Covid-19
El coronavirus ha puesto en tela de juicio el obrar de cada uno en nuestra sociedad. El peligro o riesgo de contagio hace suponer que actuemos y cerremos filas detrás de las medidas de la autoridad sanitaria. La encuesta Cadem ilustra que un 79% de los encuestados considera que los chilenos no están tomando lo suficientemente en serio este fenómeno y un 74% declara estar cumpliendo la cuarentena. Estos números serán puestos en vigor al momento de que la Semana Santa tome la agenda y sepamos, si es que privilegiamos la prevención, autocuidado y responsabilidad individual. Sólo la puesta en práctica de estos valores y determinaciones podrán delimitar si estuvimos a la altura de lo que la emergencia sanitaria amerita.
José Luis Trevia
Confinamiento y exclusión
Tradicionalmente en la historia humana las personas con discapacidad han sido segregadas de los espacios de participación social. Sin embargo, cuando parecía ser que la inclusión estaba siendo reconocida por gran parte de los países en el mundo y avalada por el carácter internacional de los Derechos Humanos, comienzan a emerger movimientos sociales que reclaman por igualdad y reivindicación. Sumado a ello, recientemente irrumpen violentamente agentes patógenos que atentan contra la vida y la salud pública, exigiendo al máximo, cuidados y cohesión social entre todos.
La actual crisis sanitaria generada por el covid-19 ha significado nuevamente confinamiento y exclusión en las personas con discapacidad pertenecientes al 15% de la población mundial. Hay falta de acciones concretas y oportunas en materia de salud que los protejan, debido a que muchos de ellos se encuentran en los grupos de riesgo y que, en su gran mayoría, residen con sus padres, cuidadores o algún adulto mayor que igualmente pertenece a los grupos vulnerables en esta pandemia.
Con el cierre parcial o total de servicios otorgados por organizaciones públicas y privadas que asisten las necesidades específicas de las personas con discapacidad, sus procesos de rehabilitación se postergan, capacitaciones para el trabajo se suspenden, programas de integración no se ejecutan, sólo por señalar algunas de las prestaciones que bajo el contexto de esta crisis no se desarrollan, generando en ellas y en sus familias, nuevamente, confinamiento y postergación social.
Cristóbal Sepúlveda Carrasco, académico investigador de la Escuela de Educación Diferencial Universidad de Las Américas
Típico chileno
Al comenzar la crisis sanitaria, partieron dando las exigentes características técnicas que debían tener las mascarillas para protegerse verdaderamente del covid-19, descartando todas las que la población tenía a la mano. Y resulta que ahora imparten instrucciones para que cada uno en su casa fabrique las mentadas mascarillas, con verdaderamente muy domésticos materiales, aguja, hilo, género y un par de elásticos...
Luis Soler Milla
Una inversión, no un gasto
Cuando hay un gran incendio, un tsunami, incluso un estallido social, existen personajes que huyen (o amenazan con hacerlo) hacia lugares más seguros para sus capitales: los inversionistas.
Este fenómeno de fuga de capitales ha estado asociado a diversas situaciones locales. Sin embargo, queda preguntarse: ¿A dónde se huye cuando nos encontramos con un fenómeno mundial? El covid-19 ha puesto dicha situación y no será la última pandemia mundial.
El presidente Macron de Francia habló del sistema de salud en los siguientes términos: "No son costos ni cargos, sino bienes preciosos, bienes indispensables cuando el destino ataca". Entendiendo la salud como algo necesario para el buen funcionamiento de una sociedad y de la economía, es lógico pensar en ella como una inversión, y no como un gasto. Es hora de reevaluar los recursos destinados al área sanitaria.
Debemos dejar de ver a los inversionistas como seres etéreos, ya que ellos viven y respiran el mismo aire que nosotros. Es por lo anterior que deberían preocuparse por ver a la salud pública (y otras políticas sociales) como una inversión, más que un mero gasto. Es dejar de ver el árbol y cuánto dinero obtenemos al talarlo, y ver al bosque y cómo logramos su sustentabilidad. Es un llamado a dejar de ser miope e (hiper) individualista por el bien de todos, y a su vez, por el bien propio.
Jorge Cienfuegos, académico Escuela Química y Farmacia U. Andrés Bello