Si partimos de la base que el factor -o condición- de estrés es la forma que tiene nuestro cuerpo de reaccionar y prepararse para responder a los estímulos a los que se ve sometido, desde, por ejemplo, sobrevivir a un asalto, escapar de una catástrofe, hasta el acto de enfrentar una grave crisis laboral o de pareja, concordaremos entonces, que esta condición se hará tanto más perjudicial, si el evento desencadenante se extiende durante un tiempo muy prolongado -proceso llamado "cronificación del estrés"-, y que termina por agotar nuestras reservas de energía interna, al mismo tiempo que mina nuestro sistema inmune y afecta nuestra salud física y mental.
A Chile le ha tocado la desgracia de vivir -casi de manera conjunta- dos eventos muy estresantes: el estallido social, que se prolongó por más de cuatro meses, y la irrupción de la pandemia del coronavirus, una situación que está impactando de forma directa la salud, bienestar y la economía de muchos chilenos. Lo anterior, sin distinción de edad, sexo, raza o clase social.
Lo más grave y peligroso de la pandemia que afecta a Chile -y al mundo entero-, es la gran incertidumbre que existe acerca de cuánto tiempo permanecerá entre nosotros el covid-19 y de cómo seguirá afectando este contagioso mal a cada uno de los habitantes del país, por cuanto este virus no sólo afecta nuestra salud -incluso con riesgo de muerte-, sino que también nuestros empleos, así como la posibilidad de desplazarnos libremente y reunirnos.
Un estudio publicado hace algunos años por la Sociedad Chilena de Psicología, determinó que situaciones como los desastres naturales, estados de catástrofe -o la pandemia que nos afecta, hoy en día- desencadenan consecuencias directas e indirectas en la salud física y mental de las personas, tanto a mediano como en el largo plazo, en función de lo cual, el Gobierno y las autoridades de Salud, deberán preocuparse de tomar cuanto antes las medidas necesarias para paliar los negativos efectos que esta situación ya está generando en la población de nuestro país, condición, que con el pasar del tiempo, podría hacerse cada vez peor.
La razón es muy simple: tanto el estrés agudo como el crónico, llevan a las personas a experimentar ansiedad, angustia, miedo, temor, depresión, desesperanza, insomnio, crisis de pánico, etc.
Dr. Franco Lotito, académico escritor e investigador (PUC-UACh)