Tristes palabras
Me asombra ver cómo un senador de la Región desconoce lo que está ocurriendo en las poblaciones, más me asombra que tenga el valor de afirmar que la gente no está muriendo de hambre y que le reste valor a la labor de las ollas comunes que se han formado en distintos puntos del país con la finalidad de ir en ayuda a las familias que han sido más afectadas por la crisis económica y sanitaria.
Las ollas comunes no son un show mediático de la izquierda, tal como afirmó nuestro honorable senador hace unos días en un matinal, es una triste realidad desde hace años y que hoy en día han ayudado a cientos de familias y personas que se han visto en la necesidad de recurrir a ellas. El aumento de las ollas comunes sólo afirma lo frágil de nuestro modelo económico, ya que bastaron un par de semanas para que aparecieran con mayor frecuencia y un par de meses para que se volvieran una realidad país.
Impacta saber que quien tiene la posibilidad de representarnos en instancias legislativas tan importantes desconozca lo que está ocurriendo, quizás sí la gente no se está muriendo directamente de hambre, pero está muriendo contagiada de covid-19 porque se le ha hecho imposible dejar de trabajar, porque el hambre no puede esperar la llegada de la tardía ayuda estatal, porque a meses de comenzar la entrega de cajas y bonos aún hay familias que no han recibido ayuda alguna y a las cuales las ollas comunes han sido un gran alivio para enfrentar los tiempos que estamos viviendo.
En Osorno, la parroquia San Leopoldo Mandic de Rahue Alto ha realizado esta noble labor desde hace 30 años, ¿serán izquierdistas? No, no es necesario ser de izquierda para ir en ayuda de quienes están desprotegidos y a quienes el Estado ha abandonado a su suerte, basta un poco de criterio para saber que las ollas comunes se hacen por amor al prójimo y donde los colores políticos no tienen cabida.
Leidy Alejandra Rail Henríquez
Pandemia y pobreza infantil
En contexto sanitario del covid-19 ha dado paso a diferentes negatividades económicas y sociales que afectan a adultos, mujeres, adultos mayores y niños.
La actual situación genera la pérdida inmediata de los ingresos y hace que las familias encuentren más dificultades para obtener productos básicos y que tengan menos probabilidades de acceder a la atención médica o la educación, y estén más expuestas a la violencia, la explotación y el abuso. No obstante, estos efectos no golpean a todos por igual, siendo la infancia la que se vería potencialmente más afectada.
Aunque las estadísticas sanitarias señalan que los niños son la población menos amenazada sanitariamente por la propagación del covid-19, la pandemia golpea de otras maneras a este grupo etario. La situación en estos últimos se observa normalmente en relación a los efectos escolares producidos por la cuarentena, sin embargo, las repercusiones económicas de la pandemia podrían ampliar aún más las brechas existentes entre los niños de distintos estratos y provocar el aumento de la pobreza infantil.
Un estudio realizado en conjunto por la ONG Save the Children y UNICEF muestra que, a menos que se tomen medidas urgentes de protección, para finales del 2020 el número de niños que viven en hogares pobres en los países de bajos y medianos ingresos podría aumentar un 15%, hasta alcanzar un total de 672 millones. El aumento más considerable -de hasta un 44%- podría registrarse en los países de Europa y Asia Central, mientras que en América Latina y el Caribe podría producirse un aumento del 22%.
Chile aún no presenta datos al respecto, sin embargo, podría seguir la tendencia regional. De acuerdo con esta estimación, se revertirían significativamente los avances en la lucha contra la pobreza infantil registrados en la mayor parte de la región durante el siglo XXI.
Estas cifras dan cuenta de una crisis en los derechos de los pequeños. En una región tan desigual como América Latina, en la que miles de niños y adolescentes han vivido años de desventajas, las actuales restricciones impuestas en un intento por frenar la enfermedad no sólo desencadenan mayor desempleo para sus hogares, sino que también privan a los niños más pobres de acceder adecuadamente a la educación o de jugar con sus pares, entre otros aspectos.
A corto plazo, estos niños se enfrentan a la posibilidad de encontrar mayores barreras de acceso a servicios de salud, educación y nutrición. Pero a largo plazo las consecuencias pueden ser otras, debido a que, según varios especialistas, es en la infancia y en la infancia temprana el punto crítico en el cual es moldeado el curso de vida.
Ariel Rosales, trabajador social y académico U. San Sebastián
Guantes tirados
En varias ocasiones he encontrado guantes ocupados y restos de toallas desinfectantes botadas en estacionamientos y carros de supermercados. ¿Qué cuesta arrojarlos a la basura, de forma correcta?. Le gente en Chile tiene muchos derechos y poquísimos deberes...
Miguel Bernales