Noticias falsas en la crisis sanitaria
El gran riesgo es que cualquier falsedad que gane fuerza puede anular la importancia de un conjunto de hechos verdaderos. Los medios de comunicación también tenemos una gran responsabilidad, especialmente a nivel local.
Un desafío especialmente complejo para las sociedades democráticas -que deberían tener como base ciudadanos bien informados y un debate público de calidad- lo representa la creciente desinformación que prima en los contenidos que se difunden a través de las redes sociales y plataformas privadas de comunicación.
En nuestro país se han registrado episodios recientes en las redes sociales donde la desinformación ha primado en los mensajes promovidos con fines espurios y desde el más amplio espectro político.
Actores de la desinformación son los propios usuarios de las redes sociales, que cumplen dos roles claves: primero son las audiencias que consumen este contenido sin un mayor cuestionamiento y también, en una buena parte de los casos, se convierten en los distribuidores de ese material. Es decir, contribuyen a amplificar la desinformación, ayudados también por algoritmos de las redes sociales que hacen que a medida que más usuarios interactúen con ese contenido, lo transformen en más "recomendable" a otros usuarios.
El espectro de noticias falsas que circulan en torno a la pandemia es amplio: desde teorías de la conspiración sobre un supuesto "verdadero origen" de la enfermedad asociado a afiebradas teorías, hasta presuntos remedios caseros para hacer frente al covid-19 o los eventuales efectos negativos del uso de mascarillas. Todos difundidos por fuentes de origen desconocido y que solo ayudan a aumentar la confusión o, incluso, pueden llegar a causar directamente daños a la salud, al recomendar falsas protecciones o el consumo de productos que dañan nuestros organismos.
El gran riesgo es que cualquier falsedad que gane fuerza puede anular la importancia de un conjunto de hechos verdaderos.
En ese sentido, los medios de comunicación también tenemos una gran responsabilidad, especialmente a nivel local, con el fin de proporcionar información y datos que pueden contribuir directamente al potencial de los ciudadanos para la autoprotección y la seguridad, así como ayudar a orientar políticas públicas en virtud de la conexión entre distintos mundos que suelen no conversar tan fluidamente, como el científico y el político.