La cuarentena, el distanciamiento social y físico y, en general, las medidas que se han adoptado para que las personas no salgan de sus casas con el fin de no exponerse a contagios con el coronavirus, han impactado también la salud física y mental. Un estudio de la Asociación de Municipalidades de Chile ha revelado que el 47% de los chilenos no está desarrollando actividad física desde que en marzo del presente año se declaró la emergencia sanitaria.

Si bien estas acciones van en el sentido de contribuir a evitar contagios y resguardar la vida de las familias, han limitado asimismo la actividad física, ya que no se han adoptado hábitos de reemplazo, como realizar ejercicios dentro de la casa. Y a la inactividad se debe agregar la mayor propensión a comer en exceso.

De acuerdo con la encuesta, tres de cada diez consultados (33%) declara que no practica actividad física alguna porque no es prioridad en este momento, una afirmación que los expertos cuestionan.

La Organización Mundial de la Salud caracteriza a una persona sedentaria como aquella que realiza menos de 150 minutos de actividad física a la semana. En ese sentido, hay diversos estudios que revelan la magnitud de ese problema en Chile, desde antes del confinamiento por covid-19.

En nuestro país, probablemente el acceso a la comida se vea más por la cantidad que por la calidad y allí también está parte de la explicación con respecto al exceso de peso que tiene la población.

Cada vez aparecen a más temprana edad enfermedades de adultos como la diabetes, hipertensión y problemas cardíacos. Asimismo, la obesidad infantil puede ocasionar disminución de la autoestima, apnea del sueño, aumento de lesiones articulares, problemas cardíacos y respiratorios, además de problemas al hígado.

El objetivo principal de la encuesta de la Asociación de Municipalidades era percibir los hábitos de hacer ejercicio antes y después de la emergencia de covid-19, pero los resultados servirán para generar estrategias que bajen los niveles de sedentarismo entre las personas, que es la otra pandemia de la cual habrá que hacerse cargo.

Encontrándonos en medio de una de las mayores crisis sanitarias y sociales de la historia, el mundo ya empieza a preguntarse respecto a la recuperación económica, y a mi modo de ver, sobre lo más importante: ¿cómo recuperar la economía y qué tipo de recuperación económica deseamos? Todo esto cuando acabamos de conmemorar dos fechas muy ligadas a estas preguntas: el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio) y el Día Nacional del Comercio (6 de junio).

Es importante tratar de despejar un asunto crucial. Lo más probable es que la economía post-pandemia no sea la misma que hemos conocido hasta ahora. Tanto desde organismos internacionales, como del mundo privado, la visión compartida es que la economía deberá integrar el medioambiente. Sin embargo, en esta visión compartida las diferencias se producen en los principios, énfasis, prácticas, formas, mecanismos, e incluso, tecnologías que utilizaremos. De un lado aparecen voces que, sacrificando el crecimiento, priorizan la protección y el desarrollo de Sistemas Socio-Ecológicos; y con ello un nuevo tipo de economía, más consciente de su entorno y de la salud psico-socioambiental.

De otro, notamos el surgimiento de visiones que proponen que crecimiento económico y Medio Ambiente sí son compatibles, a través de tecnologías eco-eficientes en diferentes sectores productivos y el reemplazo de las fuentes de energía existentes por otras alternativas, menos contaminantes.

En medio de este debate, en el sector Transporte y Logística aparece la Electromovilidad; por tratarse de un Sistema Tecnológico de Transporte cuyo uso supone nula emisión de Gases Efecto Invernadero. Pero, también debe contemplar un cambio en la matriz energética. Entonces, debemos estar conscientes que la Electromovilidad en sí misma no es la solución a los problemas ambientales.

Ella, y en general el Sistema de Transporte y Logística, deberá abordar, analizar y gestionar el ciclo de vida completo de producción y reciclaje, es decir, desde la extracción de los recursos naturales necesarios (en este caso, litio), hasta la producción o conversión de vehículos eléctricos y sus componentes (baterías, motores, etc.), así como de sistemas optimización, para su posterior reciclaje y procesamiento final.

Marco Rosas, director de Innovación Inacap sede Osorno