La lectura es básica para un buen aprendizaje y primordial para cualquier tipo de formación, principalmente la del tipo instrucción que realizan las escuelas. En este sentido, los resultados de las últimas pruebas estandarizadas de lectura dan cuenta de un déficit tan grande, que es difícil que se pueda corregir en un tiempo breve.
Que un porcentaje no menor de estudiantes no comprenda lo que lee, es igual a que no entiendan los contenidos que el profesor les entrega, que no puedan comprender las preguntas en una prueba, lo que abarca más allá de las clases de lenguaje y comunicación, sino a todas las asignaturas.
En este sentido, es necesario que este indicador se mejore, ya que de lo contrario estos estudiantes tendrán serios problemas de aprendizaje en el futuro.
Si bien no todos los niños tienen las mismas capacidades, y es normal que no aprendan a la misma velocidad en áreas tan distintas, es importante que cuenten con una buena capacidad lectora, lo que les abrirá a un sinfín de conocimientos y se transformará en una herramienta básica a la hora de tener las mismas oportunidades que sus compañeros.
El Estado debe hacerse cargo de un déficit más profundo de la educación y además del trabajo que se ha realizado en la última década con la prebásica, la educación básica y media. Se requiere una intervención mayor que permita salir de un sistema decimonónico con un profesor encerrado en cuatro paredes, mientras los estudiantes piensan en realidad virtual.
Es necesario actuar con rapidez para que la lectura sea entendida como una necesidad para mejorar diversos aspectos del desarrollo del ser humano, no sólo en el ámbito intelectual.
Se requiere un plan que salga de las típicas soluciones copiadas de experiencias internacionales, con difícil aplicación en un país con tanta diversidad y necesidades tan distintas de un extremo a otro. Es urgente potenciar este hábito.