Covid-19
Ante los inusitados, graves y dolorosos hechos que estamos viviendo, como habitantes del planeta con la llegada de la pandemia Covid-19, hay una serie de reflexiones que dentro de nuestra cuarentena tenemos que hacer frente, porque después de haber minimizado y festinado con esta enfermedad sacada de un guión de ficción, nos dimos cuenta con dolor de la crueldad feroz trae consigo y que el peligro a perder la vida se encuentra más cerca, sin importar condición social, raza, religión, pensamiento político, que los libros de historia se han levantado para refrescarnos. La gripe española, el VIH-SIDA, la peste negra, la viruela, el cólera, no eran solamente hechos históricos y datos del pasado, sino acontecimientos verídicos envueltos en el dolor ajeno, con millones de fallecidos, y que hoy toman forma en pleno siglo XXI.
Ya sabemos que el autocuidado responsable es el mayor aliado para combatir eficientemente esta enfermedad, siendo el aislamiento por más duro que resulte, lo mínimo que podemos hacer como seres humanos, sin embargo estos días en nuestros hogares deben servirnos para comprender y asumir que solos no podemos navegar en este mundo, que al mirar a los lados tenemos la oportunidad de apreciar y resaltar lo que tenemos a nuestro alcance: seres queridos, amistades, naturaleza y animales.
En nuestro país hemos pasado meses difíciles, donde nuestras diferencias se han visto exacerbadas por nuestras propias conductas y actos barbáricos. Hoy más que nunca se hace necesario darnos un minuto y pensar en los valores de la solidaridad, la empatía, que tenemos una oportunidad para salir de nuestro círculo monetario, egoísta, muchas veces altanero y darle una mano a nuestros hijos para mostrarles con actos, que hay un mañana, a nuestras parejas darles un beso y decirles que se puede continuar amando, a nuestros abuelos cuidarlos y darles vida eterna, a nuestros amigos llamarlos y preguntar cómo están, a nuestros vecinos saludarlos con una sonrisa, a nuestra vida darle una oportunidad de ser mejores personas, no para redimirse del pasado, sino para pensar que hay un futuro más humano, entre todos.
Marcelo Chávez Galleguillos
90 años al servicio del país
Hace 90 años, el comodoro Arturo Merino Benítez, artífice de las políticas aeronáuticas del país, visualizó la importancia de unir a Chile por los caminos del aire y llevar el progreso de la Patria a los lugares más apartados y lejanos del territorio nacional.
Bajo esta premisa fue creada la Fuerza Aérea, una institución eficiente, reconocida y respetada por todos nuestros conciudadanos a lo largo de su historia.
Somos una institución que le pertenece a todos los chilenos, integrada por aviadores militares con un profundo compromiso y convicción de servicio público, que vela por la protección de la soberanía nacional, el desarrollo y el bienestar del país y sus habitantes.
Los aviadores militares somos legítimos amantes de la patria, al igual como las generaciones que nos precedieron y legaron esta institución permanente del Estado, por lo tanto, seguiremos colaborando con nuestros medios polivalentes en cada una de las adversidades que deba enfrentar el país, como lo es hoy la crisis sanitaria debido a la expansión del Covid-19.
El país es testigo de la rica y próspera historia institucional durante estos 90 años, plagada de grandes hitos y proezas aeronáuticas, de hombres valientes y visionarios como el comodoro Arturo Merino Benítez, quienes han construido los caminos del aire del país, a fin de proteger los cielos de la patria y contribuir al crecimiento de un Chile cada día más grande.
General del Aire Arturo Merino Núñez, comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile
Demagogia
Hacer promesas falsas, apelando a la emoción y las pasiones más frágiles de la ciudadanía tiene un nombre: demagogia. Como ejemplo de ello podríamos tomar la nueva propaganda audiovisual "FranjaCiudadana" que circula por redes sociales.
No les bastó con decir que por derecho otorgarían a cada chileno una vivienda digna, ahora sacan provecho de la crisis del coronavirus para promocionar un sistema de salud público digno de países europeos.
Por supuesto sólo con el mágico poder de escribirla en la Constitución. Porque claro, la culpa de los problemas en Chile es del mítico modelo y no de la inoperancia de políticos que se comprometen a hacer su pega sólo si la constitución es hecha a su pinta.
Esta estafa se aprovecha de la falta de educación de algunos y se burla de las necesidades de los chilenos para satisfacer meros fines ideológicos. Lo que Chile necesita es voluntad política, legislación transparente, gestión eficiente y una mayor fiscalización al aparato estatal. Escribir derechos no los convierte en realidad.
Bárbara Haas