La emergencia sanitaria ha causado muchos problemas para familias e instituciones regionales y nacionales. Rutinas y procesos han debido cambiarse debido al confinamiento y las medidas de resguardo que ayudan a evitar la propagación de la enfermedad, pero que también desafían al ingenio y especialmente la paciencia, pues no se sabe bien cuándo pasará esta situación.

Hay incertidumbre. Y mucho de lo vivido parece indicar que esta experiencia cambiará para siempre la forma de relacionarse, de trabajar, de estudiar, de organizarse socialmente, de colaborar con los vecinos y vecinas, de cultivar la amistad, de proyectar futuro.

Así ha pasado luego de otras emergencia que a nuestra comunidad le ha tocado vivir y desde ellas se emergió con fortaleza, resiliencia y especialmente con capacidad de valorar lo propio, la esencia de aquello que nos identifica.

Esta última idea es la que se busca reforzar con el Día del Patrimonio, que se celebra cada año desde 1999, pero que en la contingencia actual adquiere aún mayor fuerza: una invitación a mirar las riquezas que nos fortalecen. Este 2020 será festejado el 29, 30 y 31 de mayo, con una propuesta para realizar recorridos virtuales por museos, monumentos, parques, zonas típicas y otras que se han preparado especialmente para esta ocasión. La idea es cambiar las visitas presenciales (que el año pasado fueron más de un millón en todo Chile) por contactos a través de plataformas digitales en el sitio www.diadelpatrimonio.cl . Hay 664 actividades.

Paralelamente entidades como la Fundación Futuro han convocado a un concurso para profesores relacionado con el mismo tema: el patrimonio común que nos une (www.fundacionfuturo.cl).

Es de esperar que muchas personas tengan la oportunidad de participar y sumarse, para que conozcan lugares únicos, pero también para que valoremos en conjunto los registros de un pasado que señala sendas a seguir; aunque hoy parezca duro hacerlo.

Muchos investigadores se han preguntado, por qué razón en ciertas disciplinas científicas predomina la genialidad precoz. El deseo de averiguar qué es lo que hay detrás de esta realidad, ha conducido a los estudiosos -basados en análisis estadísticos- a afirmar que en algunas áreas, si la persona no hizo nada genial hasta una cierta edad, entonces no lo hará nunca. El gran físico alemán, Albert Einstein, ganador del Premio Nobel de Física, dijo en una ocasión que "una persona que no haya hecho una gran contribución a la ciencia antes de los 30 años, nunca lo hará". Y, al parecer, tenía razón, ya que cuando presentó su Teoría de la Relatividad tenía sólo 26 años.

Recluido en casa de su madre a causa de la peste bubónica, Isaac Newton, de 23 años, tuvo la inspiración que más tarde lo haría famoso en todo el mundo, ya que, en dos años -1665-1666-, concibió el cálculo integral y diferencial, la mecánica clásica, un análisis de la luz y la óptica, y sentó las bases de las leyes de la gravitación universal.

Charles Darwin, el naturalista inglés, desarrolló su teoría de la evolución biológica vía selección natural, cuando se acercaba a los 30 años, justificando su teoría -en su obra "La evolución de las especies"-, a través de numerosos ejemplos extraídos de las observaciones que hizo de la naturaleza.

Los investigadores han demostrado que en una amplia gama de disciplinas, el ser humano es más productivo y creativo en los primeros años de la edad adulta y, a partir de entonces, sufre una declinación constante.

Asimismo, los científicos se han dado cuenta, que la edad promedio en la cual surge este "auge creativo", es diferente según la profesión. Es así, por ejemplo, que aquellas personas que tienen impulsos puros de creatividad -físicos, matemáticos, poetas- muestran una tendencia a producir sus obras más originales cuando se acercan a los 30 años y cuando recién han rebasado esa edad.

Por otra parte, la producción de los novelistas, ingenieros y médicos muestra la tendencia a aumentar en forma más lenta, alcanzando su culminación cuando el sujeto se acerca a los 40 años y en los primeros años que le siguen. El inventor norteamericano Thomas Edison, por ejemplo, inscribió una parte importante de sus patentes entre los 30 y los 35 años, y a los 40 años acumulaba alrededor de 400 patentes.

¿Cuál es el factor común de todos estos genios creativos? ¡La perseverancia!

Franco Lotito, académico, escritor e investigador (PUC-UACh)