Censura
Cada 3 de mayo se celebran los principios de la libertad de prensa. Se recuerda la importancia de defender la independencia del periodismo y se honra la labor de aquellos que perdieron la vida en el ejercicio de su profesión. Este año, y en el contexto de la pandemia, la fecha cobra un valor aún más importante.
En China, país donde se originó el virus, las autoridades llevan años sometiendo a estricta censura a todos los medios y publicaciones. Llama la atención entonces que algunos miren el autoritarismo chino como un modelo eficiente para contener la pandemia. Se ignora que esa falta de libertad y fiscalización al Estado fue la que permitió que el gobierno ocultara información durante meses, limitando los márgenes de acción de los demás países para reaccionar.
Hoy más que nunca debemos cuidar y valorar nuestra democracia liberal con las garantías de transparencia que esta nos entrega.
Bárbara Haas
Derechos humanos y pandemia
La pandemia ha generado una serie de negativas consecuencias para el país, evidenciándose claros impactos en el desarrollo económico, en la ejecución de políticas públicas y en lo que respecta a la congruencia de las decisiones políticas. Estos problemas no son los únicos que han emergido, también se han materializado una serie de efectos que han llegado a condicionar el respeto y la protección a los derechos humanos. Esto es así, ya que algunas de las decisiones que las autoridades políticas han adoptado -y que en algunos casos han sido amparadas en una interpretación excesiva de las atribuciones que le ofrece el estado de catástrofe- han carecido no sólo de transparencia, sino también de una adecuada ponderación respecto al carácter obligatorio e inviolable que tienen los derechos humanos.
A modo de ejemplo, y para el caso en cuestión, la premisa enunciada se expresa en aquellas medidas que han amenazado o condicionado el goce efectivo del derecho a la salud, el trabajo y la seguridad social, entre otros, y que se pueden ejemplificar con la suspensión de las prestaciones GES, la decisión de no implementar un test de salida a las personas contagiadas con el covid-19 como condición de alta efectiva, la exigencia de regularización del status migratorio que algunos hospitales han realizado a la hora de atender a extranjeros, el llamado que hizo el gobierno para que los servidores y funcionarios públicos retomen paulatinamente al trabajo, la postura de la Inspección del Trabajo que legitimaba las suspensión de las obligaciones laborales, las medidas que condicionan la jubilación, la tardanza en la repatriación de los nacionales, entre otros.
Ante esto, y considerando que la pandemia ha significado un altísimo costo económico para el país, el gobierno se ha mostrado imprudente al querer implementar medidas que parecieran buscar una forzada reactivación económica sin considerar a plenitud las obligaciones nacionales e internacionales a las que el Estado se ha comprometido a promover y respetar y que están asociadas al disfrute efectivo de los derechos humanos. Al respecto, y atendiendo a que los efectos de la lucha contra la propagación del virus se perciben de manera más gravosa en los sectores más desposeídos, es que se requiere que las medidas que adopte el gobierno sean ponderadas de forma integral a fin de evitar la discriminación indirecta que hoy se aprecia.
Pedro Díaz, director de Escuela de Administración Pública, Universidad Austral de Chile
Teletrabajo: lujo de algunos
Hemos visto que el teletrabajo ha sido el tema central desde el inicio del covid-19, sin embargo, aún parece ser un experimento bajo la marcha y un proyecto del que seguimos sacando lecciones. Y es que su continuidad deja un escenario futuro, más bien incierto. Sin duda, la crisis sanitaria nos obligó a adaptarnos rápidamente a un sistema al que muchos no estábamos preparados. Esta pandemia nos deja también una oportunidad para abordar este gran desafío que es el teletrabajo y que se transformó en la medida de protección más efectiva para algunos trabajadores.
Si bien vimos ánimos de avanzar, cuando el pasado 23 de marzo la Cámara de Diputados aprobó la Ley de Teletrabajo, la cual esperamos vaya perfeccionándose, resulta difícil que esta ley cumpla su propósito y sea el aporte que pretende ser, si no están garantizadas las condiciones para que aquellos ciudadanos que podrían aplican según la naturaleza de sus trabajos, disfruten de ella.
Pues, a pesar de contar con un marco legal que posibilita el trabajo a distancia, el teletrabajo sigue siendo para muchos un lujo. Y es que entre otras cosas no todos tienen acceso o cuentan con una buena conexión a Internet.
En este Día del (tele)Trabajo, creemos es importante reflexionar sobre cómo esta pandemia marcará un antes y un después en la vida de las personas y en la forma de trabajar de algunos.
Sandra Díaz