Ser felices en Navidad
De la cultísima Grecia hemos heredado muchos principios que orientan la existencia y valores de la sociedad occidental; los mismos que han sido sostenidos por sus filósofos que aún estudiamos. No es extraño que, por ejemplo, cuando hablamos de felicidad ellos se encargarían de ilustrarnos sus alcances, más allá de la simple dicha, alegría o gozo. La felicidad es algo más permanente y profundo que las expresiones señaladas, donde el cuerpo y el alma se funden en un estado placentero que podría darse, incluso, en momentos dolorosos y desafortunados. De su armónico cultivo tendría que potenciarse, necesariamente, un cuerpo sano, un alma enriquecida (bien, verdad y belleza) y una mente libre.
Por estos días los términos de "felicidad", "paz" y "amor" se conjugan por una sociedad ideal, bellamente contenta y disimulando sus dudas y preocupaciones presentes y futuras o de mañanas inmediatas.
¿Se puede ser "feliz" con estas nubes sobre nuestras cabezas y corazones? Sí y no. Todo depende de los valores, fundamentos o creencias que tengamos a la hora de explicar el porqué celebramos, regalamos, cantamos o rogamos; o bien de qué regalos, festines, decoraciones o saludos damos y recibimos en Navidad. Aquí entran en juego los acostumbrados intereses, apetitos, ambiciones o discriminación frente a lo que podríamos llamar principios y valores que avalen conductas que propicien una sociedad con alma.
Bajo estas condiciones, lo que aprendimos del humanismo cristiano que está de fiestas en estos días, dice relación con la factibilidad de la felicidad en los seres humanos, sin distinción de ninguna naturaleza y fines: podemos ser felices de manera permanente, sin depender de nada que no sea producto de nuestros propios valores y creencias; de lo que está en la base de sustentación de quien trajera las buenas nuevas de salvación; y que nos comprometiera en su misión inconclusa, para nosotros terminarla.
Gabriel Venegas Vásquez
Expectativa Constituyente
El debate constituyente ha vuelto a estar en el centro del escenario. Resuena la alta expectativa establecida en nuestra nueva Carta Fundamental. Según la encuesta Cadem, las personas creen que una nueva Constitución mejorará el acceso a la educación, salud y pensiones (79%), hará de Chile un país más justo y con menos desigualdades (75%) y ayudará a terminar con los abusos (68%).
Elevar tanto las expectativas respecto a lo que hará la nueva Constitución puede producir un amplísimo grado de frustración. Esto, debido a que la Constitución se encargará de distribuir y controlar el poder, además de establecer alguna carta básica de derechos y garantías. Pero, el salto a mejor acceso a educación, salud y pensiones, de hacer un país más justo y culminar con los abusos no depende de ello. Esto último depende de la calidad de nuestras políticas públicas. Pensar lo contrario solo traerá más descontento a una población que ve alimentadas sus esperanzas por políticos irresponsables.
José Luis Trevia
Fiebre por la pérdida de peso
Las tendencias sociales basadas en la estética corporal, así como el interés por las estrategias en la modificación de la forma física respecto al canon social de turno, no es nada nuevo. El uso de suplementos, así como de instrumentos y "pociones" en pro de una promesa estética, se ha practicado desde el antiguo Egipto.
Vivimos en una época donde el canon de belleza evoluciona constantemente, tomando una dirección hacia el concepto de funcionalidad estética basada en la estigmatización del concepto "masa grasa" y "masa muscular".
Hablamos de una población que para bien o para mal, consume constantemente información a través de medios de comunicación masiva, absorbiendo día a día métodos o estrategias que de alguna manera otorguen beneficios a sus objetivos estéticos corporales de manera autónoma. Este efecto genera un impacto importante en la percepción de necesidad por parte del usuario hacia el profesional de la actividad física y la nutrición, llevándolos de cierta manera a ser prescindibles a la hora de buscar apoyo en la acción de alimentarse o en la ejecución del entrenamiento físico.
Por otra parte, la sociedad vive contra el reloj, siendo lo "inmediato" la base central del interés a la hora de decidirse por un método u otro (Dieta Cetónica, el Ayuno Intermitente, Método Gres, Dieta del Genotipo); y la promesa de la pérdida de peso rápida y fácil, el factor decisivo a la hora de tomar esa decisión.
Las estrategias de alimentación y de ejercicio físico son específicas y determinadas por las características biosicosociales de cada persona. El manejo integral y personalizado por parte de los profesionales responsables de la nutrición y del entrenamiento es vital a la hora de conseguir los objetivos que brinden esta relación simbiótica del concepto de salud, entre lo estético, lo emocional y funcional.
Álvaro Opitz Ben-Hour Académico Escuela Nutrición y Dietética U. Andrés Bello