Comercio purranquino se "defiende" con las ventas en medio de la pandemia
EFECTOS. Local de gastronomía incluso ha incrementado las ventas, mientras que librería debió cambiarse de local.
El comercio y los vecinos de Purranque sienten el efecto que va dejando el covid-19, cuyo impacto registraba hasta ayer 33 personas contagiadas, cuando apenas empieza a sentirse la curva. Pese a los contagios, que se sitúan esencialmente en la zona rural, los vecinos piensan que la recomendación de QuédateEnCasa que se promociona con fuerza desde la salud primaria (Cesfam) y secundaria (hospital) está funcionando.
En el comercio hay opiniones divididas sobre las ventas y movimiento durante la crisis, aunque se "defienden", considerando la crisis que ha generado la pandemia.
En la calle Las Heras, frente a la plaza de Armas, funciona el Restaurante El Comilón, sitio obligado para la tertulia de paso y el disfrute de la exquisita gastronomía y productos gourmet, local que además conserva algunos testimonios del pasado de Purranque.
Su representante, Patricio Araus, informó que el establecimiento no ha parado en realidad. "Seguimos funcionando porque nuestros clientes se han cuidado y con eso cuidan a todos. Han cumplido el protocolo de la Autoridad Sanitaria. Y nosotros igual con la normativa y cuidando también a las personas que trabajan en nuestro local", indicó.
Contó que, incluso, ha crecido la cantidad de clientes durante esta pandemia. Y que algunos visitantes se sientan, esperan sus productos y luego se van a sus hogares o actividades laborales. Siempre con sus mascarillas y guantes, respetando el distanciamiento social.
"Lo que pasa es que le tenemos harto respeto al virus y de verdad los purranquinos asumimos que su arremetida va en serio", señaló.
Por la ventanilla
Patricia Barrientos es propietaria de la Librería Don Pepe, que por 40 años funcionó en la intersección de Aníbal Pinto con Pedro Montt. Dijo que producto de la emergencia de salud todo cambió.
"Tuvimos que cambiarnos de local. Dejamos de arrendar y adaptamos una pieza en nuestra casa, aquí cerca de la municipalidad, donde estamos atendiendo a través de una ventana enrejada por mientras. Es mucho más chico en todo caso, tuve que despedir a la niña que trabajaba conmigo, porque uno vende, claro, pero como somos librería y no hay clases, bajaron al mínimo las ventas", explicó.
Reveló que como actividad comercial alcanzaron a pasar marzo "y si uno fuera adivina, en ese mes no me hubiese encalillado. Hoy no tendría deudas".
Informó que como familia asumieron ahora otros costos para mantener el stock, porque no quieren que el local desaparezca, aunque lo que se venda sirva sólo para pagar lo que deben.
"Dios no más sabe eso. Tenemos las cosas que más rotan en la actualidad, como por ejemplo, la tinta para impresora y las resmas tamaño carta y oficio, archivadores. Ah, lo de la tinta ya casi se acaba porque los proveedores están desabastecidos".
Patricia Barrientos vive con una hija de 13 años y su madre Ángela, de 80 años, que la acompaña a trabajar. Más una tía que se llama Julia, que vive al lado y tiene 81 años. Ella vende lana.
"Y le ha ido bastante bien, porque las mujeres en Purranque están tejiendo como arañitas. Menos mal que la salud nos ha acompañado", expresó.
"Estamos soportando, como todo el mundo", expresó el conocido representante de Supermercado Mackro, Zaki Bikandi, sobre el momento por el que atraviesa la actividad comercial en Purranque
"Bien preocupados, para que le voy a mentir. Todo restringido. Gracias a Dios estamos funcionando con todas las precauciones que recomienda la Autoridad Sanitaria. Pero no sabemos qué puede pasar más adelante. Nuestra atención es de 9 a 19 horas", indicó el empresario.