación activa, como les corresponde de acuerdo al mandato Constitucional que juraron defender. Ignora que mientras esconde su cabeza en la tierra, deja expuestas otras partes para uso y goce de terroristas y sus ayudistas.
Francisco González
Bien común
La finalidad del Estado es promover el bien común. Su obligación esencial es la conservación del orden público -un elemento del bien común, pues de él se benefician todos los ciudadanos- sin el cual las diversas actividades no pueden ser desarrolladas con normalidad y tranquilidad.
Para cumplir tal obligación, el Estado cuenta con el monopolio de la violencia física legítima -representada por la espada en la tradicional imagen de la justicia-; violencia que, por deber de autoridad, está obligado a aplicar para contener la violencia ilegítima ejercida por quienes subvierten el orden social y lograr mediante ella la restitución del orden exigido por el bien común.
En muchas ocasiones la única forma de reprimir a quienes cometen actos terroristas o que sin Dios ni ley ejercen una violencia vandálica como parte de la insurrección revolucionaria, es mediante el uso de armas letales. Ello, obviamente, puede acarrear consecuencias fatales; consecuencias que son bien conocidas y aceptadas por quienes están dispuestos a matar y a morir por la revolución y que no significan una violación de sus derechos humanos.
El Estado tiene la obligación de defenderse con todos los medios a su alcance, aunque para ello sea preciso adoptar medidas extremas. Salus populi suprema lex est -la salvación del pueblo es ley suprema- era el primer principio del Derecho Público Romano. La historia sólo condena a los pueblos que renuncian a defenderse.
Adolfo Paúl Latorre
Cada día tiene su afán
El 30 de julio de 2020 quedará como un triunfo simbólico de quienes por años sintieron el abuso de las AFP con sus ínfimas pensiones. Un día de jolgorio en que se logra retirar una pequeña parte de los propios ahorros para cubrir gastos básicos. En especial la profesora de Antofagasta, la enfermera de Punta Arenas y tantas otras jubiladas modestas que contribuyeron por más de 40 años a formar una sociedad digna, pero que paradojalmente en la que sus mejores profesionales, líderes políticos, intelectuales y de la economía no han sabido retribuirle a su trabajo social de toda una vida.
Cada día tiene su afán, reza el dicho bíblico. Ahora el Presidente de la República y los parlamentarios tienen la maravillosa oportunidad de reestructurar el sistema previsional, de suyo, individualista y poco solidario. Deben apartar criterios economicistas importantes, pero no primarios, considerando la riqueza de 22.000 US que tiene el país de ingreso per cápita. O sea plata hay. Si quieren pasar a la historia por algo, implementen pronto un mecanismo en que todos los ciudadanos puedan disponer en sus últimos años de una pensión justa, partiendo de 2 sueldos mínimos hacia arriba, no importando su origen o su ahorro.
Las nuevas generaciones lo agradecerán y serán distintas por vivir en país amable y de mayores oportunidades.
Gaspar Millas del Río