La necesidad de conducir los vehículos motorizados con precaución y atento a las condiciones del tránsito, es un tema del que mucho se hablado. Sin embargo, a pesar de todas las campañas realizadas para frenar esta mala práctica y la difusión de accidentes por esta misma causa, lo cierto es que las tragedias carreteras siguen ocurriendo y en gran parte de ellas tiene un rol protagónico el uso del celular.
De hecho, todos los días es posible ver en Osorno y la región a conductores que realizan este temeraria acción que no solo reviste un peligro para ellos mismos, sino para otros automovilistas y peatones que circulan por las calles de la ciudad.
Se trata de una acción temeraria en aumento, ante la cual ya no basta la presencia policial en las calles, pues son muchísimos los conductores que realizan a diario esta imprudencia, en pleno centro de la capital regional, sin importarles ser observados por todos quienes circulan por las principales arterias de la ciudad. Pareciera que aún no se logra dimensionar el riesgo que implica conducir y usar el teléfono.
Se sabe según estudios científicos que manejar un vehículo y hablar por celular al mismo tiempo equivale a hacerlo bajo la influencia del alcohol, ya que esta nefasta práctica multiplica por cuatro las posibilidades de sufrir un accidente. Al hablar por celular se agrega también la revisión de correos, del WhatsApp e incluso la escritura de mensajes, agravando desde luego la situación al hacer más compleja la distracción. Lo anterior está claramente sancionado con gravosas multas, pero es comprensible que dada la inmensa cantidad de infractores sea imposible fiscalizar en forma adecuada.
Informes muy calificados indican que tras hablar un minuto y medio por el móvil, incluso utilizando manos libres, el conductor deja de percibir un 40 por ciento de las señales del tránsito, se pierde la capacidad de concentración y se descuida la distancia que debe mantenerse con el vehículo que lo precede, aumentando entre medio y dos segundos el tiempo de reacción ante los imprevistos.
De ahí que evitar estos riesgos depende de los propios conductores, sin embargo, también ayudaría a frenar esta mala práctica una fiscalización más intensa para sancionar a quienes conducen y usan su teléfono.